Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
28 Nov 14
Lucas 21, 29-33
Cuando vean que suceden estas cosas, sepan que está cerca el Reino de Dios
Jesús también les puso este ejemplo: “Aprendan la enseñanza que les da la higuera, o cualquier otro árbol. Cuando a un árbol le salen hojas nuevas, ustedes saben que ya se acerca el verano. Del mismo modo, cuando vean que sucede todo lo que yo les he dicho, sepan que el reino de Dios pronto comenzará. Les aseguro que todo esto sucederá antes de que mueran algunos de los que ahora están vivos. El cielo y la tierra dejarán de existir, pero mis palabras permanecerán para siempre.”
Si leemos sólo estos pocos versículos, no podemos entender a qué se refiere Jesús cuando dice “cuando vean que sucede todo los que les he dicho…” Para comprender el sentido de sus enigmáticas palabras hay que ir hasta el inicio del capítulo 21, en que Jesús habla sobre el fin del mundo, la invasión de Jerusalén y la destrucción del Templo y de todo el horror que esto acarrea a sus habitantes. Todo esto lo anuncia con un lenguaje impactante, tomado de las imágenes apocalípticas de los profetas del Antiguo Testamento.
El Templo, que representa todo un sistema de dominación y explotación del pueblo, se opone a la propuesta de fraternidad y justicia que conlleva el Reino de Dios. Son dos mundos opuestos, la eterna lucha entre el bien y el mal… y Jesús asegura que el bien vencerá pues el mundo del mal se va a venir abajo estrepitosamente.
Si vemos todo lo que actualmente sucede a nuestro alrededor: los problemas de injusticia, el sistema económico explotador, la crisis de valores, la violencia contra mujeres y niños, la explotación salvaje de los recursos naturales… podemos caer en un profundo pesimismo y una sensación de que nada puede cambiar. El poder del mal, de la corrupción y la violencia, de la dominación y la ambición, parece invencible. Y nos parece que desgastamos la vida en la búsqueda del bien y la justicia.
Pero la preocupación principal del discurso de Jesús es el de ayudar a los discípulos y discípulas a discernir los signos de los tiempos. Su objetivo no es el de causar miedo, sino sembrar esperanza y alegría en el pueblo que está sufriendo por causa de la situación. Cuando este Evangelio se escribe, las palabras de Jesús ayudaban a las comunidades a leer sus penurias con lentes de esperanza. Los que deben tener miedo son aquellos que oprimen y avasallan al pueblo, pues saben que su imperio se ha acabado. Con estas imágenes, que parecen anunciar el “fin del mundo”, se dramatiza el fin de un mundo de injusticia y violencia.
Los signos que hoy sacuden la sociedad, no son signos de muerte, sino de vida: “cuando comience a suceder esto…” Es un llamado a ser testigos de esperanza en medio de las situaciones de muerte que vive el mundo. Seguir a Jesús, el Crucificado Resucitado, y trabajar por la construcción de otro mundo, justo y fraterno, es lo que vale la pena, lo que permanece, aunque cueste sacrificio.
Nuestros esfuerzos por un mundo más humano no se perderán para siempre. Este mundo de injusticia tendrá fin y un día los poderes financieros se hundirán, la insensatez de los poderosos se acabará, las víctimas de tantas guerras, crímenes y genocidios conocerán la vida.
¡Exacto! Ser signos de vida como el Chavo del ocho, en un pueblo atacado por demonios liberados por leyes humanas que contrarían la naturaleza (que es divina porque es creada por Dios) y permiten los sacrificios humanos que había terminado al llegar la Guadalupana a esa amada nación.
Ser signos de vida como el chavo del ocho, permitiendo que el Señor y su amada madre guíen nuestros senderos de humildad, de caridad, o sea, vivir con los corazones consagrados aún en medio de nuestras debilidades, para que no tengamos leyes que disfrazadas de compasión (como dice el Papa) que favorecen a ocultas y malignas intenciones.
Consagrar el corazón y todo nuestro país a la bondad, a la ternura, a la inocencia que provienen de Dios …………y practicarla como el Chavo del ocho