Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
31 Ago 13
Lucas 5, 1 -11
“Lo dejaron todo y siguieron a Jesús”.
Cierto día la gente se agolpaba a su alrededor para escuchar la palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. En eso vio dos barcas amarradas al borde del lago; los pescadores habían bajado y lavaban las redes. Subió a una de las barcas, que era la de Simón, y le pidió que se alejara un poco de la orilla; luego se sentó y empezó a enseñar a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar.» Simón respondió: «Maestro, por más que lo hicimos durante toda la noche, no pescamos nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes.» Así lo hicieron, y pescaron tal cantidad de peces, que las redes casi se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarles. Vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que por poco se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrodilló ante Jesús, diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador.» Pues tanto él como sus ayudantes se habían quedado sin palabras por la pesca que acababan de hacer. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas; en adelante serás pescador de hombres.» En seguida llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a Jesús.
Es en nuestra región Latinoamérica la zona del mundo en donde está la mayor población de cristianos católicos y por ello tenemos una gran misión y responsabilidad incumplida. La pobreza, la injusticia y la falta de amor fraterno existente, lo confirman. ¿Quiénes somos? Personas que tenemos en común seguir a Cristo y tomar su enseñanza como el centro de nuestras vidas, reconociendo en Él al hijo de Dios, nuestro Padre, que junto al Espíritu Santo, conforman uno solo: la Trinidad. Asimismo, somos católicos en la fe reunidos en la Iglesia Universal desde los principios de los siglos con su fundación por Pedro, Simón el pescador: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo” (Mt. 16, 18-19).
Junto a ello, Cristo nos llama a todos a hacer un cambio drástico en nuestras vidas saliendo del tradicional personalismo, individualismo, indiferencia y egoísmo en que el hombre ha vivido desde mucho antes de su llegada, para conformar un nuevo sistema de vida fraterno, comunitario: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado” (Jn. 15, 12). Pero ello no basta. Jesús nos pide más, no solamente un cambio de actitud sino a actuar en nuestros ambientes y medios, sean próximos como alejados, trabajando con pasión y fe para llevar a cabo la construcción del Reino de los Cielos desde hoy, en el ahora y acá, en la tierra, no dejándolo para el mañana. El Reino de los Cielos no está lejos o en lo que viene después de nuestra muerte terrenal, sino abarca toda nuestra vida hasta la eternidad. Conlleva una nueva ética de vida, la presencia de Dios entre nosotros, actuando por los más débiles, desvalidos y desesperanzados, en una demostración que el Reino está en acción.
Muchos no reciben así el mensaje. Oyen pero no escuchan, leen pero no comprenden. Siguen alejados del verdadero llamado de Jesús a construir juntos un mundo fraterno. Otros, lo han olvidado o no han recibido el mensaje. Jesús necesita de nosotros, sus seguidores, sus apóstoles de los tiempos modernos (enviados), saliendo a “pescar” tirando las redes: “ser pescadores de hombres”. Pero, no basta la palabra, sino que debe ser un actuar testimonial. Si lo que anunciamos y predicamos no lo vivimos ejemplarmente, si mantenemos un doble estándar o hacemos una diferencia entre la vida en la tierra y la vida en el Cielo, no seremos luz, seremos lámpara apagada.
Estamos convocados por Jesús a invitar hoy a todos nuestros hermanos y hermanas a caminar juntos, sin exclusiones ni discriminaciones, a socorrernos, aliviarnos, compartiendo lo que tenemos, lo que sabemos, nuestros talentos en beneficio de todos, dejando a atrás ataduras, sacándonos las máscaras y entregando nuestro corazón a esta gran obra de ser pastores, pescadores de hombres, sal y luz de la vida. Ya no vivir por vivir, andando por senderos fríos, aislados y a veces sin destino. Tomemos el camino al cual nos invita Jesús y esforcémonos por recorrerlo siendo sus colaboradores.
El conocido teólogo y escrito brasileño contemporáneo Leonardo Boff en uno de tantos consejos y orientaciones, contenidos en una infinidad de libros, nos dice: «La palabra camino concentra en sí una de las más profundas experiencias del hombre en su enfrentamiento con la tarea de la vida. La vida nunca es un dato. Es siempre una tarea. Algo que debe ser hecho y conducido. No se vive simplemente porque no se muere. Se camina por la vida. Vivir es andar. Andar supone un camino».
Pues bien, te invito a reflexionar sobre el evangelio de hoy en que Jesús a través de Simón Pedro, el pescador, te llama a servirle, a ser su colaborador, su enviado y a tomar su camino. Tú, le contestarás con todo tu corazón: Señor has venido a la orilla, no has buscado a sabios, ni a ricos, tan solo quieres que yo te siga. Señor, me has mirado a las ojos, sonriendo, has dicho mi nombre. Tú necesitas mis manos, mis cansancios que a otros descansen amor que quiero seguir amando ….
Muchas gracias Patricio por tu profunda y sincera motivación para reparar nuestras redes y poner atención para escuchar las indicaciones de nuestro amado Maestro para tener «una buena pesca». Un abrazo Luis
muito obrigada pelo envio destas reflexões.
São muito ricas e nos fazem pensar em solidariedade
Continuem sempre com a mesma profundidade e riquesa
un abraço,
Querido amigo/hermano Patricio,
Después de leer tu reflexión sólo tuve ganas de rezar y agradecer a Dios por tu vida. Gracias a la vida, como diría la chilena Violeta Parra.
Algo me quedó palabras a repetir a cada instante: no te alejes de mí, Señor porque soy pecadora, sino, acércate de mí porque soy pecadora y ayúdame a ser «pescadora»…
Abrazos
En general, siempre se coincide que la mejor forma de convertirse en “pescador de hombres”, es cuando nuestras vidas se convierten en un testimonio de la Palabra de Jesús, luego, esto nos otorga el derecho de poder profesarla, proclamarla, y comunicarla. Nuestras principales responsabilidades, siempre radican en la transmisión de esta, a nuestros hijos, en seguida a nuestras familias, y a nuestro entorno. La participación en esta instancia de “caminando juntos”, también de alguna manera, es una adecuación de la tecnología para dar a conocer la misma. Más, en la actualidad, nuestra religión ha estado perdiendo adeptos, (parece que las redes están rotas); tal vez una oscura época para los cristianos católicos. Es en este tiempo, cuando tendrán que abrazarnos bríos renovadores, de personas con gran capacidad de servicio y entrega, apasionadas; los que serán llamadas, “anacrónicas”, “absurdas”, “locas”, y deberán sumirse en una dura gesta a los tiempos venideros.
Leí hace muy poco a propósito de “educación”, que ésta, era la influencia que ejercen los adultos sobre las nuevas generaciones; yo me pregunto, nosotros cómo Iglesia ¿hemos comunicado a las nuevas generaciones de buena manera la palabra del Señor?, a mi manera de ver, lo hemos hecho muy mal, y mientras no nos demos cuenta y no hagamos un mea culpa, no podremos corregir errores.
Hay que preparar nuestra comunidad, para los nuevos tiempos; continuar siendo “pescadores de hombres” es una ardua tarea. No podremos cegarnos al desinterés de los jóvenes, por todo lo que se relaciona con los dogmas y doctrinas de nuestra Iglesia; la falta de vocaciones religiosas, que según creo, no se revertirá; y otros tantos pecados cometidos por sus miembros y su institucionalidad. La juventud ha perdido el gusto por la bondad, por la honestidad, por el verdadero amor, tiene en general otros intereses. Sin embargo, no han perdido la conciencia de su espiritualidad, pero, como no saben como “alimentarla”, suelen tomar caminos erróneos.
Una vez reconocidas nuestras culpas como Iglesia y como generación, debemos asumir la misión encomendada. Hacer de nuestra Iglesia una gran comunidad, en donde participen todos, hombres y mujeres, jóvenes, adultos, niños; una instancia acogedora, alegre, solidaria, equitativa, de todos y para todos; una iglesia cariñosa, solidaria; una iglesia que abra sus brazos para el sufriente sin importar su clase social; una iglesia que nos muestre en forma clara el camino a la plenitud con Dios, el camino a la resurrección en el amor. ¿No creen que es una buena manera para asumir la “pesca de hombres”?.
Debemos “seducir” con la palabra de Jesús, porque una vez que hay un encuentro de ésta con el hombre, normalmente él quiere aprender y saber más; entonces comienza el reconocimiento, y enamoramiento al Verbo. Me he encontrado con cientos de personas desilusionadas de la institucionalidad de nuestra Iglesia, pero hasta ahora, nunca me he encontrado con alguien que se desilusione de la palabra de Jesús. Al contrario, es reconocida, admirada y respetada aún en otras religiones.
Amigos, no es fácil en estos tiempos ser “pescador de hombres” (nunca lo ha sido), pero no es una actitud derrotista la que ahora debemos tener, muy por el contrario, es necesario una actitud llena de esperanza para todos los cristianos, proveernos de la alegría que todos los que comparten a Jesús son capaces de tener; de amor profundo, para ver siempre en el hermano que sufre al mismo Cristo; “educarnos” en la Palabra, compartirla, discutirla, entenderla, y comunicarla, con fe en que Dios abrirá los oídos de tantos……..¡¡oremos por ello!!.
Tenemos planteado el desafío: Jesús nos llama a ser “Pescadores de hombres”, en estos tiempos, en estos días.
Felicitaciones por esta reflexión. Son aquellas reflexiones que nos traen el evangelio con la palabra del Señor al mundo real. Su lectura motiva, atrae y se hace sentir en nuestros corazones adormilados.
Cuando escucho las prédicas del domingo las leo, me parecen tan académicas, lejanas, pasan como el viento y no me dejan nada.
El trabajo de ustedes como laicos es lo que necesita nuestra querida Iglesia. Ustedes, nosotras y nosotros, somos el Pueblo de Dios.
Me pregunto: ¿los obispos y la jerarquía de nuestra Iglesia estarán leyendo estas reflexiones?
Patricio, bendiciones por abrirme el corazón con la letra final de la canción cristiana que dice: Señor, me has mirado a las ojos, sonriendo has dicho mi nombre. Tú necesitas mis manos, mis cansancios que a otros descansen amor que quiero seguir amando.
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