Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
03 Nov 13
Lucas 17, 20 -25
Los fariseos estaban preguntando a Jesús: « ¿Cuándo llegará el Reino de Dios?» Les contestó: «La venida del Reino de Dios no es cosa que se pueda verificar. No van a decir: «Está aquí, o está allá». Y sepan que el Reino de Dios está en medio de ustedes.» Jesús dijo además a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que ustedes desearán ver alguna de las manifestaciones del Hijo del Hombre, pero no la verán. Entonces les dirán: «Está aquí, está allá.» No vayan, no corran. En efecto, como el fulgor del relámpago rasga el cielo desde un extremo hasta el otro, así sucederá con el Hijo del Hombre cuando llegue su día. Pero antes tiene que sufrir mucho y ser rechazado por esta gente.
Cuando contemplo al mundo de hoy, que vive en permanente crisis, conflictos, divisiones, discriminaciones, exclusiones, desigualdades inhumanas, niños siendo explotados como esclavos, millares de personas que se mueren de hambre o por falta de asistencia médica, y por otro lado, se gastan altísimas sumas de dinero en armamento y se usan armas químicas para el exterminio de personas, me pregunto una y otra vez ¿Cuándo llegará el Reino de Dios?
Cuando veo que en mi país, ubicado al fin del mundo y en los países de la región latinoamericana en donde está radicada la mayor población de creyentes cristianos y católicos del mundo, impera una sociedad con tan alta desigualdad y conflicto social, me pregunto ¿Cuándo llegará el Reino de Dios?
Este Evangelio nos invita a hacer un profundo examen de conciencia partiendo por nuestra fe en la existencia del Reino de Dios. ¿Es para nosotros una esperanza del proyecto de Dios que lo alcanzaremos una vez que dejemos este mundo? Si es así, ¿es premio o recompensa por nuestro actuar en la vida terrena? Cuando tengamos que partir ¿tendremos asegurado el Reino de los Cielos con un simple arrepentimiento? o ¿será la nada, esto es, quedaremos fuera de éste, en lo que se nos enseñaba antiguamente como el infierno? (Ya debidamente actualizado el concepto, dejando en el pasado el castigo del fuego eterno que no puede existir sobre un cuerpo que ya no lo es ni sobre el alma que es inmaterial).
No es un tema fácil. Lo reconozco. Tiene muchas formas de abordarlo y en ello, la teología tiene mucho que decir a los eruditos. Pero, ¿qué pasa con las personas laicas, como yo, que no tienen esa formación ni está en su ánimo llegar a ese alto nivel teológico como parte de su vida espiritual? Por eso, mi reflexión es modesta, intentando seguir la pedagogía de Jesús que hablaba en forma sencilla y directa al alcance de todos y cuando quería captar una mejor comprensión, usaba las parábolas. Tengamos presente, entre otras: los Trabajadores de la Viña, el Buen Samaritano, los Talentos, el Grano de Mostaza, el Sembrador, la Levadura en la Masa,
Sobre el Reino de Dios, Jesús nos dice hoy en esta lectura: “sepan que está en medio de ustedes”, esto es, está aquí, entre nosotros, en el presente y en lo que vendrá en el mañana cercano, no es una utopía, un sueño o un castillo en el aire. Pues bien, si está aquí y no la vemos, o no la vivimos y no la disfrutamos en plenitud es porque hemos y estamos fallando. No es algo que llegará de improviso y por la voluntad de Dios, sino es un proceso de transformación del corazón del hombre para que abra sus manos para recibir a sus hermanos e iniciar una cadena en que uno a uno se vayan sumando a este proceso de cambio y es ahí, en donde estamos entrapados, pues “cambio” implica para muchos pérdida, superar la egolatría, el individualismo, el poder y la indiferencia con la situación con de los otros.
Si pudiésemos aprender de nuestros pueblos aborígenes de la región (amerindios) sobre su cultura, respeto a la naturaleza, a la familia, a la división de trabajo y el compartir en comunidad, y lo proyectásemos a nuestro mundo “moderno”, podríamos tener al menos en nuestra imaginación lo que podría asemejarse al Reino de Dios: una sociedad de hombres y mujeres centradas en vivir en paz, en harmonía, en que lo que hay y se produce –aunque a veces sea poco- se distribuye de tal forma que alcance para todos, recibiendo y dando cada uno bajo el espíritu de lo suficiente. Muchos, me dirán eso es un sueño. Cierto. Nos parece irrealizable y por ello, cerramos los ojos, le reclamamos a Dios por las injusticias de este mundo y dejamos el Reino de Dios como algo para el más allá ….
Jesús en su anuncio de la Buena Nueva nos llama a cambiar el mundo viviendo en él, haciendo comunidad con él, dando testimonio, sin búsqueda del interés propio, integrándonos con una nueva actitud de un corazón fraterno para hacer comunidad con los demás, con los unos y los otros. Es difícil, algunos dicen que es imposible, pero eso el Reino al cual estamos invitados a construir y participar.
Hermosa reflexión Pato!
La uno a una lectura que hice hace poco sobre la forma cómo hemos ido «desarticulándonos» de los vínculos.La incapacidad para sentir los problemas ajenos no pocas veces tiene su raíz en la carencia o en la ausencia de afectos, de empatía, de solidaridad, en fin… de amor, en la extensión de la palabra, que es nuestro mandamiento como cristianos.
Tu mención a la forma de vivir de nuestros pueblos aborígenes me parece muy ejemplificadora. Ellos «están articulados» entre sí, como familias, como comunidad y con la naturaleza. Ese vínculo, esa armonía se va perdiendo más y más en el ritmo vertiginoso de la vida moderna. Hemos ido perdiendo la perspectiva del Reino que, como dices, está aquí, esperando que cada uno de nosotros, desde sus «talentos o dones» siembre una pequeña semilla para continuar la construcción de ese Reino que inicio Jesús, que no es una utopía para los que creemos que se puede vivir en el amor.
Estupenda mirada al reino de Dios, querido Pato! Y al final ése es el mensaje que nos dejó Jesús: !vivir ese Reino aquí y ahora! y !ponerle el hombro para lograr su permanente construcción!
¿Cómo entender que el “Reino de Dios”, está en cada uno de nosotros?.
Cuando el Amor se adueña del corazón humano, es que estamos formando parte de ese maravilloso “Reino”.
Cuando hablo de Amor me refiero a la genuina razón de la existencia del hombre en este mundo.