Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
09 Sep 08
Lucas 6, 12-19
Pasó la noche orando. Escogió a doce y los nombró apóstoles.
Por aquellos días subió Jesús al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.
Hoy quisiera centrar nuestra reflexión en las primeras palabras de este Evangelio: Jesús subió al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Lucas hace referencia a la oración de Jesús en los momentos más decisivos de su vida: antes del Bautismo, al realizar varios milagros, en la Última Cena, en el Huerto de los Olivos, en la Cruz, etc.
Introducciones como ésta suelen pasar desapercibidas en nuestra lectura del Evangelio, pero, de hecho, son de máxima importancia. La elección de los Doce no era menor; no se podía hacer a la ligera. Era la decisión central para la vida futura de la iglesia por lo que Jesús se retira al monte donde sostiene una prolongada oración, dialogando con Dios. La «noche», es indicio de la perplejidad que lo invade; el «monte», hacia el cual ha «salido» él solo, expresa en términos figurados el lugar más adecuado para un encuentro con Dios, mientras que la «oración» es el medio de clarificación, a fin de que Dios dé luz verde al cambio de planes que se ve obligado a introducir.
«Cuando se hizo de día», indicio de que la oración ha obtenido resultados positivos -no se pueden tomar decisiones mientras a uno lo envuelve la tiniebla-, «llamó a sus discípulos, eligió a doce de ellos y los nombró apóstoles». Jesús, al elegir a estos doce amigos íntimos como sus discípulos, establece los cimientos del nuevo Israel o pueblo de Dios.
Y nosotros, ¿cuántas noches hemos pasado en vela orando?, tal vez en alguna oportunidad muy especial, como por ejemplo elegir una carrera, optar por la vida matrimonial o una vocación, decidir dónde educar a nuestros hijos, o en situaciones difíciles en el trabajo o en la familia, pero no como algo habitual.
Muchas veces las cosas no nos salen como queremos y la gran pregunta que nos surge es ¿Y cómo sabemos si la respuesta viene realmente de Dios? No me siento ningún modelo, pero quizás pueda servir mi experiencia personal. A Dios le encanta ayudarnos y de alguna manera se las arregla para enviarnos algunas señales, por ejemplo, una profunda paz interior, alegría, amor, etc.
Aunque no se refiere directamente a este evangelio, hay otro punto que quisiera destacar. ¡Qué astuto fue Jesús en la elección de los apóstoles! Cada uno de un origen totalmente diverso. Gente muy sencilla, demasiado sencilla incluso para nuestro gusto, para la difícil tarea a la que iban a ser llamados. Posiblemente ninguno de ellos entendió perfectamente lo que Jesús quería de ellos. Fueron gente normal, con todas sus debilidades. Exactamente como nosotros. Y como nosotros cayeron muchas veces, fueron débiles, no supieron seguir el ritmo de Jesús, no lo entendieron, algunos le negaron ante las autoridades. Ninguna de esas cosas le hizo a Jesús dar marcha atrás de su decisión. Fueron una y otra vez confirmados en su elección. De ellos y de su predicación hemos recibido nuestra fe. Aunque en nuestra opinión no sean los mejores. Pero Jesús creyó en ellos y creyó en el poder de la gracia de Dios, capaz de hacer de personas normales y corrientes, como nosotros, fundamentos de la fe de la comunidad cristiana.
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