Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
27 Nov 21
Lucas 21, 20-28
Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que llegue la hora
Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:
Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse.
¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.
Hoy el Evangelio menciona situaciones difíciles: días de calamidad y castigo, situaciones de angustia y tribulación… Está claro que hay muchas formas de tomar este texto. Una de ellas es la interpretación literal, que sin duda es de pavor, sobre todo si nos quedamos con la narración llena de predicciones apocalípticas. En ese aspecto es comprensible sentirse amenazado y persuadido a preguntarnos ¿Quién podrá salvarse? ¿Hay algo que podamos hacer para salvarnos?
Esta es una mezcla de dos profecías de Jesús: una sobre la destrucción de Jerusalén por los romanos el año 70 DC; la otra sobre la Segunda Venida de Cristo, al final de los tiempos. Los primeros lectores del Evangelio de Lucas pudieron recordar cómo se había destruido Jerusalén; y ellos esperaban que llegara la Segunda Venida durante sus vidas.
Nuestra perspectiva es diferente, pero el tema de la angustia y la desolación todavía nos afecta. No podemos dejar de pensar en los miles de personas que viven en condiciones horrorosas, víctimas de la guerra, de la hambruna y de tantas otras situaciones largas de enumerar. A cada rato nos encontramos con calamidades atroces y somos capaz de reconocer lo impotentes e indefensos que somos ante tales sucesos. No solo son devastadores, sino usualmente sorpresivos, por lo que podemos concluir que es prácticamente imposible huir de ellos.
Siendo así, en realidad ¿no deberíamos sentirnos siempre advertidos y estar en guardia? Hemos de coincidir en que lo más razonable sería vivir de tal modo que nuestros actos reflejen la conciencia de estar listos y preparados para cuando sucedan estos hechos. ¿No es lo más lógico? Al menos, así nos lo enseñaron nuestros abuelos y nuestros padres. Recuerdo a una tía abuela muy cercana en mi familia señalándonos la “M” que todos tenemos en la palma de nuestras manos, enseñándonos que esta quería decir “memento mori” o “recuerda que todos tenemos que morir”. ¿No es razonable y prudente tener siempre en cuenta que este momento llegará cuando menos lo esperamos? ¿No nos esforzaríamos por dar el sentido correcto a la vida si así fuera? Pues, esto es, entre otras cosas, lo que pretende decirnos Lucas en estos versículos.
Más allá de las calamidades universales que se anticipan de modo general y en vez de sentirnos aterrados por las predicciones, ¿no deberíamos sentirnos llamados a la prudencia? Si es cierto que no sabemos ni el día ni la hora, si esto habrá de ocurrir con todos de un momento a otro o tan solo con algunos de nosotros, ¿no debíamos caminar por la vida con cautela, sabiendo que el fin llegará cuando menos lo esperemos. Siendo un adulto mayor, objetivamente hablando, no estoy en edad de iniciar proyectos a largo plazo, a no ser que tenga previsto alguien que me releve en cualquier momento. Lo prudente será terminar con lo que empezamos y poner todo en orden de modo tal que al salir de la escena no compliquemos más de la cuenta la vida a nadie. Y, no se trata tan solo de enfermedades, que en realidad no podemos anticipar cuan grave y onerosas pudieran ser, sino de hablar con quienes debemos, de buscar a quienes ofendimos o con quienes mantuvimos divergencias que nos llevaron a la ofensa o al desprecio o a la simple indiferencia. En otras palabras, “saldar cuentas”. Además, siento que es un deber aconsejar a los más jóvenes, de acuerdo a nuestra experiencia, invitarlos a poner las cosas en la perspectiva correcta, distinguiendo lo esencial de lo suntuario.
Sin embargo, no podemos perder de vista las palabras con las que termina el texto escogido por la Iglesia para nuestra reflexión de hoy: “Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobren ánimo y levanten la cabeza porque se acerca tu liberación”.
Isabel Margarita Garcés de Wallis
Muchas gracias por las iluminadoras reflexiones a lo largo de los años. Me da gusto que la página quede abierta para buscar los escritos más adelante. Felicidades por esa gran labor y de nuevo, gracias!!!
Que bella reflexión has elegido mi querida amiga Tita para cerrar un ciclo que iniciamos hace 13 años en vuestro hogar con la iniciativa de nuestro gran amigo y líder espiritual Patricio Gómez. Que hermoso llamado a la prudencia y a la preparación, en este momento de la vida en que todos vivimos la tercera edad y vemos el atardecer con una maravillosa quietud y una certeza cada vez mas mas manifiesta de nuestro amado Señor. Muchas gracias por haber dirigido tan bien esta iniciativa de hacer reflexiones sobre la actualización de la Palabra en el momento actual, con sus luces y sombras. Miramos la «M» de nuestra mano con una profunda reverencia. Gracias por tu gran servicio junto a Corina desde que nuestro querido Pato partió en forma temprana a la casa del Padre. Mi recuerdo va también con emoción al cielo para Davina y María Marta que fueron tan activas y generosas en este sueño. Se cierra una etapa, pero como bien dices tu, seguimos «Caminandojuntos» atentos a lo que nos diga el Señor. Te quiero mucho Un abrazo con todo mi cariño Luis Lira Weldt