Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
18 Sep 20
Lucas 7, 31-35
Tocamos y no bailas, cantamos lamentaciones y no lloras
Jesús dijo: «¿Con quién puedo comparar a los hombres del tiempo presente? Son como niños sentados en la plaza, que se quejan unos de otros: ‘Les tocamos la flauta y no han bailado; les cantamos canciones tristes y no han querido llorar.» Porque vino Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y dijeron: «Está endemoniado.» Luego vino el Hijo del Hombre, que come y bebe y dicen: «Es un comilón y un borracho, amigo de cobradores de impuestos y de pecadores.» Sin embargo, los hijos de la Sabiduría la reconocen en su manera de actuar”. Los que tienen la sabiduría de Dios lo han reconocido por su “manera de actuar” ¡han reconocido al Hijo del Hombre!
Una cosa es segura, los que reconocen la sabiduría de Jesús y hacen de su palabra la directriz de sus vidas, no se pueden equivocar en reconocer la virtud.
Tal vez en los tiempos que vivimos, nos sentimos confundidos ante la vorágine de episodios de dolor y sufrimiento que recaen sobre el mundo, como también sobre las personas; pero sobre todo en aquellas más vulnerables.
La mayoría de la gente, tiene una visión particular y personal, sobre cada uno de los hechos contingentes, dado que en esta mirada influyen las características propias, únicas e irrepetibles que poseemos todos los seres humanos. Estas son sociales, ambientales y personales; las características sociales refieren al medio en el que el individuo se desenvuelve, familia, amigos, el nivel socioeconómico y cultural; las ambientales como el barrio, el entorno, el paisaje, el clima, etc. y luego tenemos las personales, constituidas por las experiencias vividas, temperamento, carácter, capacidad intelectual y de aprendizaje. Por lo tanto la diversidad de apreciación e interpretación de cada hecho es absolutamente diferente de un individuo a otro. ¿Y quién nos asegura que nuestra mirada sea la correcta?
No nos equivocaremos cuando reconozcamos el actuar de Cristo, en el accionar ajeno o propio.
Para Jesús, la humanidad debe prevalecer por sobre todo tipo de intereses, como de igual manera, la sobrevivencia de ésta en el planeta; también según su “Palabra” la fraternidad, que no es más que reconocer en el otro la propia naturaleza; son los principios que priman en el reconocimiento de Dios en el hombre.
Continuamente los noticieros nacionales e internacionales, destacan hechos que denigran alguna raza, alguna clase social, nacionalidad, tipo de pensamiento religioso o político, independiente de la naturaleza de sus acciones. Se debe entender también que la justicia de los hombres es muy distinta a la de Dios y que muchas veces lo “legal” es muy distinto de lo moral; por ejemplo, es legal cobrar un sobreprecio por alguna cosa, pero es inmoral aprovecharse de las circunstancias por las que otro lo pagaría.
Hemos relativizado nuestros compromisos fraternales y de comunidad, para vivir en armonía entre los hombres y la naturaleza, dando otros significados a estos conceptos según las circunstancias y conveniencias.
Pero ¿Cómo podemos reconocer entre tantos, quiénes son los que tienen la razón o quiénes son los justos? No es tan difícil de determinar si miramos su “actuar”, así como también Jesús fue reconocido como “Hijo del Hombre», pese a su conducta tan humana (comía y bebía vino). Porque el evangelio nos indica claramente cuáles son las conductas que debemos tener para con el prójimo. Una conducta misericorde, generosa, caritativa, sin prejuicios, sin diferencias de ningún tipo.
Pensando en esto, debemos crear una cultura nueva, basada en conceptos de honor, honestidad, ética y moral; que otorgue dignidad y honorabilidad a todo hombre.
Cambiar los paradigmas que rigen hoy en día la política de los pueblos es una necesidad, se necesita un cambio de mentalidad, en donde lo comunitario valga más que la individualidad, la bondad más que la infamia, el honor más que el dinero; reconocernos por el actuar de acuerdo a lo que nos anuncia “El Galileo”.
“El amor se ha de poner más en las obras que en las palabras” San Ignacio de Loyola.
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