Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
14 Sep 19
Lucas 5 1-11
Dejándolo todo lo siguieron
«Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.» Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes.» Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.» Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.» Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.»
Si cierro los ojos al leer esta lectura puedo ver a nuestro amado Jesús mirando a estos hombres y mujeres humildes trabajando a la orilla de las aguas. Puedo imaginarme que El, además de ver su piel curtida por el sol y las manos desgastadas por el trabajo, podía ver lo que nosotros aún no podemos… el corazón de cada uno de ellos. O le bastaba con amarlos tal cual eran…cosa que tampoco hoy podemos…La elección de los apóstoles que hace Jesús es tan llena de una realidad que aun hoy nos golpea, que emociona. Es tan real esa fe apasionada que se presenta al conocer a Cristo, los temores y las dudas, cuando vemos la inmensidad del mensaje…
Me gusta leer (o escuchar) las palabras de Pedro que, aun desanimado por una pesca improductiva, es capaz de decidir echar las redes, confiando en este hombre que le cambiara la vida. Y en esta decisión veo la decisión de tantos y tantas que deciden, pese a las tremendas contradicciones de la jerarquía de la Iglesia -especialmente- y de algunos que se dicen creyentes, seguir a Jesús y su Palabra.
Y aunque seguimos a Jesús en el corazón, son pocos los que se atreven a estar con Él, en el día a día, en la oración y en la acción. Tal vez porque piensan que no son suficientemente “buenos”, como lo hace Pedro al pedir que Jesús se aleje de él. Parece tan enorme contrasentido que al ver lo grande que es Jesús, Pedro pida alejarse de Él, pero es lo que hacemos, hombres y mujeres de Dios, al alejarnos de la Palabra, la Eucaristía y de la oración, es decir nos alejamos de Dios.
Es contradictorio como aún cuando sentimos a Dios en la grandeza de las cosas, aún cuando la enseñanza de Cristo nos impresiona y cala por su maravilla (como no va a ser maravilla el que te enseñe que debes amar al prójimo como a ti mismo), aun así, nuestro accionar es el de alejarse, de sentir que nunca vas a llegarle ni a los talones a este modelo de ser humano, de sentir que serás incapaz de seguir Su camino y vivir en El.
Y esa frase que pronunció Cristo hace dos mil años, sigue siendo una canción de paz y de envío para nosotros: “No temas”. Casi lo siento susurrar en mi oído, quizás como le susurró a Simón (Pedro), “No temas. Desde ahora serás pescador de hombres”
Y estos hombres, y probablemente sus mujeres y sus hijos, a los que deben haber tratado de locos, abandonaron todo para seguir a quien los había elegido. Tal como Jesús nos elige a cada uno de nosotros diariamente, como elige a la que hace catequesis, al que le da de comer al hambriento, a la que consuela solo por amor a una amiga o un desconocido, a cada uno de esos hombres y mujeres que abandonan un minuto de descanso, para hacerse pescadores de almas.
Al que esta leyendo esto, y no se atreve a salir a amar (porque es eso al fin y al cabo lo que pide Jesús), ya sea porque se sienten sin las capacidades, porque no se creen tan buenos (¿y quién de nosotros lo es?), o temen hacer el ridículo o quizás perder un momento de sus preciosas vidas, los invito a dejarse llamar y dejar sus vidas, para escucharlo, ahí, en el corazón, y ser renovados en la paz del que no teme, porque Cristo mismo lo ha elegido, tan solo por elegir a su vez al Cristo que llama siempre, siempre.
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