Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
02 Sep 08
Marcos 4, 31-37
Sé quien eres: El Santo de Dios.
“El Reino de Dios es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeño que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra.
Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas. Pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.
Este día, al atardecer, les dice: ‘Pasemos a la otra orilla’. Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca.
Era un sábado de sol, la playa no estaba llena, el mar tranquilo y transparente, se oía a lo lejos los gritos de gol, de mi equipo, que, al fin, fue campeón. En la noche el grupo estaría bailando al sonido de Maestro Tião, preparándonos para el Carnaval. Mi nieto movía sus manitos en su intento de contarme qué le había pasado el día anterior en la guardería.
Me preguntarán ustedes qué tiene que ver todo eso con el Reino de Dios. Y les contesto con osadía: para mí tiene todo que ver. La sensación de alegría y paz, hasta diría de felicidad, aunque por razones banales, fútiles o superficiales o, por lo menos, no religiosas, me llevaba y siempre me lleva a pensar en el Reino de Dios. Será así, me imagino como nos sentiremos en el Reino, felices, porque todo lo bueno, lo agradable, lo bello, lo verdadero será compartido y vivido por todos. Como dice el libro de la Revelación, el Apocalipsis: Dios será todo en todo y en todos.
El Reino ya empezó, lo garantiza Jesús en Mateo 12, 28. Sin embargo, no está todavía en plenitud. ¿Cuándo se dará eso? No sabemos. Sólo sabemos que el Reino es don y tarea. Es don de Dios y tarea nuestra. ¿Si es don de Dios no puede realizarse sin nuestra colaboración? Sí, por supuesto que sería posible para Dios. El Creador/Liberador/Padre y Madre, no obstante, nos pide ayuda, o mejor, nos quiere tornar como co-creadores, co-liberadores, co-pacificadores. La bondad, la compasión, la solidaridad, el perdón, la sonrisa, el cariño, la ternura contagian, esparcen el granito de mostaza…
No vamos a tener el Reino en una sociedad humana, terrena por más que sea justa, que se viva en libertad, igualdad, fraternidad. Siempre nos faltará algo, la presencia plena de Dios en nuestros cuerpos, sin dolores o enfermedades, sin lágrimas de sufrimiento y/o nostalgia. Siempre nos faltará algo de reconciliación con alguien, aunque en términos ideológicos, políticos, religiosos, deportivos, etc. Siempre estaremos pendientes de la naturaleza. ¿Cómo reaccionará este año después de lo mucho que la herimos?
El texto de Marcos, incluso, nos recuerda la presencia de la naturaleza en el Reino de Dios. Empieza una gran tempestad. Sabemos cómo va a terminar porque por allá está Jesús, la personificación del Reino. Fue por su vida, muerte-resurrección la reconciliación total entre Dios y nosotros, la reconciliación total de la Creación. Nada se quedó fuera de Su corazón, mente, espíritu.
No sabemos la hora, preparémonos para su llegada, sembrando los granos de bondad, comprensión, gratitud, alegría, música, belleza, amor, los cinco sentidos sintiendo con toda su grandiosidad y pureza, creyendo sin perder la esperanza, jamás. Así todo el mal en el mundo, y lo hay, será, si no vencido, puesto en segundo plano. Creer con amor sin perder la esperanza jamás porque el Reino ya está entre nosotros, todavía no en plenitud.
Danos Jesús el corazón de los niños para sentir Tu ternura, danos Jesús el corazón de Tu madre para guardar todo lo bueno en él, danos Jesús la fe de Abrahám, la esperanza del profeta Isaías, la caridad que tienes Tú, hermano nuestro, amén.
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