Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
12 Mar 12
Marcos 12, 28b-34
En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos. El escriba replicó: Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: No estás lejos del Reino de Dios. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas”.
Amar a Dios es el primer mandamiento. Pero para algunos nos es difícil abarcar este concepto de alguien a quien no vemos, de quien no sabemos cómo es o qué quiere. ¿Quién es este Dios y cómo amarlo? ¿Será rezando todo el día? ¿O escabulléndonos al desierto? ¿O haciendo tremendos sacrificios? Algunos se dedican a ello, pero felizmente la misma lectura desplaza los holocaustos y sacrificios a un segundo plano.
Nos dice que hay que amar al prójimo. ¡Éste es el camino a Dios! Y cuando se habla del prójimo también se nos ha señalado que no es el hermano ni el amiguito. El prójimo de la parábola era un total desconocido tirado en la calle…
Un tercer mandato completa la figura: ¡amar al prójimo como a ti mismo! Y aquí traigo a memoria el último retiro que tuvimos en Miamsi Cochabamba. Allí el el P. Gregorio enfatizó la urgencia de conocernos a nosotros mismos y aceptarnos como somos, con los atributos y fallas que encontremos, como primer paso para superarnos y para aproximarnos al otro. Aquello alienta la autoestima.
Ésta es la trilogía inseparable que debe guiarnos: conocernos y aceptarnos, amar al prójimo y amar a Dios. Son conceptos inseparables donde uno no funciona sin el otro…
Sencilla la fórmula, pero de difícil ejecución, pues aunque nos creamos muy macanudos no acabamos de cumplirla. Hace una semana en un grupo de unas 300 personas hicimos una gira patrimonial del barrio de Bella Vista en Santiago. Entre las maravillas que gozábamos, con edificios históricos, viejas casonas, callecitas acogedoras o parques maravillosos, en una acera muy amplia y cómoda el entusiasta grupo tuvo que esquivar el cuerpo andrajoso y descuidado de un “prójimo” que yacía tirado a lo ancho de la acera. Nadie se paró para averiguar qué le pasaba, si estaba malherido, enfermo o muerto y simplemente los más conscientes tal vez con lástima pensamos que era un borrachín desafortunado, mientras la mayoría sólo lo esquivaba sin siquiera pensar en él.
Evidentemente el “ama a tu prójimo como a ti mismo” no funcionó allí, pues todos buscan para sí lo mejor, en salud, en vestido, en alimento, en comodidad y nadie buscaría para sí la situación de ese prójimo… el “como a ti mismo” falló entonces y todos los días tenemos a nuestra vista y a nuestra mano ejemplo de vidas desgraciadas que no quisiéramos para nosotros y sin embargo las dejamos pasar en otros. Vemos impávidos enormes injusticias y desigualdades, mientras buscamos lo mejor para nosotros. No se trata de vivir mejor, se trata de “vivir bien” como nos enseñaron nuestros antepasados originarios, velando el uno por el otro para que todos vivan bien. “Que nadie viva mal para que otros vivan bien”.
Viéndolo así, ahora sí entendemos el primer mandamiento. Amar a Dios es primero conocerte y amar al hermano profundamente, para luego seguir Sus enseñanzas y su ejemplo!
Muy bueno el comentario de Luis del Evangelio de esta semana sobre el amor a Dios y al prójimo. directo y clarísimo, pero qué difícil cumplirlo como Dios quiere.
¡Amar a Dios!,..…resulta algo tan etéreo, y tan complejo de entender, ¿Cómo es que se puede amar algo o alguien, que ninguno de nuestros sentidos percibe? ……………. Cuando se es niño y el mundo se muestra ante nuestros ojos en forma concreta, este mandamiento resulta absolutamente incomprensible , sobre todo si escuchamos una ley, un mandato, un mandamiento en el cual se dictamina que se debe amar a un ser abstracto que se llama “Dios”. Sin embargo, si pensamos en Dios como el «Amor más puro, como la Bondad excelsa, como la Pureza irrestricta, como la Verdad absoluta», es fácil impregnarse de esta energía maravillosa aún desde una temprana inocencia.
Sabemos que en distintas y primitivas culturas, el ser humano tiende a buscar a partir de algo tan elemental como es el instinto, la existencia de una deidad. La percepción de la espiritualidad está dada en toda la humanidad.
Fundir el espíritu humano en esta Verdad absoluta de la existencia de una energía poderosa, capaz de forjar el universo en una secuencia infinita que aún no somos capaces de descifrar, e incluso con la tecnología actual aún permanecen innumerables incógnitas imposibles por el momento de dilucidar.
Aferrarnos al Poder de la Bondad y por consiguiente alinear nuestras vidas en el Bien y el Amor, eso es ” Amar a Dios”, desde nuestras capacidades, con nuestros pensamientos, con la profundidad de los sentimientos, con el fervor y la pasión del corazón humano.
Una vez que este nexo indestructible se establece, es muy fácil entender el segundo mandamiento, no se puede actuar contra el prójimo, por que se vulnera esta unión sagrada que se forma entre Dios y el hombre.
Si el ”Bien” es dueño del alma humana esta tenderá a proceder con justicia, con solidaridad, con generosidad, con alegría, para con nosotros mismos, para con nuestros congéneres, para con la naturaleza, para todo lo creado por la magnificencia del Padre en el poder de su inmenso Amor.
Luis por todos estos tiempos que Dios el Señor bendiga cada acción que realizamos…porque bendito es su Nombre sobre toda la Tierra.
Felicitaciones por la interpretación compartida.
David