Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
15 Dic 18
Lucas 5. 17-26
Jesús sana a un paralítico
“Un día Jesús estaba enseñando, y había allí entre los asistentes unos fariseos y maestros de la Ley que habían venido de todas partes de Galilea, de Judea e incluso de Jerusalén. El poder del Señor se manifestaba ante ellos, realizando curaciones. En ese momento llegaron unos hombres que traían a un paralítico en su camilla. Querían entrar en la casa para colocar al enfermo delante de Jesús, pero no lograron abrirse camino a través de aquel gentío. Entonces subieron al tejado, quitaron tejas y bajaron al enfermo en su camilla, poniéndolo en medio de la gente delante de Jesús. Viendo Jesús la fe de estos hombres, dijo al paralítico: «Amigo, tus pecados quedan perdonados.» De inmediato los maestros de la Ley y los fariseos empezaron a pensar: «¿Cómo puede blasfemar de este modo? ¿Quién puede perdonar los pecados fuera de Dios?» Jesús leyó sus pensamientos y les dijo: «¿Por qué piensan ustedes así? ¿Qué es más fácil decir: «Tus pecados te quedan perdonados», o decir: «Levántate y anda»? Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados.» Entonces dijo al paralítico: «Yo te lo ordeno: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.» Y al instante el hombre se levantó a la vista de todos, tomó la camilla en que estaba tendido y se fue a su casa dando gloria a Dios. Todos quedaron atónitos y alababan a Dios diciendo: «Hoy hemos visto cosas increíbles. » Pues todos estaban sobrecogidos de un santo temor”.
El evangelio de hoy nos entrega muchas pistas para trabajar lo que me imposibilita en un corto espacio poder desarrollarlas. Mencionaré algunas y de ahí, tomaré una pista, dejando a ustedes la tarea de buscar y escoger otras. Veamos algunas. La fuerza de la fe y la amistad de los que llevan al enfermo y lo bajan por el tejado desafiando todo protocolo. La actitud de servicio, socorro, auxilio de ellos. Lo contrario a la indiferencia, la comodidad, la incoherencia entre lo que profesemos y hacemos. También, este evangelio nos enseña que, para llegar al Señor muchas veces se necesita de “facilitadores”, personas que nos lleven a él.
Un paralitico es una persona que sufre de limitaciones motrices y que no puede moverse o trasladarse sin ayuda. Es dependiente. Si ello lo ampliamos a lo que es la vida actual en un mundo frío, impersonal, egoísta, acelerado, podemos ir viendo lo lejos que estamos de este mensaje de Jesús de tener fe, darnos el tiempo y sortear obstáculos para ir en ayuda de todo quien sufre limitación, impedimento y/o dolor. No se trata solo de una enfermedad, de un accidente, de una escasez. Es toda afligida necesidad de una persona sea familiar, vecino, próximo o lejano que, al sentimiento de nuestro corazón cristiano, podamos socorrer. A veces, algo tan simple, como oírlo, acompañarlo, visitarlo.
En el día a día, en todo momento y quehacer rutinario, vamos cruzándonos en el camino con personas que tienen una limitación, son muchos. Pasan inadvertidos de ojos que no quieren ver. Los invito a ampliar nuestra mirada con el corazón y no limitar nuestra atención por aquel paralitico con limitación en el movimiento que es muy fácil observar, sino en aquel que camina en silencio, sin llamar atención, a veces con vista perdida, desorientado, abrumado, como llevando en su espalda una pesada mochila. Hay infinidad de situaciones en que personas agobiadas pasan o están cercanas a nosotros. Pasan y no las vemos, no las percibimos. Aquí, está el mensaje del evangelio de hoy. Bajo la mirada de Jesús deben ser nuestros prójimos.
En este instante, no puedo dejar de incluir la cita de Mateo 22, 36-40: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento grande en la ley? Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente. Este es el primero y el grande mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley”.
Mientras escribo esta reflexión, una modesta y afligida familia inmigrante con tres hijos pequeños y un cuarto por nacer en víspera de navidad, se llamará Claudina, deben dejar la pequeñísima cabaña en que estaban hacinados. Ello me ha dado la oportunidad de “mirar con los ojos del corazón” a esos prójimos, limitados como lo era el paralitico. Con fe y ayuda de mi esposa, imitando a los que llevaron al paralitico a la presencia de Jesus descolgándose por el techo del templo, puedo contarles como testimonio de esta reflexión que va mas allá de las palabras que una suma de coincidencias de personas de buen corazón, permitirán que esos niños y la niñita que llega, estarán ya instalados en la noche de Navidad, en un nuevo hogar, en la pequeña localidad del litoral central de Chile, que se llama Algarrobo.
¿Serás capaz de ayudar a ese u otro “paralítico” que necesita auxilio y está próximo a ti?
«Se engaña si pretende ser cristiano quien acude con frecuencia al templo, pero no cuida de aliviar las miserias de los pobres. Se engaña quien piensa con frecuencia en el cielo, pero se olvida de las miserias de la tierra en que vive». Alberto Hurtado Cruchaga. 1901 – 1952. Santo chileno.
Toda la razon. Cuando me confese despues de 30 año y reencontre con el señor.El padre Jaime Fernandez, soporto una lista de pecados por algunos minutos. Luego me interrumpio prguntandome el tiempo q habia pasado de aquellos acontecimientos. Yo le respondi sorprendido que eran unos unos pecados en mi juventud. Miles de años atras. Entonces me pregunto si era generoso con el projimo y si ayudaba en todo lo que podia a los necesitados. Ya que Dios se fijaba mas en las buenas acciones hechas durante la vida que los pecados comunes. Y me dijo veo gente en misa comulgando y y golpeandose el pecho y eran tiranos, explotadores e indiferentes a las necrsidades y dolores ajenos. Luego afirmo, una persona puede engañarse a si mismo haciendose el bueno pero… al Señor jamas. El lo ve todo. El padre Jaime es inolvidable.
¡¡ Bien hecho!!
Llegando a mi trabajo y mientras terminabas las ave María, Vi un pordiosero saliendo de un mall, en silla de ruedas, le faltaba un pie y le conducía la silla un negrito que probablemente era haitiano, pobremente vestido. Pensé, en el pobre haitiano, que en vez de andar buscando el sustento, como tantos, prefirió ayudar a otro mas pobre que él. Varios días esos dos anduvieron en mi mente, porque me sorprendieron, a diario no son parte de mi paisaje, no veo esos pobres por donde ando, pero mientras repito ave maría….. los ojos del que todo ve, mira a esos dos
Feliz Navidad
qué grande y generoso es tu corazón, eres una luz en el camino para muchos y espero, que algún día, pueda ayudar a otros como tu