Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
20 Nov 13
Lucas 21, 20-28
«Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora»
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Nuevamente me encuentro comentando una lectura bastante especial. Digo especial porque en ella nos encontramos que, en la época en que ocurrieron los hechos descritos, la religión veía necesario asustar a la gente por medio de relatos catastróficos e iba a lograr ganar adeptos. Esto, seguramente a fin de que aceptasen la religión y acataran sus preceptos, por consiguiente, siguiera a Dios. Ocurre que aún subsiste en más de alguna parroquia, especialmente en los campos y aún en algunas poblaciones periféricas de las grandes ciudades.
También, se presenta en algunos movimientos apostólicos, donde los sacerdotes o miembros de los mismos, continúan pensando que por medio del miedo aún se puede convencer y dominar a la gente, y claro, sigue hablando y predicando de catástrofes, calamidades y cosas por el estilo como castigo por los pecados del mundo. Para ellos la religión se reduce a pura penitencia. Solo arrodillarse y golpearse el pecho. Creyendo -pensemos que de buena fe- siguen pensando que por ese medio se puede lograr algo.
Nunca he pensado que Dios, en su infinita bondad iba siquiera a pensar en que por medio de hacer sufrir al ser humano se iba a conceder favores. Tal vez no se han dado cuenta que el mejor método de atraer al prójimo es por medio del amor. Tenemos que convencernos que Cristo no vino al mundo a castigarnos. Vino para salvarnos y, por favor, convenzámonos de una vez que ya estamos salvados si lo seguimos a Él sintiendo y practicando el amor al prójimo. Parece que esas personas aún no se han dado cuenta que lo que Cristo vino a sembrar en el mundo era amor y no temor. Es necesario que mostremos a todos que solo dándonos, lograremos que el mundo sea más feliz. Solo por ese medio podremos hacer que más personas conozcan lo que Cristo realmente predicó.
Tal vez Uds. al releer estos versículos, puedan encontrar alguna otras cosa positiva en los primeros, seguramente los haya, al menos yo, me quedo con los del 25 al 28 que hablan de la venida gloriosa del Hijo del Hombre llegando en gloria y majestad.
Nuestro amigo Percy focaliza la lectura en la verdad esencial que es el amor de Dios. El hombre hasta el día de hoy es «cabeza dura» y necesita remezones. Frente a una catástrofe surge la solidaridad y la entrega, pero en la vida «normal» somos egoístas y vanidosos y hacemos como que vivimos «sin Dios». Nos falta entender que desde el bautismo mismo somos sacerdotes, profetas y reyes junto al Señor y que compartimos su misión redentora…gracias Percy por tu «pedagógica mirada» de lo que somos.