Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
09 Mar 19
Lucas 9. 22-25
El que pierda su vida por mi causa la salvara
«Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.» Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?»
Cuando en la Biblia se habla del mundo, de lo que se habla es de todo lo que te distrae del camino hacia Dios. El mundo es el sinónimo de los egoísmos, las debilidades y las bajezas que podemos llegar a cometer por alcanzar un lugar en una sociedad que nunca ha podido lograr la realización del “bien común”. En este mundo se valora lo que tienes más que lo que haces, se valora el poder más que la misericordia, se aprecia la belleza más que la bondad… parece increíble que Jesús mencionaba los pecados del mundo hace 2000 años y hoy sus palabras sigan vigentes.
Pese a lo que se nos ha enseñado, pese a lo que se nos ha predicado, los cristianos -principales lectores de estas reflexiones- seguimos escuchando las voces del mundo en vez de la voz de Cristo.
Si no fuera así, ¿porque nos desvivimos por comprarles regalos carísimos a nuestros regalones en vez de orar con ellos todas las noches de sus vidas? ¿Por qué hacemos dietas tortuosas o nos sometemos a operaciones y tratamientos de belleza en vez de realizar ejercicios espirituales que mejoren nuestra espiritualidad y nuestra fe? ¿Por qué invertimos dinero en cosas superfluas para impresionar a los otros en vez de alimentar a otros?
Jesús habla de la pérdida en este pasaje tan “rudo”, porque para seguirlo se deben pagar costos. Costos que, para algunos, los de mayor santidad, pueden ser muy bajos. Pero difíciles para los que han escuchado más las voces mundanas. Porque implica renunciar al éxito social, los lujos mundanos, el egocentrismo natural de cada ser humano, el poder del dinero o de la fuerza. Y seguir la humildad, la generosidad, la simpleza, la honestidad.
Visto en palabras escritas en un papel, parece obvio escoger seguir a Cristo, con aquellos valores tan maravillosos. Pero en la práctica, en el día a día ¿Qué estamos haciendo realmente?
Hace unos días tuve la experiencia de escuchar (en un espacio sagrado de acompañamiento espiritual) a una joven mujer, que se acercó para contarme el difícil momento que estaba pasando, que en el último mes estaba durmiendo en casa de amigos o conocidos y que llevaba dos noches durmiendo en la calle.
La consolé, la alimenté, le entregué palabras de apoyo y hasta le di mi número de teléfono para que me llamara si necesitaba conversar nuevamente… pero no fui capaz de ofrecerle mi casa para que se quedara unos días, aun cuando tengo una cama que podría haber utilizado…ahí comprendí cuanto me falta aún en mi seguir a Cristo. Entendí como me he contaminado de las desconfianzas del mundo que no puedo confiar… y he orado muchas veces para que pueda aprender a perder… para poder ganar mucho más a Jesús.
En este inicio de Cuaresma es ese el pedido que he elevado a Dios, que me permita ir soltando el mundo, con sus propiedades, éxitos, estatus, para poder tomarlo a Él, representado en los que temen, en los que sufren, en los que esperan que Cristo se les manifieste a través de sus hermanos.
Tal vez, llegue otro momento en que por amor no solo abra mi corazón, sino el de mis posesiones materiales, que, como el joven rico, he preferido cuidar hace unas semanas…lo más triste es que esa joven ni siquiera me ha vuelto a llamar. Pero oro para que lo haga…
Claro que eche de menos. Me hace falta el cable a tierra que cada semana me proporcionan.
Es importante que no veamos toda la historia de la humanidad como progreso, algo de superación personal y de alguna dispensación del Reino de Dios aquí en la tierra; esto ya se condenó en los Concilios. Tenemos que ver la historia como el regreso del hombre al paraíso perdido por él, al estado de similitud perdido por él, y elevado a la sobrenaturalidad de Cristo.
Ciertamente, la humanidad anhela la perfección a la cual Dios ordenó inicialmente al hombre. El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Una imagen es un alma inmortal dada por Dios al hombre. El estado de semejanza es esforzarse hacia Dios. Después de la caída, el hombre perdió la oportunidad de ser como Dios, pero por gracia, el deseo permanece. Por lo tanto, las búsquedas para volver a lo perdido en los orígenes son completamente naturales. Pero seguir al mundo es tomar la dirección equivocada.
Debemos conocer nuestra fe. La fe no es un sentimiento místico abstracto, tiene su contenido, y guía correctamente a una persona en esta vida a la vida del próximo siglo, al Reino de Dios. El hombre no puede vivir sin la fe. La fe es lo que se da al hombre en su creación, expresada en la Biblia por la palabra «semejanza». Pero si Dios es reemplazado, entonces la integridad de la persona se pierde y se pierde cierta distensión mental del alma humana. Entonces, la mejor forma de oposición cristiana a lo mundano es la vida saludable de la Iglesia, con Oración y Liturgia, pero además con el estudio de las Sagradas Escrituras y las enseñanzas de los Padres de la Iglesia.
Tenga en cuenta que la mezcla o combinación de personas en algún momento o circunstancia, no conduce a la unidad, a la unidad en la fe, a la comunión con Dios, a la Felicidad. Considere lo siguiente. Si usted navega en un bote, se mete en una tormenta y debe unirse con aquellos que se encuentran en esa misma situación con usted para recoger agua o remar juntos a la orilla; cuando hayan pisado tierra (y lo harán si Dios quiere), entonces, estarán a salvo pero difícilmente usted se habrá quedado con las personas con las que estuvo en ese barco. Usted habrá sido uno con ellos, pero mezclados o combinados así, ustedes no habrán logrado una mentalidad parecida, sino que una ayuda mutua.
Eso es lo que sucede con los cristianos que viven en el mundo. La unidad o comunión con Dios, con el Reino de los Cielos, implica integridad en la vida, y por eso en todos los demás y con todo lo del mundo podemos estar cerca, pero no llegaremos a convertirnos en uno.
En Cristo está la esencia de nuestra unidad y comunión. El punto de contacto es Dios. Si buscamos otras razones para nuestra similitud, nuestra semejanza, entonces estaremos preferirendo perdernos por alguna cosa que nos ofrece el mundo no Celestial.
En Cristo podemos perdonar, en Cristo podemos amar, en Cristo podemos ser amigos y podemos esperar. En Cristo podemos estar agradecidos. En Cristo podemos detener el odio y la maldad. Todo está en Cristo.
Al poner a Cristo en primer lugar, verás cómo todo en tu vida caerá en su lugar. Todo se vuelve organizado, unido, completo.
Tomar la cruz de cada día, es hacer la vida sencilla de siempre, Marino Restrepo explica esto de las florecillas y de vivir haciendo el bien, queriendo lo que se hace y con quien nos cruzamos….. pero todo eso proviene del Señor…. hacer oración…encontrar eso momentos tan íntimos y reveladores de su palabra de las acciones que hacemos y que el inspira, o que El hace…. reparar las faltas de amor, reparar los gestos descomedidos, que actúe en nosotros y evitar las practicas que le ofenden,por ejemplo ¿Será ofensa comulgar en la mano, sin arrodillarse…. será ofensa comulgar sin estemecimiento interior? si prepararse para recibirlo, sin oración previa?….. Yo creo que guiados como corderos nos enseñado a ofenderlo por no saber y sin querer le clavamos en la cruz, por indolencia, por falta de cultivar interioridad. Al menos reconozco muchas de estas culpas..