Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
02 Jun 18
Marcos 11; 27-33,
«¿Con qué autoridad hacéis esto?»
Volvieron a Jerusalén. Un día, mientras paseaba por el Templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le preguntaron: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?» Jesús les respondió: «Os voy a preguntar yo una cosa. Si me respondéis, os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.» Ellos discurrían entre sí: «Si decimos que es del cielo, dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’ Pero ¿cómo vamos a decir que es de los hombres?» Es que temían a la gente, pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. Así que respondieron a Jesús: «No sabemos.» Jesús les dijo entonces: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»
La curiosidad de todos los hombres motiva a preguntar hacia el prójimo sobre los temas más diversos. ¡Bien venida la curiosidad! Gracias a esto, la incesante búsqueda de respuestas ha llevado a los más grandes descubrimientos y prodigiosos hallazgos. Sin embargo, cuando la curiosidad está motivada por una mala intención, ¡que despreciable es la curiosidad malsana! Los sumos sacerdotes, escribas y ancianos allí presentes, seguramente no le preguntaban a Jesús con una buena intención en su corazón, pues ciertamente no es que querían saber genuinamente con qué autoridad hacia lo que hacía; sino que le hicieron la pregunta para ponerlo en una situación comprometedora tal que se vea en la necesidad de declarar que lo hacía con la autoridad dada por Dios, lo cual hubiese sido una blasfemia, motivo de su propia condenación. Sin embargo, la respuesta de Jesús les devolvió el problema hacia ellos mismos, pues la situación se tornó comprometedora y adversa, al punto que los dejó sin habla.
Esta es precisamente la enseñanza de este pasaje del evangelio. De lo que se trata en nuestra vida es de vivirla sin pretender falsa curiosidad hacia el prójimo, falsa curiosidad hacia un problema, falso interés ante una necesidad. Así como quienes le preguntaron a Jesús con un interés hipócrita y una malsana segunda intención no merecían contar con una respuesta, así mismo tampoco nosotros seremos merecedores de respuesta de parte del prójimo si es que tenemos una «agenda oculta» en nuestras acciones. En la sociedad actual nos enfrentamos día a día a tantos y tantos cuestionamientos, que es natural que tengamos muchas preguntas y muchas críticas por hacer. Hagámoslas. Pero hagámoslas siempre con honestidad sin pretender aparentar una buena intención cuando la realidad es contraria a esto.
Las palabras de Jesús, pero sobre todo su postura ante la hipocresía, nos hacen pensar sobre nuestro actuar. Pero también nos hacen pensar sobre el actuar de la llamada «clase política»; es decir, sobre el actuar de los funcionarios de gobierno. Por una parte, ellos actúan de cara a qué pensarán las mayorías, así como lo que el pueblo hebreo pensaba sobre Juan el Bautista. Por otra parte, actúan según una «agenda oculta», la cual comúnmente responde principalmente a sus intereses personales o bien político partidarios, así como los de los sumos sacerdotes, escribas y ancianos. Esto último no es malo en sí mismo; sino que lo es nocivo para la sociedad y criticable de por sí es que la acción oculte una «agenda oculta hipócrita».
Entonces, ¿qué hacer ante esta situación? Lo primero, seamos cautos en la crítica. Aprendamos a hacernos las preguntas correctas ante cada situación que observamos ocurre en nuestra sociedad. Analicemos cada noticia relacionada a hechos políticos y a los actuares públicos en su mérito propio. Pensemos. Hagamos un esfuerzo de ponernos en la situación de cada una de las partes. Seamos honestos con nosotros mismos, con el prójimo y con nuestras creencias. Y si entonces pensamos que de verdad una acción resulta ser una respuesta hipócrita, hagamos la crítica que corresponde; pero, sobre todo, hagamos que nuestro actuar sea coherente con nuestra creencia. Ahora, más que hace 2000 años, Jesús exige de nosotros un actuar justo y valiente; pero, sobre todo, sincero.
Actuar sin dobles intenciones…interesante reflexión, eso no podemos hacerlo por nosotros mismos, pues tenemos esa maldad original, solo podemos actuar en bondad en sinceridad si reconocemos a Cristo en el corazón, si le dejamos actuar según la tradición de nuestros padres, parientes y bienhechores en los cuales dejó su huella…por nosotros mismos no hacemos nada bueno nos brota el mal naturalmente…seremos buenos caritativos si El actúa en el interior si le abrimos las puertas y nos abandonamos a su plenitud….. hacer su voluntad, ……..¡fácil decir lindas palabras!