Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
29 Ago 15
Lucas 4, 16-30.
“Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres”
“En aquel tiempo, Jesús se fue a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: « ¿No es éste el hijo de José?». Él les dijo: «Seguramente me van a decir el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria». Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. Les digo de verdad: muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio». Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó”.
¡Más claro, agua! Bárbaro este nuestro amigo Jesús, ¡cómo se va al grano! Y lo repite en muchas partes del Evangelio… yo vine a anunciar la buena nueva a los pobres, a los cautivos, a los ciegos, a los oprimidos. Y esta vez lo hace en el pleno templo y en su propio pueblo de Nazaret, donde al final se burlan de él y lo persiguen, pues no es nadie, sólo el “hijo del carpintero”…
“Hoy se cumple esta escritura”, dijo. Eso fue hace más de 2000 años y aquí seguimos creyéndonos la iglesia del Señor y en 20 siglos no hemos hecho nada para aliviar esta pobreza y desigualdad, para cumplir su mandato. Vemos alrededor y siempre encontraremos pobres en las calles, en las plazas, bajo los puentes. Mientras unos gozan exacerbadamente de todos los beneficios, la mayoría de la población sigue pobre, hambrienta y harapienta. Es más, todavía, dice claramente que Él no vino por los de su religión solamente, vino a curar a los extranjeros, a los que no eran del pueblo escogido … Así quiso enseñarnos que todos somos iguales ante Dios y no vale eso de discriminar y creernos nosotros los católicos los salvados y los otros los destinados al infierno!
Y la Iglesia, ¿Qué ha hecho en 2000 años? Mira para el otro lado y tal vez deja caer algunas moneditas para disimular. Vamos a misa y comulgamos, tal vez como aquellos fariseos que lo escucharon, pero la inequidad en el mundo continúa, mientras los Obispos se visten de gala.
Sí, también podemos ver algunas luces: la Naciones Unidas lanza sus metas del milenio para acabar con el hambre, y aunque muchos no le prestan atención, aquí en Bolivia las mismas Naciones Unidas nos dicen que ha bajado la pobreza últimamente del 63% de la población al 38% y la extrema pobreza del 38% al 18%… Son pequeños pasos que debemos alentar. Y en nuestra propia Iglesia ha aparecido un hermano Papa de aquí mismo de nuestro pueblo latinoamericano, que nos dice que quiere “una Iglesia pobre para los pobres”, que nos insta a salir a las calles… que quiere “techo, tierra y trabajo para todos”. “Queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras”, nos dice, “¡este sistema ya no se aguanta!”…
Y entonces, ¿qué hacemos desde nuestra Iglesia? ¿Qué hacemos nosotros en nuestro medio, en nuestra comunidad en nuestra familia para que este mensaje se haga realidad hoy?
Luís, muy verdadera tu reflexión, no hemos sido capaces de anunciar y denunciar todo aquello que atropella la dignidad del hombre. Nos cuesta sacarnos el ropaje arrogante que vestimos por esa vestimenta que engrandece el alma y hace que realmente sigamos a CRISTO, estamos estancados en los conceptos : poder, tener y mostrarnos mágnificos frente a los demás, olvidando que lo verdadero es el camino que CRISTO nos enseña. Hago votos para que podamos cambiar a tiempo.