Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
21 Ene 17
Marcos 4, 26-34
Echa simiente, duerme y la semilla va creciendo sin que él sepa como
Jesús decía también: “El reino de Dios es como un hombre que echa semilla en la tierra, y se acuesta de noche y se levanta de día, y la semilla brota y crece; cómo, él no lo sabe. La tierra produce fruto por sí misma; primero la hoja, luego la espiga, y después el grano maduro en la espiga. Y cuando el fruto lo permite, él enseguida mete la hoz, porque ha llegado el tiempo de la siega.”
También Jesús decía:“¿A qué compararemos el reino de Dios, o con qué parábola lo describiremos? Es como un grano de mostaza, el cual, cuando se siembra en la tierra, aunque es más pequeño que todas las semillas que hay en la tierra, sin embargo, después de sembrado, crece y llega a ser más grande que todas las hortalizas y echa grandes ramas, tanto que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra.”
Con muchas parábolas como éstas Jesús les hablaba la palabra, según podían oírla; y sin parábolas no les hablaba, pero lo explicaba todo en privado a sus propios discípulos.
El texto que leemos hoy nos presenta dos de las llamadas “parábolas del Reino”. Jesús dedicó toda su vida al servicio de ese Reino, al que nunca define exactamente, pues es una realidad dinámica. El Reino sólo es descrito en parábolas y comparaciones, usando símbolos e imágenes conocidas en la vida de sus oyentes. Jesús se dirigía a quienes le escuchaban con palabras sencillas, que todos podían entender, y que les ayudaban a sacar sus propias conclusiones.
La primera parábola habla de la simiente que crece en secreto… Son dos los sentimientos que suscita en nosotros: confianza y paciencia. Confianza, porque aunque no pensemos en el fruto de nuestros esfuerzos, el Reino avanza sin que nadie lo detenga. Y paciencia, porque Dios no tiene prisa. La cosecha no será sino al final… No es posible, ni necesario, tratar de apresurar la llegada del Reino de Dios, pues éste posee una dinámica interna de crecimiento que le es propia. La potencia vital la posee la semilla misma.
A veces nos afanamos porque todo salga perfecto y luego nos frustramos porque creemos que con nuestra acción no estamos cambiando nada y el mundo sigue lleno de injusticias y desigualdades… Esta parábola es un llamado a la esperanza, a no dejarnos descorazonar porque los resultados no llegan. Tengamos en cuenta que todo lo que trabajemos por el Reino es muy eficaz, aunque nosotros no veamos los resultados.
La segunda parábola nos habla de la semilla de mostaza y nos presenta el magnífico resultado de la acción de Dios: el Reino es como un gran árbol que nos cobija a todos y todas… aunque haya brotado de una semillita que parecía insignificante. Jesús quiere que la gente recuerde que es importante comenzar con acciones pequeñas.
Hoy en día, la sociedad dominante valora mucho el éxito… el poder… Al respecto, hace pocos día, en su homilía del 6 de Enero, el Papa Francisco condenó el culto que se rinde a los “pequeños ídolos” como el poder, la apariencia o la superioridad…
La invitación de la parábola, dirigida a todos, es a sembrar pequeñas semillas de una nueva humanidad. Se nos invita a vivir poniendo un poco de dignidad en cada rincón de nuestro entorno. Un gesto amistoso… una sonrisa acogedora… una señal de cercanía… un rayo de esperanza… Estas son las semillas del Reino que todos podemos sembrar en la oscuridad de los tiempos que nos toca vivir.
En plena crisis de incendios, en la seguridad o comodidad de mi hogar, lejos de los que los sufren y se les queman las casas, animales y fuentes de trabajo, me preguntaba ¿QUE QUIERES DE NOSOTROS SEÑOR? Porqué permites estas calamidades?
Porque siembro aún en medio del fuego, porque purifico lo que quiero, para que estén unidos, para que manifiesten su caridad, para que no se olviden de sus hermanos ni se olviden de mi
Para que rueguen al cielo y no desvíen el camino con tantas distracciones materiales
Luego mandaré nubes de misericordia sobre ustedes confíen y mandaré una lluvia renovadora
AMÉN