Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
27 Oct 13
Lucas 13, 31-35
“No cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén”
En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron: “Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Herodes quiere matarte.” Él les contestó: “Vayan y díganle a ese zorro: ‘Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer.’ Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén.” Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abandonada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta el día que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”
En el texto que nos presenta hoy Lucas, encontramos a Jesús continuando su viaje a Jerusalén, donde le espera su pasión. Ante él se presentan unos fariseos que le advierten sobre las intenciones de Herodes Antipas. Dado que muchos de los fariseos no simpatizaban con Jesús y su movimiento, podemos suponer una doble razón detrás de esta advertencia: por un lado parece que quieren que se aleje cuanto antes de su territorio para que no les cause problemas y por otro pareciera que quieren asegurarse de que Jesús llegue pronto Jerusalén, donde tienen influencias y pueden acabar con él.
La respuesta de Jesús no se deja esperar: aún ante la amenaza de muerte, el seguirá afirmando la vida al expulsar demonios y sanar a los necesitados. Su obra y ministerio no lo determinan los poderes de este mundo y por tanto no se va a dejar ahuyentar por falsas alarmas. Y no será una autoridad terrena, a la que desprecia llamando “zorro”, la que impida su misión.
Por otro lado, le manda a Herodes un mensaje de alivio al comunicarle que en poco tiempo se verá librado de su presencia, pues debe continuar su camino cuyo destino final es Jerusalén porque “no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén.” Jesús asume la posibilidad de la muerte en una larga tradición de profetas y mensajeros que han sido asesinados y rechazados por su pueblo y ve su propia muerte como el fin inevitable de lo que ha realizado en su vida.
En la segunda parte del texto encontramos una lamentación sobre la ciudad de Jerusalén que se resiste a dejarse cobijar por las amorosas alas de su Dios. Las consecuencias de esta negativa son la destrucción, como sucedió en el año 70 d. C. cuando las tropas romanas destruyeron la ciudad santa.
La invitación hoy es a reflexionar sobre nuestro ministerio, en medio de la sociedad donde nos encontramos y frente a los poderes constituidos. Muchas veces cristianos y cristianas han sido perseguidos, e incluso martirizados, por seguir los pasos de su Maestro y porque su mensaje irritaba a gobiernos o sectores influyentes de la sociedad. Pero aún así, el cumplimiento de nuestra misión no puede estar sujeto al temor o a la amenaza. Las palabras de Jesús y su actitud frente a los gobernantes de turno nos da confianza para seguir comprometiéndonos en la lucha contra todo tipo de injusticias y nos estimula a actuar con mayor libertad.
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