Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
05 Ene 14
Lucas 5, 12-16
Enseguida le dejó la lepra –
En otra ocasión, cuando Jesús estaba en un pueblo, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, cayó rostro en tierra y le suplicó: “Señor, si quieres, puedes limpiarme.”
Jesús extendió la mano y tocó al hombre. “Sí, quiero”, le dijo. “¡Queda limpio!” Y al instante se le quitó la lepra.
“No se lo digas a nadie”, le ordenó Jesús; “sólo ve, preséntate al sacerdote y lleva por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que sirva de testimonio.”
Sin embargo, la fama de Jesús se extendía cada vez más, de modo que acudían a él multitudes para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades.Él, por su parte, solía retirarse a lugares solitarios para orar.
El texto de hoy nos describe la cura de un leproso. Los leprosos estaban entre las personas más marginadas de la época. Eran obligados a vivir fuera de la ciudad o aldea y alejados de todo contacto social, por motivos higiénicos y religiosos. La única esperanza de un leproso de ser reintegrado a la comunidad, estaba en una curación milagrosa. De ahí el humilde pedido de este hombre: “si quieres…”
Jesús no evade el contacto con el leproso. Más bien, superando toda prohibición legal, extiende su mano y le toca: “…quiero….” Jesús quiere curar al enfermo pues él está en contra de un sistema social y religioso que margina a las personas en nombre de Dios. Él es sensible al sufrimiento de los marginados por la sociedad, despreciados por la religión o rechazados por los sectores que se consideran superiores moral o religiosamente. Él sabe que Dios no discrimina a nadie, sino que acoge y bendice a todos. En el gesto y las palabras de Jesús queda demostrado el amor de Dios, que es más fuerte que cualquier mal, incluso el más contagioso y horrible.
Siempre que discriminamos desde nuestra supuesta superioridad moral a diferentes personas o grupos humanos (vagabundos, prostitutas, sidosos, inmigrantes, homosexuales…), o los excluimos de la convivencia negándoles nuestra acogida, nos estamos alejando gravemente de Jesús. El papa Francisco, con su actitud humilde y acogedora de los marginados nos da el ejemplo a seguir.
Finalmente, vale la pena notar que Jesús, a pesar de romper leyes y prescripciones al acercarse al leproso y curarlo, quiere que la curación sea certificada por el sacerdote, como prescribe la Ley. Esto no es una contradicción. Es que para Jesús, la Ley sólo debe ser rota cuando oprime al ser humano. Y con el cumplimiento de la prescripción de presentarse a las autoridades, el leproso quedará libre para reintegrarse a su comunidad y vivir una vida normal.
El Evangelio de hoy nos desafía a tener el coraje de examinar nuestras leyes y nuestra práctica para verificar si no estamos excluyendo a los y las diferentes o no estamos creando cristianos de segunda categoría en nombre de Dios.
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