Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
10 Ene 21
Marcos 6, 51-52
Lo vieron andar por el lago
Y subió a la barca con ellos. De inmediato se calmó el viento, con lo cual quedaron muy asombrados. Pues no habían entendido lo que había pasado con los panes, tenían la mente cerrada.
El asombro es una virtud, hasta que se perpetua sobre algo que percibimos. Si algo nos asombra toda la vida, si sigue causándonos a través de los años el mismo estupor, la misma perplejidad y no tratamos de entender el fenómeno, eso nos puede indicar que no estamos entendiendo NADA de ese algo maravilloso u horroroso, del cual estamos siendo testigos. Y si no intentamos siquiera entenderlo, es que, como dice la lectura, tenemos la mente cerrada.
Tener la mente cerrada hoy en día es sinónimo de idiotez (no uso la palabra como insulto, sino desde el estricto significado de ella: Según la RAE: Tonto o corto de entendimiento o engreído sin fundamento para ello) Y a mi modo de ver, muchas veces ante la enseñanza de Cristo actuamos como verdaderos idiotas. Una y otra vez leemos las escrituras, escuchamos declamar el Evangelio, creemos seguir las enseñanzas de Cristo y una y otra vez seguimos con la mente cerrada ante el tremendo mensaje que Jesús nos dejó durante sus breves años de permanencia en nuestra realidad: Confiar y amar a Dios y a tu prójimo.
Hemos perdido 2000 años de oportunidades, hemos impulsado guerras en nombre de Cristo, cuando El jamás quiso que peleáramos, nos movemos en una estructura eclesial donde los hombres tienen más derechos que las mujeres, cuando fue a Maria Magdalena a quien Jesús se apareció y mandó a anunciar su resurrección primero que a nadie, transamos favores de Dios a cambio de monedas y sacrificios, cuando Jesus condenó lo que se hacía en el Templo; optamos por los bienes materiales en vez de cuidar a los otros y a nuestra casa común, aunque él se apenó por aquellos aferrados al dios dinero y al dios poder; condenamos a los pecadores cuando fue a quienes Jesus más amó y buscó.
Cuando era más joven y leía evangelios donde se mostraba a los apóstoles incrédulos, o temerosos, o como perdidos, aun teniendo a Jesús al lado, pensaba ¿cómo pueden dudar con todo lo que Cristo les ha mostrado? En mi arrogancia juzgaba a los apóstoles y sus cerradas mentes, pero heme aquí, mientras escribo estas líneas, llena de temores por la pandemia, enojada con uno de mis hijos (probablemente a causa del encierro) y desilusionada de un país donde se encarcela la pobreza y se hace vista gorda a los poderosos. Estoy en medio del lago, sobre una barca pequeña y solo mientras medito esto que escribo, puedo ver que no he entendido nada, y sigo con mi mente cerrada. Y ya no quiero tenerla más así… y en medio de esta oración/reflexión me lleno de fe y esperanza. Estas son las cosas de Dios…
Y siento sin dudar que me iré a dormir con más fe en mi Señor y Hermano, mañana me levantaré con la luz que me regala amoroso (o amorosa) mi Dios Padre y Madre y tomaré la vida de la mano del Espíritu Santo que Cristo nos dejó como cuidador y consolador.
Tal vez por unos días mantenga mi mente abierta a las bondades de tener la gracia, ese don maravilloso de ser amada incondicionalmente. Y tal vez pueda derramar ese amor y dar a conocer la maravilla que se nos ha dado. Y tal vez pueda convencer a alguien que sufre o es descartado que es amado por mí, porque hay alguien más grande que nos ha unido en su amor. Y tal vez continúe confiando que a través de la oración pueda ir convirtiéndome en una persona más plena, mejor, más generosa, menos “idiota” para enfrentar la vida, sabiendo que siempre estará Jesús para calmar los (mis) vientos y apaciguar los (mis) mares.
Nota de quien escribe: Perdón por haber hecho de esta reflexión algo tan personal, sentí con tanta certeza el amor de Dios dentro de mi mientras escribía, que no pude continuar sino de la forma como lo hice. Les deseo a todos y todas que este año que se inicia este lleno de encuentros con el Amor Infinito. ¡¡¡No teman abrir su mente…ni su corazón¡¡¡¡
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