Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
04 Nov 08
Lucas 14, 15-24
Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa.
Cuando uno de los que estaban sentados con Él a la mesa oyó esto, le dijo: ¡Bienaventurado todo el que coma pan en el reino de Dios! Pero Él le dijo: Cierto hombre dio una gran cena, e invitó a muchos; y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los que habían sido invitados: «Venid, porque ya todo está preparado.» Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: «He comprado un terreno y necesito ir a verlo; te ruego que me excuses.» Y otro dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego que me excuses.» También otro dijo: «Me he casado, y por eso no puedo ir.» Cuando el siervo regresó, informó de todo esto a su señor. Entonces, enojado el dueño de la casa, dijo a su siervo: «Sal enseguida por las calles y callejones de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los ciegos y los cojos.» Y el siervo dijo: «Señor, se ha hecho lo que ordenaste, y todavía hay lugar.» Entonces el señor dijo al siervo: «Sal a los caminos y por los cercados, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. «Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados probará mi cena.»
La plenitud del encuentro con Dios es expresada corrientemente con la imagen de un banquete. Un texto clásico del Antiguo Testamento que nos presenta el banquete escatológico es el de Isaías 25,6-8: “El Señor de los ejércitos prepara para todos los pueblos un festín de manjares suculentos … aniquilara la muerte para siempre … enjugara las lagrimas de todos los rostros…”
El evangelio de Lucas también alude al banquete mesiánico en varios lugares. El ideal de Lucas es partir el pan en torno a una mesa donde no haya pobre ni ricos porque todo se pone en común y se reparte según la necesidad de cada quien. Esta preocupación lucana es en nuestros días más actual que nunca. Son los pobres quienes mejor entienden el sentido de las palabras de Jesús cuando hable de que los hambrientos serán saciados y de que el Reino de Dios es un gran banquete.
Releamos el texto. En él, Lucas presenta al Reino como un gran banquete al que, con tiempo, son invitadas varias personas. Los invitados, que podemos suponer son gente de cierta posición económica por las excusas que dan, cometen una falta de cortesía al no asistir. Sus excusas, y muchas de las nuestras, no son suficientes. Las posesiones económicas, el trabajo o la familia no deberían impedirnos asistir al banquete del Reino.
Por su parte, el anfitrión no renuncia a su fiesta ni quiere que todo se desperdicie, y en un segundo momento hace una doble invitación: primero a los pobres, lisiados y ciegos, que son los marginados de Israel. Y luego a los que viven más allá de los muros de la ciudad. Los que ni siquiera son dignos de vivir dentro de la seguridad que dan sus muros. Diríamos hoy que son los pobres entre los pobres. Aquellos que el mercado considera prescindibles.
Aquí nos encontramos con una curiosa frase: “…oblígalos a entrar…” Y es que así como los invitados del inicio tenían “derecho adquirido” para ir a la fiesta, los marginados seguramente avergüenzan, no creen que están realmente invitados. El siervo debe traerlos y forzarlos amistosamente para que vayan y llenen la casa.
La parábola presentada hoy nos invita a reflexionar acerca de nuestras actitudes. ¿Cómo reacciono ante la invitación cursada por el Señor? ¿Doy también excusas inadmisibles?
Pidamos al Dios de la vida que nos conceda participar con alegría de la mesa común donde a nadie le falta y a nadie le sobra.
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