Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
07 Sep 09
Lucas 6, 6-11
«Estaban al acecho para ver si curaba en sábado»
Otro sábado entró en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos lo espiaban para ver si curaba en sábado, para tener algo de que acusarlo. El, leyendo sus pensamientos, dijo al hombre de la mano paralizada: “Levántate y ponte en pie en medio”. Él se puso en pie. Después se dirigió a ellos: “yo les pregunto, ¿qué está permitido en sábado: hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?” Después, mirando a todos en torno, dijo al hombre: “extiende la mano”. Lo hizo y la mano quedó restablecida. Ellos montaron el cólera y deliberaban qué hacer con Jesús.
Este pasaje del evangelio forma parte de una serie de enfrentamientos de Jesús con los fariseos y escribas. De hecho, en los versículos anteriores los discípulos han sido criticados por los fariseos por haber arrancado espigas un día sábado, en que estaba prohibido específicamente recoger la mies (Lc 6, 1-5).
Para entender un poco este enfrentamiento, conviene recordar que en la época de Jesús, el sábado, que en un comienzo tenía el sentido religioso de recordar la creación de Dios en seis días con su descanso en el séptimo, había sido distorsionado en forma muy estricta por la ley rabínica y tenía 39 prohibiciones de trabajo. Pero Jesús, al igual que los profetas, atacaba el rigorismo formalista de estas prohibiciones: “El sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2, 27). Por supuesto que esta forma de actuar de Jesús tenía que chocar violentamente con la mentalidad legalista de los fariseos.
Jesús entra en la sinagoga y entre toda la gente reunida para celebrar el sábado, se nos señala que hay un hombre con la mano paralizada. Y Jesús se fija en él y se compadece de su necesidad. El hombre con la deficiencia física no pide ningún favor, pero Jesús, a sabiendas que está siendo observado y que va a ser atacado por lo que haga, toma la iniciativa. En una actitud que podemos considerar desafiante, hace que el hombre se ponga en medio y luego interpela a los fariseos: ¿qué está permitido en sábado…?. Es una pregunta retórica y Jesús no espera respuesta, simplemente actúa y cura la mano del hombre… lo cual provoca la ira de sus detractores… y es que Jesús ha puesto al hombre enfermo por sobre el descanso del sábado.
Tal vez lo que más me interpela es la actitud tan libre de Jesús. Y es que muchas veces tenemos más en cuenta las normas… o la moral de la iglesia… o el catecismo… No me mal interpreten. No es que me oponga a estas cosas, pero con Jesús, creo que al final, y por encima de todo, están las personas. Y es que una norma puede destruir igual que salvar o ayudar.
Hace algunos años me tocó acompañar a una pareja de jovencitos que perdieron a su guagüita de un mes. El niño murió de una diarrea causada por desnutrición, ignorancia, falta de aseo… en otras palabras, de pobreza. Me pidieron que buscara a un sacerdote para que les hiciera un responso y yo, buena católica al fin, me fui a la parroquia más cercana. Cuando llegué con el padre al cuartito donde vivían, sobre una mesa sin mantel, alumbrado por dos velitas, habían puesto el diminuto ataúd y se consolaban mutuamente. Viendo esta escena de dolor y miseria, al sacerdote no se le ocurrió nada mejor que comenzar a retar a la pareja porque no estaban casados por la iglesia y porque no habían bautizado a su hijito… ¡y lo peor de todo es que yo callé ante semejante falta de caridad!!
Por un lado el sacerdote estaba poniendo la estructura legal por sobre el bien de las personas necesitadas y por otro lado yo tuve miedo o pudor de corregir su actitud, olvidando que el Reino de Dios pasa también por la denuncia profética de las injusticias que existen en nuestra sociedad y en nuestra iglesia. Y es que a veces tenemos miedo del qué dirán… de lo que nos puede pasar… y elegimos respetar las normas olvidándonos del respeto a las personas.
Jesús muy bien podía haber dejado la sanidad para otro día, ya que la vida del hombre no estaba en peligro por la discapacidad que sufría. Pero Él entró a la sinagoga a enseñar, y yo creo que su gran enseñanza es que la vida humana siempre es más importante que la ley o los ataques que se puedan recibir… y su muerte fue consecuencia de su opción por la vida.
Una vez más, Corina nos «golpea» fuerte en donde más duele. Nos aferreamos a la ley sin buscar en ella su real sentido, aplicación y justificación. Somos simplistas, cómodos y a veces indolentes. ¡Qué craso error el del sacerdote que relata Corina! En verdad, los cristianos católicos necesitamos volver a reencontrarnos y reencantarnos con el Jesús vivo y presente en todo momento en medio de nuestro diario convivir.
Vivimos encasillados, aislados, indolentes, satisfechos con cumplir con la misa dominical, la oración y contemplanción, olvidando la suerte del prójimo. Nuestra sociedad consumista, exitista y materialista nos ha alejado de Dios y de la misión que nos ha dado Jesús. ¿Qué responderemos a la pregunta ¿Qué hiciste? …
Me ha impactado mucho el testimonio de Corina y me ha dejado triste. Muy poco feliz la actitud del sacerdote, péro tal vez no abusemos de estos malos ejemplos que enlodan la maravillosa misión de nuestra Iglesia….es comun encontrar en la prensa a diario comentarios lapidarios contra los sacerdotes…eso vende mucho…sin embargo la gran cantidad de obras buenas que ellos hacen y los sacrificios de su vida consagrada no se publican…la bondad y el amor son silenciosos. Debemos asumir nuestra actitud co-paticipadora de la Misión de la Iglesia y ser mas activos en testimonio y ayuda a nuestros pastores.
Cony,
Gracias por tu reflexión evangélica, en que entregas un hecho concreto de la realidad y que nos sirve para no cometer los mismos errores.
Con aprecio.
Ramón.
Quizás la actitud del sacerdote no este bien pero como estos son comentarios lapidarios que la prensa si comunica y no muestra las grandes cosas que hacen por el amor a Cristo. Quiero decir que en muchas iglesias protestantes también se pueden ver las clases de criticas y aun peor el rigorismo para llevar la vida restringiéndose de cosas que no son malas y que se cohiben de hacerlas porque todo es malo según ellos.