Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
24 May 10
Marcos 10, 17-27
Vende lo que tienes y sígueme
Cuando Jesús estaba ya para irse, un hombre llegó corriendo y se postró delante de él. “Maestro bueno”, le preguntó, “¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?” “¿Por qué me llamas bueno?”, respondió Jesús. “Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: «No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre.” Maestro”, dijo el hombre, “todo eso lo he cumplido desde que era joven.” Jesús lo miró con amor y añadió: “Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.” Al oír esto, el hombre se desanimó y se fue triste porque tenía muchas riquezas.
Jesús miró alrededor y les comentó a sus discípulos: “¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!” Los discípulos se asombraron de sus palabras. “Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!”, repitió Jesús. “Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.” Los discípulos se asombraron aún más, y decían entre sí: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?» “Para los hombres es imposible”, aclaró Jesús, mirándolos fijamente, “pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible.”
Qué difícil, ¿no? Este texto siempre me ha parecido como un mensaje casi imposible de seguir. El joven rico, o incluso los no tan ricos, se quedan atrás ante esta directiva: ¡Vende todo, dalo a los pobres y ven conmigo! A pesar de la buena voluntad que demuestra el joven, al final se va cabizbajo sin poder cumplir las indicaciones. Y lo mismo nos pasa a nosotros, ante semejante exigencia.
A pesar de ello, algunos sí cumplieron el mandato. Los doce apóstoles así lo hicieron, dejaron todo por seguir a Jesús. Conocemos ejemplos de gente comprometida que sí dejó mucho por seguir su mensaje, o seguir su conciencia y convicción de servir a los otros. De hecho, muchos sacerdotes y religiosas, tan criticados hoy, dejaron familia y otras oportunidades por seguirlo; cuántos otros jóvenes conocemos que abandonaron sus estudios o su vida normal por afiliarse a una causa… dejaron todo y hasta dieron la vida en este camino, como Néstor Paz, aquel joven seminarista boliviano que movido por ideales de justicia social, se fue a las montañas para luchar por un mundo mejor.
Recuerdo también de grandes amigos, militantes y hasta algunos ministros acomodados, muchos convencidos cristianos en Nicaragua, que después del triunfo de la Revolución Sandinista, entregaron sus bienes, casas o propiedades al Gobierno para ser usados en favor de ese proceso que buscaba forjar al Hombre Nuevo. En más chiquito, recientemente dos de mis nietos, acostumbrados al “carrete”, a pasarla bien los fines de semana, de fiesta en fiesta, reuniones y paseos, me sorprendieron al dejar estas cosas de “su vida” normal para irse con sus compañeros durante uno o dos fines de semana en condiciones bien duras a las que no están acostumbrados, a construir casas para los terremoteados del sur de Chile.
Entonces, tal vez la directiva puede tomarse de a poquito, ir renunciando a lo innecesario para dedicarle más tiempo a preocuparnos por el prójimo, para preocuparnos por la comunidad olvidándonos un poco de nosotros mismos en este mundo tan individualista; tal vez no sea necesario entregar TODO al principio, ni abandonar todas nuestras cosas, para irnos al desierto siguiendo a Jesús. Tal vez simplemente, el seguirlo significa seguir su Mensaje de Amor, atender a los más necesitados, buscar la Justicia y construir el “buen vivir” solidariamente para todos, en este mundo lleno de desigualdades, que tal vez las causamos o aceptamos nosotros mismos, los que tenemos un poco más.
Ya entre comentarios de esta página anteriormente alguien preguntó que si Jesús vino a dar la buena nueva a los pobres, ¿qué entonces de los ricos? Tal vez les es más difícil, como sugiere el texto, pero creo que vino también para que los ricos abran los ojos y extiendan las manos a los menos ricos. No podemos vivir en un mundo de injusticias o en un mundo donde unos pocos son muy ricos porque hay muchos pobres. Y no se trata sólo de dinero, sino de privilegios que por mucho tiempo han gozado algunos, por encima de los muchos. Es el caso de Bolivia, donde los siempre olvidados están ahora asumiendo posiciones antes destinadas a los pocos privilegiados. Ese también es el mensaje, dejemos atrás nuestros privilegios para permitir que otros también puedan asumir estos papeles.
Un pasito a la vez para ir construyendo un mundo mejor, ¡pero no dejemos de dar esos pasitos! Así creo, que el mensaje -aunque difícil- ya no es imposible.
Como dice el evangelio: “pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible.” Creo que entrar al reino es tarea difícil no solo para los ricos, la pobreza no es mayor garantía. Los que entren pobres o ricos solo lo harán por la medio de la redención de Jesús; “para Dios todo es posible”. «No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre.” Todo esto lo cumple el joven que se presenta al Maestro, seguramente habrá ganada la vida eterna, no tenía los talentos para seguir a Jesús como apóstol, pero no era un pecador.
El mensaje de los evangelios es claro, lo primero que le responde Cristo es “no mates”, hago hincapié en ello porque el aludido Néstor Paz (por el comentarista) abandona el seminario y finalmente termina en un movimiento de guerrilla. Creo que no podemos tomar ni interpretar el mensaje de Jesús a dejando de lado aquello, el no mates es prioritario, es un punto de partida básico. Entiendo la encrucijada, creo que casi todos hemos visto la película “La misión”, donde en el dramático final algunos toman las armas y otros se aferran a la cruz y mueren con ella en el corazón. Cuando van a aprender a Jesús, Pedro toma la espada y es reprendido con dureza: “Entonces Simón Pedro que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. Jesús le dijo a Pedro “Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber? Juan 18, 10-11.
Los abusos sociales, en el trabajo, en nuestra vida cotidiana son grandes y frecuentes, como bien dice Luís Ramírez “un mundo de injusticias”. ¿Qué nos corresponde abrazar? ¿La espada o la cruz? Así de difícil me parece que es seguir a nuestro Señor.
Manuel Muñoz
Estimado Manuel:
Jesús vino para los pobres (Lc 4, 18: me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres…) y nos dejó dicho aquello del camello y la aguja… y además la Iglesia nos insiste en su “opción preferencial por los pobres”. La pobreza no garantiza entrar en el Reino de Dios, ¡pero el Reino nos exige atender a los pobres! Ése es un punto de partida. Difícil seguir a Jesús, sí, pero lo que estoy sugiriendo es que buscando la justicia, el camino pueda hacerse más llevadero. El “no mates” es evidentemente uno de los mandamientos, pero el defender a otros de la muerte lenta de las injusticias y de la pobreza es también un imperativo.
Jesús le pidió al joven rico que lo deje todo para seguirlo. El aludido Néstor, por su convicción cristiana y amor al prójimo lo dejó todo y se fue a la montaña para defender a su pueblo de las injusticias. No voy a juzgar si su decisión fue la más correcta o no, ¡pero lo hizo por amor! ¿Lo vamos a condenar nosotros por eso? Dice en su última carta antes de morir: … “Es difícil a estas alturas no desesperarse, y es la confianza en el Señor Jesús la que me alienta a seguir hasta el final…”
Lucho
Gracias Luis, por traernos el Evangelio y comentar sobre el. Seguir al Señor y dejarlo todo, fue el privilegio más grande para todos los que lo hicieron. Ellos entraron al Reino de Dios por la puerta angosta y serán recordados por siempre. Ahora nos toca a nosotros hacer la decisión de dejarlo todo, puede realmente significar dejar todo lo que poseemos. Si no poseemos nada, pues será mucho más fácil, mas la verdadera tarea es: Ir y predicar su Evangelio por todo el mundo. Que ese mundo sea el lugar donde vivimos o trabajamos, o talvez la aldea vecina, o una prisión; o a lo mejor otro país. Cuando nos ponemos en las manos de Dios, El decidirá donde enviarnos. El rico se conoce por los bienes materiales que posee, y el pobre por lo que no tiene, mas en el sentido espiritual, puede que el pobre, por pobre que sea, sea el más rico, pues puede acumular riquezas en el cielo, si es fiel a Dios. Respecto a luchar contra los opresores, Efesios 6:12 dice: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Si no entendemos esto, actuaremos en la forma que el enemigo quiere de nosotros y caeremos en su trampa: la violencia. En el Salmo 17:14 David dice: En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios Yo me he guardado de las sendas de los violentos. Y Jesús nos dice en Juan 14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. El rico nunca tendrá paz porque tiene miedo de perder lo que tiene y el pobre que no conoce a Dios, tendrá miedo porque su confianza esta centrada solo en sus posibilidades. Oremos por el rico y por el pobre, y demos gracias por lo que tenemos. Si tenemos a Dios con nosotros, tendremos salud y una familia unida, y seremos más ricos que los que viven en palacios de oro y no pueden ni comer ni dormir bien.
Saludos,
José, Nueva York, USA