Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
14 Nov 20
Lucas 14, 25-33
El que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío
«Caminaba con Jesús un gran gentío. Se volvió hacia ellos y les dijo: «Si alguno quiere venir a mí y no se desprende de su padre y madre, de su mujer e hijos, de sus hermanos y hermanas, e incluso de su propia persona, no puede ser discípulo mío. El que no carga con su propia cruz para seguirme luego, no puede ser discípulo mío. Cuando uno de ustedes quiere construir una casa en el campo, ¿no comienza por sentarse y hacer las cuentas, para ver si tendrá para terminarla? Porque si pone los cimientos y después no puede acabar la obra, todos los que lo vean se burlarán de él diciendo: ¡Ese hombre comenzó a edificar y no fue capaz de terminar! Y cuando un rey parte a pelear contra otro rey, ¿no se sienta antes para pensarlo bien? ¿Podrá con sus diez mil hombres hacer frente al otro que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, envía mensajeros mientras el otro está aún lejos para llegar a un arreglo. Esto vale para ustedes: el que no renuncia a todo lo que tiene, no podrá ser discípulo mío.»
Nota de quien escribe: En un intento de inclusión he escrito esta reflexión en femenino, es decir cuando digo todas quiere decir hombres y mujeres. Me he permitido esta libertad porque en la Iglesia se nos ha privado de mucho a las mujeres. Lamento si esta decisión mía pueda alterarl@s
Desapego, pero previsión; resignación, pero a la vez valentía…Jesus parece decir cosas antagónicas en este pasaje de su vida, nos pide desapego (habla de desprenderse hasta de la propia persona), nos dice que carguemos nuestra cruz, pero a la vez nos da ejemplos de un hombre y un rey que se sientan a pensar antes de emprender. Y luego nos vuelve a hablar del desapego, de la renuncia.
Y de repente veo el cómo nos enseña que la decisión que tomaremos de seguirlo a El, debe ser una decisión pensada, debemos revisar nuestro corazón si estamos dispuestas a tamaña empresa, pero dispuestas de verdad. Muchas veces decimos seguir a Cristo, pero no seguimos sus enseñanzas, sino los ritos y reglas que se han formado en torno a la enseñanza.
Y así como los cristianos ignorantes de la Edad Media, seguían al pie de la letra a sacerdotes que mandaban quemar mujeres y explotaban a los pobres, así muchas preferimos callar o seguir ritos, antes de volver a la verdadera fuente: Cristo Resucitado
El Señor nos pide en esta lectura que revisemos nuestra vida y nuestro actuar, a ver si tenemos suficiente “cimiento” de fe, a ver si tenemos suficiente fortaleza (¿que es sino el ejercito que lucha para el rey?), si tenemos suficiente templanza para autoanalizarnos y ser honestas con nosotras mismas.
¿Cuánto eres capaz de sacrificar por Cristo? ¿Cuánto eres capaz de amar por Cristo?, ¿Cuánto eres capaz de seguir a Cristo?.
Muchas creen seguir a Cristo porque hacen oración, celebran el mes de Maria, hacen una que otra caridad, pero no se involucran con el que sufre salvo unas migajas de caridad, actúan en la sociedad como espectadores cuando Jesus nos pide ser activistas dispuestas a mejorar las condiciones denigrantes en las que viven nuestros semejantes.
Y si nos cuesta mucho esta vida tan exigente tal vez nos de valentía escuchar sus propias palabras: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados; Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios.
La invitación de esta reflexión es que renunciemos a lo que se nos ha dicho, renunciemos a esa imagen de cristiana o católica en que muchas nos hemos quedado, escondida, indiferentes pero cumplidora de ritos, y en discernimiento verdadero tomemos la bandera de Jesucristo en todos los ámbitos de nuestras vidas, no para defender cosas o costumbres, sino para defender y amar a los más desposeídos, a los que más amó, a los que El buscó y curó en su vida terrenal.
Jesus no nos pide entregas fáciles, nos pide entregas absolutas, meditadas y decididas en oración y amor, aceptando lo que viene, sabiendo que es más hermoso ser llamado discípula o discípulo de Él, que todos los éxitos profesionales, logros materiales, ataduras de conciencias, dolores y rencores.
Para mí no ha sido fácil y aun me queda camino en mi desapego, tal vez es momento que todas oremos por todas para lograr ser una sociedad llena del amor de Cristo. ¿Serás tu y seré yo, y serán otras valientes?
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