Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
09 May 11
Marcos 10, 17-27
Vende lo que tienes y sígueme
Cuando Jesús estaba ya para irse, un hombre llegó corriendo y se postró delante de él. “Maestro bueno”, le preguntó, “¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?” “¿Por qué me llamas bueno?”, respondió Jesús. “Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: «No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre.” Maestro”, dijo el hombre, “todo eso lo he cumplido desde que era joven.” Jesús lo miró con amor y añadió: “Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.” Al oír esto, el hombre se desanimó y se fue triste porque tenía muchas riquezas.
Jesús miró alrededor y les comentó a sus discípulos: “¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!” Los discípulos se asombraron de sus palabras. “Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!”, repitió Jesús. “Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.” Los discípulos se asombraron aún más, y decían entre sí: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?» “Para los hombres es imposible”, aclaró Jesús, mirándolos fijamente, “pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible.”
Qué difícil, ¿no? Este texto siempre me ha parecido como un mensaje casi imposible de seguir. El joven rico, o incluso los no tan ricos, se quedan atrás ante esta directiva: ¡Vende todo, dalo a los pobres y ven conmigo! A pesar de la buena voluntad que demuestra el joven, al final se va cabizbajo sin poder cumplir las indicaciones. Y lo mismo nos pasa a nosotros, ante semejante exigencia.
A pesar de ello, algunos sí cumplieron el mandato. Los doce apóstoles así lo hicieron, dejaron todo por seguir a Jesús. Conocemos ejemplos de gente comprometida que sí dejó mucho por seguir su mensaje, o seguir su conciencia y convicción de servir a los otros. De hecho, muchos sacerdotes y religiosas, tan criticados hoy, dejaron familia y otras oportunidades por seguirlo; cuántos otros jóvenes conocemos que abandonaron sus estudios o su vida normal por afiliarse a una causa… dejaron todo y hasta dieron la vida en este camino, como Néstor Paz, aquel joven seminarista boliviano que movido por ideales de justicia social, se fue a las montañas para luchar por un mundo mejor.
Recuerdo también de grandes amigos, militantes y hasta algunos ministros acomodados, muchos convencidos cristianos en Nicaragua, que después del triunfo de la Revolución Sandinista, entregaron sus bienes, casas o propiedades al Gobierno para ser usados en favor de ese proceso que buscaba forjar al Hombre Nuevo. En más chiquito, recientemente dos de mis nietos, acostumbrados al “carrete”, a pasarla bien los fines de semana, de fiesta en fiesta, reuniones y paseos, me sorprendieron al dejar estas cosas de “su vida” normal para irse con sus compañeros durante uno o dos fines de semana en condiciones bien duras a las que no están acostumbrados, a construir casas para los terremoteados del sur de Chile.
Entonces, tal vez la directiva puede tomarse de a poquito, ir renunciando a lo innecesario para dedicarle más tiempo a preocuparnos por el prójimo, para preocuparnos por la comunidad olvidándonos un poco de nosotros mismos en este mundo tan individualista; tal vez no sea necesario entregar TODO al principio, ni abandonar todas nuestras cosas, para irnos al desierto siguiendo a Jesús. Tal vez simplemente, el seguirlo significa seguir su Mensaje de Amor, atender a los más necesitados, buscar la Justicia y construir el “buen vivir” solidariamente para todos, en este mundo lleno de desigualdades, que tal vez las causamos o aceptamos nosotros mismos, los que tenemos un poco más.
Ya entre comentarios de esta página anteriormente alguien preguntó que si Jesús vino a dar la buena nueva a los pobres, ¿qué entonces de los ricos? Tal vez les es más difícil, como sugiere el texto, pero creo que vino también para que los ricos abran los ojos y extiendan las manos a los menos ricos. No podemos vivir en un mundo de injusticias o en un mundo donde unos pocos son muy ricos porque hay muchos pobres. Y no se trata sólo de dinero, sino de privilegios que por mucho tiempo han gozado algunos, por encima de los muchos. Es el caso de Bolivia, donde los siempre olvidados están ahora asumiendo posiciones antes destinadas a los pocos privilegiados. Ese también es el mensaje, dejemos atrás nuestros privilegios para permitir que otros también puedan asumir estos papeles.
Un pasito a la vez para ir construyendo un mundo mejor, ¡pero no dejemos de dar esos pasitos! Así creo, que el mensaje -aunque difícil- ya no es imposible.
Dice Luis: «No podemos vivir en un mundo de injusticias o en un mundo donde unos pocos son muy ricos porque hay muchos pobres». Comparto plenamente esa afirmación, no solo como simple ciudadano de este mundo de inicios del siglo XXI, sino muy en especial, por ser cristiano.
Me inquieta, me molesta, me rebela, vivir en una región (Latinoamericana) en donde está la mayor población de católicos del mundo y, en donde, incoheremente, existe una tremenda desigualdad en la distribución de la riqueza e ingresos. Tenemos muchos templos, santuarios, hermosas y masivas celebraciones populares de adoración a la Virgen, Santos y Jesús. Somos paladines de la palabra y la adoración, pero pésimos «obreros» en la construcción del Reino acá en la Tierra.
Muchas gracias, Luis, por tu reflexión.
Este tema es muy bueno porque uno de los evangelios dice que cuando el joven rico le dice que ha guardado sus mandamientos desde su juventud, la palabra dice » y Jesús le amó» a pesar de eso no rebajo las demandas.
Otra comparación interesante y que esclarece el problema de las riquezas es que al Joven, el Señor le pidió «vende TODO lo que tienes «. En cambio cuando Zaqueo ofrece de su propia cuenta «la mitad de mis bienes daré a los pobres», Jesús no le pide todo. Jesús les dijo » hoy ha venido la salvación a esta casa»
Entonces ¿es un doble estándar ? NO
La Riqueza había salido del corazón de Zaqueo. Había perdido su primer lugar en el corazón del cobrador de impuestos. Y ese era el problema del joven rico:
el trono del corazón, su prioridad máxima.