Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
23 Ene 08
Marcos 3, 1-6
Otro día entró Jesús en la sinagoga y se encontró con un hombre que tenía la mano paralizada. Pero algunos estaban observando para ver si lo sanaba Jesús en día sábado. Con esto tendrían motivo para acusarlo. Jesús dijo al hombre que tenía la mano paralizada: «Ponte de pie y colócate aquí en medio.», Después les preguntó: «¿Qué nos permite la Ley hacer en día sábado? ¿Hacer el bien o hacer daño? ¿Salvar una vida o matar?» Pero ellos se quedaron callados. Entonces Jesús paseó sobre ellos su mirada, enojado y muy apenado por su ceguera, y dijo al hombre: «Extiende la mano.» El paralítico la extendió y su mano quedó sana. En cuanto a los fariseos, apenas salieron, fueron a juntarse con los partidarios de Herodes, buscando con ellos la forma de eliminar a Jesús.
Esta lectura me hizo recordar una misa dominical a la que asistí un par de años atrás. Para satisfacción de todos estaba totalmente llena de feligreses por lo que muchos debían participar desde lejos, parados fuera del templo. ¡Somos un país católico! ¿Lo somos en verdad? Algunos habían concurrido por la formalidad de cumplir con el precepto de la misa dominical, otros por seguir su conciencia, otros para continuar con la tradición adquirida desde niños (aunque ese día podía observar la cara de desagrado de niños y jóvenes que estaban allí por obligación de sus padres), otros, ojalá, la mayor parte, estaban allí para estar ante la presencia del Señor y, junto con recibir su palabra, recibirlo en sus corazones enla Eucaristía, ya que según nuestra fe, Jesucristo mismo se hace presente en las especies eucarísticas en Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
La lectura del Evangelio de aquel domingo, que es la palabra de Dios, nos llamaba a ver en el desvalido la necesidad de actuar pero, no solo por hacer la voluntad de nuestro Padre, sino también, por el sentimiento profundo de darle alivio al prójimo en su sufrimiento, y a no mirar hacia otro lado, ignorándolo y seguir de largo. Pues bien, el sacerdote celebrante de la misa de aquel domingo destinó la mayor parte del tiempo de la prédica para explicar el origen, importancia y rito de la vestimenta que ese día llevaba puesta, esto es, actuó como los antiguos sacerdotes de Israel apegados a la formalidad de la tradición y la ley, minimizando lo fundamental del mensaje de Salvación.
Ese día la ira me dominó, sentí una profunda rabia que me empujaba a salir del templo para no interrumpir al sacerdote, lo que finalmente no hice por el consejo de mi esposa que logró calmarme. Hoy, al leer el Evangelio que Marcos nos presenta, no puedo dejar de resaltar lo que nos relata: “Jesús paseó sobre ellos su mirada, enojado y muy apenado por la ceguera de los que estaban en el templo”.
Ciertamente el día del Señor es sagrado, pero más sagrado que ello lo son los hombre y mujeres, que son sus hijos. La obra de Dios, su «trabajo», consiste en liberar, romper las ataduras, rehacer el sistema de vida, trabajar junto al hombre y mujer, mano a mano, día a día sin parar, en la construcción del Reino del Amor que esla Salvación. Jesússe indigna y se duele por la obstinación y empecinamiento de los que prefieren la “ley” a la “Salvación”, la formalidad a lo profundo, prefieren el sentimiento fugaz y superficial a la acción solidaria y reponedora de justicia. Para Jesús ni las leyes, ni los reglamentos, ni las tradiciones traeránla Salvación, sino que será el que las personas cambien, sean hombres nuevos. Esto significa cambio no conservatismo. Para algunos creyentes el mensaje de Jesús lo ven como una amenaza y así, entonces, lo callan, lo acomodan, lo distorsionan elevándolo solo a lo espiritual y lo alejan de la suerte de la sociedad, que son nuestros prójimos. Ser cristianos -para ellos- es solo ir a misa los domingos, tener una relación individual espiritual elevada con Dios y ocuparse de seguir y hacer cumplir la ley antigua, la tradición, el rito y la tradición.
No es fácil encontrar a Jesús airado en el Evangelio, pero esta es una de esas ocasiones y es conveniente destacarlo. Si hoy estuviese en cuerpo presente entre nosotros, preguntémonos: ¿Cómo reaccionaria ante la existencia de más de 1.200 millones de seres humanos que no tienen acceso a agua potable, 1.000 millones que carecen de vivienda digna, 840 millones de personas mal nutridas (200 millones son niños menores de 5 años), 2.000 millones de personas que padecen anemia, 880 millones de personas que no tienen acceso a servicios básicos de salud y 2.000 millones carecen de acceso a medicamentos esenciales?
Pareciera que son muchos los que tienen la mano paralizada, en que todos los días de la semana son para ellos “Sábados”, especialmente aquellos que tienen el poder, los medios e influencias para revertir el fracaso del hombre en administrar y producir la tierra que el Señor nos entregó para el disfrute y gozo de todos los hombres, sin excepción.
Esta lectura nos invita a proclamar, sin miedo y con coraje, el mensaje de Jesús, haciendo abrir los ojos y el corazón de quienes viven en nuestros ambientes sociales, laborales, políticos, de modo de no seguir siendo como los fariseos incoherentes entre nuestra fe y la vida en la sociedad, que está conformado de todos nuestros prójimos. Ellos son personas, no son números estadísticos, no son seres extraños, son nuestros hermanos, hijos del mismo Padre. Es un llamado a la acción sin “escudarnos” en el día “Sábado”. Finalmente, no puedo dejar de destacar, la existencia de tantos otros cristianos que siguen el Señor actuando en sus medios en pro del nuevo mundo al que Él vino a invitarnos a construir juntos.
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