Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
30 Ene 21
Marcos 4, 1-20
Salió el sembrador a sembrar
Comenzó a enseñar de nuevo junto al mar; y se llegó a Él una multitud tan grande que tuvo que subirse a una barca que estaba en el mar, y se sentó; y toda la multitud estaba en tierra a la orilla del mar.Les enseñaba muchas cosas en parábolas; y les decía en su enseñanza: ¡Oíd! He aquí, el sembrador salió a sembrar; y aconteció que al sembrar, una parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en un pedregal donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó por no tener profundidad de tierra. Pero cuando salió el sol, se quemó; y por no tener raíz, se secó.Otra parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Y otras semillas cayeron en buena tierra, y creciendo y desarrollándose, dieron fruto, y produjeron unas a treinta, otras a sesenta y otras a ciento por uno. Y Él decía: El que tiene oídos para oír, que oiga.
Cuando se quedó solo, sus seguidores junto con los doce, le preguntaban sobre las parábolas. Y les decía: A vosotros os ha sido dado el misterio del reino de Dios, pero los que están afuera reciben todo en parábolas; para que viendo vean pero no perciban, y oyendo oigan pero no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados. Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la palabra. Y estos que están junto al camino donde se siembra la palabra, son aquellos que en cuanto la oyen, al instante viene Satanás y se lleva la palabra que se ha sembrado en ellos. Y de igual manera, estos en que se sembró la semilla en pedregales son los que al oír la palabra enseguida la reciben con gozo; pero no tienen raíz profunda en sí mismos, sino que solo son temporales. Entonces, cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, enseguida tropiezany caen. Otros son aquellos en los que se sembró la semilla entre los espinos; estos son los que han oído la palabra, pero las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas, y los deseos de las demás cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril. Y otros son aquellos en que se sembró la semilla en tierra buena; los cuales oyen la palabra, la aceptan y dan fruto, unos a treinta, otros a sesenta y otros a ciento por uno.
Tenemos en esta página de San Marcos una parábola más de Jesús, el maestro de las parábolas. Una parábola bien conocida: la del sembrador, también presentada en San Mateo (13,1) y San Lucas (8,4). Es más, tenemos la parábola y su explicación por parte del mismo Jesús. Así que es difícil dar más que el maestro en cuanto a explicaciones.
Ya tuve la oportunidad decir en esta columna que Jesús tiene un genio particular para contar historias. Tiene este don para cautivar a su auditorio con imágenes sacadas de la vida diaria de quienes enseña. Imágenes muchas veces captadas desde la vida rural, pero que cruzan las épocas y que suenan todavía aun en las más grandes ciudades de hoy.
Un sembrador. Todos tenemos esta experiencia de sembrar algo. Sembrar semillas en el campo o en una tacita de la cocina, sembrar consejos o educación, sembrar reflexiones o comportamientos, sembrar ideas o visiones del futuro. Y todos, creo también, hemos tenido la experiencia del éxito o del fracaso de nuestra siembra. Orientaciones no seguidas por parte de los hijos o los alumnos o bien agradecimientos por parte de los que hicieron lo aconsejado. Al revés también podemos medir en nuestras vidas lo que sembraron nuestros padres, nuestros profesores o los que nos educaron. También vemos éxitos y fracasos en el resultado de los esfuerzos de los que esperaban su cosecha en nuestro crecimiento.
Ya estamos en la parábola. Tenemos en nuestras vidas semillas olvidadas que no darán nada, semillas dispersas que los quehaceres de la vida no nos dieron tiempo para cultivar, semillas de entusiasmo para emprender algo nuevo que quedaron sin futuro. Pero también tenemos el orgullo de ver crecer y florecer semillas de consejos y lecciones provechosos que hemos logrado conservar en el corazón y en nuestras actitudes frente a los demás. Todos tendríamos mucho que contar de las semillas recibidas y transmitidas con sus fracasos y sus éxitos.
La parábola de Jesús habla de la semilla de la Palabra de Dios que Jesús viene a echar por todas partes con generosidad. Esta semilla también tiene sus peripecias diversas desde la sequía y la improductividad total hasta el florecimiento más grande. Parece que el sembrador hecha su semilla por todas partes a pesar de muchos fracasos. Ahí reconocemos bien esta esperanza porfiada de Dios de no abandonar a nadie y de intentarlo todo para salvar a todos. Las distintas actitudes del suelo sembrado pueden parecer a nuestras propias actitudes en la vida : indiferencia, entusiasmo pasajero, olvido en la tormenta de las preocupaciones o bien acogida fructífera de la misma Palabra.
Aquí viene el punto final de esta parábola, su lección para nosotros : Preparen sus vidas para acoger esta semilla de vida que es la Palabra de Dios. No paren en remover el suelo de las rutinas y de los caminos de siempre ya conocidos. No tengan miedo en abrir un corazón tierno en la voluntad de Dios que es la Paz, la justicia, el amor. Saquen sin cesar las espinas de la envidia de la injusticia y del odio. Así nuestro mundo podrá florecer dando a cada uno su espacio y su libertad para producir sus frutos de esperanza y sus flores de alegría compartida.
Deja una respuesta