Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
21 May 16
Marcos 10: 32-45
“Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”
“Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo. Tomó otra vez a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará.» Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos.» Él les dijo: « ¿Qué queréis que os conceda?» Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?» Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.» Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»
Íbamos caminando para Jerusalén, y comentábamos el texto del profeta Oseas. ¡Impresionante! Antes de que alguien hablara todos pensábamos lo mismo. ¿Habría Jesús recordado esas palabras? ¿Han sido consuelo? Como sabemos los profetas no son adivinos. No preven el futuro, sino siguen los signos del tiempo y ese profeta nos describe metafóricamente la situación de su pueblo.
Es el mismo Dios, sin embargo, de que nos hablan el profeta y Jesús cuando da su grito de agonía en la cruz. El mismo Dios que sentíamos en nuestro camino hacia Jerusalén, unos treinta años después de la Resurrección. Marcos estaba con nosotros e iba apuntando nuestras reflexiones. Subir a Jerusalén tenía y tiene significado doble, el real porque está en un monte y metafórico, ideal, la ciudad Santa, la ciudad que bajará del cielo, pese a que pase y pasó tantos dramas e infidelidades.
Recordamos que Jesús, a pesar de llorar sobre Jerusalén, según nos contaron, quiso hacer allá su última cena, declarar sus últimas palabras y pedir que se reúnan allá para de allá salir a evangelizar. Por ello caminábamos a Jerusalén, para la Pascua, pidiendo fuerzas y fe para cumplir la misión.
Entre los grupos humanos siempre hay conflictos, problemas y nosotros no éramos excepción. Voy a dar mi testimonio. Una vez hice una buena acción con un señor mayor y me enorgullecí, me sentí una seguidora de Cristo, al socorrerlo y acogerlo, hasta que en él afloró su mal genio imposible de soportar, su carácter durísimo y un trato brutal, que eran las verdaderas causas de su fracaso y abandono: – por suerte no era una relación amorosa. Le grité a Jesús que tuviera piedad de mí y me llevara para su lado izquierdo, no me importa, soy zurda, ya no quería vivir.
Sentí una voz dentro de mí, el Espíritu me decía: estoy sufriendo casi como tú mi Señor y sentí que él me contestaba: no es cosa mía concederlo, como nos cuenta Marcos según lo que oía de la Tradición, porque el Hijo de Hombre ha venido a servir y a dar su vida como rescate de muchos.
¿Queremos de verdad seguir a Cristo? ¿Queremos de verdad contemplar los evangelios e integrarnos como sus seguidores? Que Dios nos ayude,
Servir o servirse, lo hemos olvidado, enseñanzas que el buen JESÜS nos enseño desde el comienzo, pero ha primado el ego, la prepotencia, pero nunca es tarde podemos iniciar este nuevo camino, servir con amor a nuestros hermanos.
Ahora a examinarnos como estamos?
Davina,
Una lectura que nos invita a reflexionar en un frío día domingo de invierno, lejos de la calidad del sol de primavera. Cada uno vivimos momentos difíciles, es parte de la vida. A veces tenemos éxitos otras veces fracasadas, muchos. Pero nuestra es breve en el tiempo y se nos pasa corriendo en tantos afanes que le damos importancia y en verdad, a luz del Evangelio, no lo tienen. Sin embargo, Dios nos dio la razón, el libre albedrío, y ello, en el caso mío, me lleva muchas a veces a enojarme con el Señor.
Dicen y para Dios es así, que la suerte o fortuna no existe, pero ¿Qué pasa con un niñita que nace en un hogar de extrema miseria, con problemas de una enfermedad crónica, que el padre abandona pronto el hogar y lo reemplaza un padrastro drogadicto que la viola y envicia con la droga a su madre, etc.? . ¿Dónde está Dios ahí?
Ciertamente, nuestra Fe nos lleva a mirar esa tragedia de una forma “salvadora”, “misericordiosa”, “mesiánica”, pero esa niñita sigue ahí en la miseria, excluida de la sociedad y sin futuro alguno, pero, es una hija de Dios…
Algunos, sobreviven de caída en caída, siendo buenos, laboriosos, y otros, tienen éxito tras éxito, sin hacer nada. Algunos se paran en el camino y ayudan aun caído, y resulta éste ser un zorro disfrazado de oveja, no recibe premio sino castigo y el riesgo de ser devorado.
Unos viven con una salud maravillosa y les llega el momento de partir en la placidez del sueño. Otros, reciben una enfermedad que los limita y excluye, y esperan su partida sin saber el porqué de esa inútil espera. La vida es un misterio y hay que saber llevarla así, no es programable, no es comprable en el mercado bursátil ni en el de los seguros. Tiene premios, demasiados para algunos y castigos para otros, también demasiados y sin razón. La razón humana ni sigue ni tiene similar visión que Dios.
Es incierto el caminar y estamos obligados a seguir caminar, nos caemos y nos levantarnos ¿Qué nos dice el Evangelio? Algo que lo repito siempre e intento comprenderlo, para suavizar el peso y la caída, y seguir caminando, sin olvidar que por algo Él nos mantienen en el camino:
«Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana» (Evangelio según san Mateo 11, 28-30).
Fantástico, lo que El Señor dijo, te vuelve y nos vuelve a decir con su palabra eterna. Vemos las traiciones de tantos y las nuestras (aunque un poco menos) y volvemos a defraudar al Señor, le partimos el corazón, porque no le damos el nuestro porque el mundo nos atrapa con sus ruidos y sensaciones y no le adoramos como El. Todos los días de nuevo la lucha de buscarlo de sentirlo pasar por nuestro lado y no verle. ¡Ten compasión de nosotros Señor !