Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
23 Ene 16
Marcos 4, 1-20
Parábola del sembrador –
De nuevo se puso a enseñar a orillas del lago. Acudió a él tanta gente, que tuvo que subir a una barca que había en el lago y se sentó en ella, mientras toda la gente permanecía en tierra, a la orilla del lago. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas.
Les decía enseñándoles:
-¡Escuchen! Salió el sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, parte de la semilla cayó al borde del camino. Vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra; brotó en seguida, porque la tierra era poco profunda, pero, en cuanto salió el sol se marchitó y se secó porque no tenía raíz. Otra parte cayó entre la maleza, y cuando la maleza creció, asfixió la semilla que no dio fruto. Otra parte cayó en tierra buena y creció, se desarrolló y dio fruto: el treinta, el sesenta, y hasta el ciento por uno. Y añadió: -¡Quien tenga oídos para oír, que oiga! Cuando quedó a solas, los que estaban a su alrededor junto con los Doce le preguntaron sobre las parábolas.
Jesús les dijo: -A ustedes Dios les ha confiado el misterio de su reino, pero a los de fuera todo les resulta enigmático, de modo que: por más que miran, no ven, y, por más que oyen, no entienden; a no ser que se conviertan y Dios los perdone. Y añadió:
-¿No entienden esta parábola? ¿Cómo van a comprender entonces todas las demás? El sembrador siembra el mensaje. La semilla sembrada al borde del camino se parece a aquellos en quienes se siembra el mensaje, pero en cuanto lo oyen viene Satanás y les quita el mensaje sembrado en ellos. Lo sembrado en terreno pedregoso se parece a aquellos que, al oír el mensaje, lo reciben en seguida con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos; son inconstantes y al llegar el sufrimiento o la persecución a causa del mensaje sucumben. Otros se parecen a lo sembrado entre la maleza. Son esos que oyen el mensaje, pero las preocupaciones del mundo, la seducción del dinero y la codicia de todo lo demás los invaden, ahogan el mensaje y éste queda sin fruto. Lo sembrado en la tierra buena se parece a aquellos que oyen el mensaje, lo reciben y dan fruto: uno treinta, otro sesenta y otro cien.
Sobra mayor explicación, según el Evangelio ya Jesús lo hizo, en términos cercanos a los campesinos que lo escuchaban. Esta parábola parece significativa entre las muchas enseñanzas de Él, pues tres evangelistas la ponen en sus relatos y Juan hace referencia a una de sus citas. Lo que falta tal vez es tratarla de comprender nosotros, aquí y ahora.
Podemos verla aplicada a nosotros mismos como el terreno fértil o pedregoso para recibir el mensaje de Jesús. ¿Hemos preparado el terreno para ello? O ¿somos piedritas que no dejan penetrar el mensaje de amor? ¿O malezas que no nos dejan practicarlo? Podemos también aplicarla a otros hermanos cuando de evangelizar se trata ¿cae el mensaje en buen terreno o sobre un pedregal no apropiado?
En este momento se viene desarrollando en Santiago, promovido por Amerindia, teólogos de la liberación en general, un encuentro experimental de jóvenes de cuatro países vecinos con historial conflictivo, Argentina, Chile, Bolivia y Perú, y la intención es el borrar fronteras, conocernos y reconocernos y reescribir la historia con miras a la hermandad latinoamericana, al sueño de la Patria Grande de Bolívar.
Entre pueblos que siempre se han mirado con recelos, donde se ha enseñado la historia según los intereses egoístas de cada país aisladamente, es un tema muy delicado. Para lograr el mensaje deseado de fraternidad, solidaridad, justicia y amor del Evangelio, también hay que preparar cuidadosamente el terreno. Sería muy fácil que nuestras intenciones caigan en el camino, entre piedras o entre mala hierba, entre oídos cerrados con mentalidades atrofiadas e ideas preconcebidas, así que se ha venido hace rato preparando el terreno y se está viendo en la convivencia que los jóvenes comienzan a conocerse y entenderse, a convivir con familias chilenas, a compartir con gente de los cuatro países, a vernos en nuestras igualdades y no en nuestras intrigas, a hacer conocer nuestras culturas y conocer la de los demás, a reconocernos en la wiphala(*), presente en los cuatro países instándonos a la unidad en la diversidad, a vernos en la cueca y en los pueblos originarios que compartimos.
Esperemos que así se vayan quitando las piedras y maleza que todavía quedan minando nuestros corazones y nos aproximemos a la vida, a la rica naturaleza que nos acoge y debemos cuidar, al mar y a las montañas, al altiplano, el valle y a las selvas, todas para compartir, al Espíritu de fraternidad, igualdad y justicia que están regados en el evangelio. Abonemos el terreno, preparémoslo, quitemos las piedras del camino y caminemos juntos hacia un mundo mejor.
Y así en todo lo que hagamos en nuestras vidas, asegurémonos siempre de preparar bien el terreno. A veces cuesta trabajo, pero así veremos los frutos de nuestro esfuerzo y nuestro amor! ¡El que tenga oídos que oiga!
(*) Bandera cuadrangular de siete colores utilizada en las etnias de la cordillera de los Andes.
Amigo Luís, hermosa la parábola del sembrador, lo difícil es encontrar terreno fértil para sembrar, en este mundo, lleno de malezas ( materialismo, competencia, egocéntrico etc.).
Confío que estos jóvenes que tu comentas, puedan cambiar el sistema que poco a poco nos ahoga.
Nosotros debemos sembrar con nuestros nietos y se puede lograr a pesar que es difícil ya que ellos están en esta sociedad y mas con las nuevas tecnologías pero hay que intentar
Luis,
Qué evangelicamente contextualizado tu reflexión semanal.
Preparar el terreno, es una señal de lo que es también abrir el corazón y alma a lo que venga…buscar el Reino de Dios y su justicia…en todas las circunstancias que aparecen en nuestra realidad latinoamericana y porque no en la vida cristiana diariamente,
David Rivera. Lima, Perú
simplemente:
JALLALLA hermano.