Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
07 Mar 11
Marcos 11, 11-26
«Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos. Tened fe en Dios»
Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, derecho hasta el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce. Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: «Nunca jamás coma nadie de ti.» Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: «¿No está escrito: «Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos»? Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.» Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: «Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.» Jesús contestó: «Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: «Quítate de ahí y tírate al mar», no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.»
Cuando inscribí mi nombre en el Calendario de Reflexiones Semanales correspondientes a los meses de Enero, Febrero y Marzo del presente año pensé que al anotarme con la lectura de este día, tal vez no sería lo difícil que me ha resultado el tener que explicar y descifrar, en mis palabras, lo que el Señor nos quiso decir entonces pero en el hoy y ahora.
Primeramente se nos habla de un Jesús que, camino a Betania, al encontrarse sediento, para resguardarse del sol y el calor imperante, lo hizo bajo la agradable sombra que ofrecía aquella frondosa higuera, rica en verdes y grandes hojas.
Pero, no era sólo eso lo que esperaba encontrar Jesús en aquel árbol, buscaba ese dulce y refrescante fruto, el higo. Pero no lo encontró. Sólo encontró hojas. Así nos ocurre a nosotros. Nuestro prójimo busca en nosotros algo más que buenas palabras, busca amor y no lo encuentra. Ojala no nos ocurra como a aquella higuera que terminó en el fuego. Preguntémonos, cuando recurren a nosotros en busca de amistad, qué ofrecemos a cambio, sólo palabrería. O peor que eso, tal vez nos desentendemos.
El asunto está no sólo en dar amor sino más bien en darnos nosotros mismos. Porque no otra cosa es el amor.
Respecto a que Jesús echó a los mercaderes del templo, ahora, esos mercaderes ya no truecan productos agrícolas, no venden ganado, o no venden monedas, ahora maquinan leyes que los benefician, en detrimento del pueblo. Son mercaderes que, de cuello y corbata, se pavonean delante de los templos y se santiguan con agua bendita escondiendo sus negociados turbios y despreciables.
Ahora quisiera referirme al poder de la fe. Hay un dicho del que siempre se ha hablado y es que “La fe mueve montañas”. Se trata de un término muy antiguo y que hemos conocido desde siempre.
Ese milagro ocurrió recientemente en Chile y nos mostró que cuando todos nos unimos a orar y juntamos nuestras manos y espíritus en pro del bien común la solidaridad logra objetivos que la mente difícilmente puede concebir, por imposibles que esos sueños puedan parecer.
Esto quedó plenamente demostrado ante la incredulidad del mundo entero. Y esto no sólo salvo a los 33 mineros de Atacama, sino que sirvió para unir a un país entero alrededor de su bandera en un solo Viva Chile
También nos tocó hace ya un año enfrentarnos a uno de los terremotos más grande de la historia de la humanidad y a Dios gracias con la ayuda de todos, nuestro país está volviendo, poco a poco a levantarse. Parece que nuestro país está, cada cierto tiempo, condenado a sufrir estas inmensas calamidades. Sabemos que, gracias a Dios, con la cooperación de todos seguimos adelante.
Percy : Muy bueno tu comentario. Lo comparto. Para la gente es muy difícil salir de si mismo y pensar en los demás. Gracias