Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
31 Ago 19
Marcos 6,17-29
Herodes mandó prender a Juan
En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Felipe, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. En muchos asuntos seguía su parecer y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: Pídeme lo que quieras, que te lo doy. Y le juró: Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino. Ella salió a preguntarle a su madre: ¿qué le pido? La madre le contestó: La cabeza de Juan el Bautista. Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista. El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.
Un banquete de fiesta, con danzas y orgías era el ambiente en que los poderosos del reino se reunían y en el cual se hacían las alianzas. En este ambiente se trama el asesinato de Juan Bautista. La fiesta contaba con la presencia “de los grandes de la corte y de las personas importantes de Galilea”. El profeta, era una denuncia viva de ese sistema corrompido. Por eso fue eliminado bajo pretexto de un problema de venganza personal. Todo esto revela la debilidad moral de Herodes. Tanto poder acumulado en mano de un hombre sin control de sí. En el entusiasmo de la fiesta y del vino, Herodes hizo un juramento liviano a una joven bailarina. Supersticioso como era, pensaba que tenía que mantener el juramento. Para Herodes, la vida de los súbditos no valía nada. Disponía de ellos como de la posición de las sillas en su sala. Marcos cuenta el hecho tal y cual y deja a las comunidades y a nosotros la tarea de sacar conclusiones.
Pero entre líneas, el evangelio de hoy trae muchas informaciones sobre el tiempo en que Jesús vivió y sobre la manera en qué era ejercido el poder por los poderosos de la época. Galilea, tierra de Jesús, era gobernada – durante 43 años – por Herodes Antipas, hijo del rey Herodes, el Grande. Durante todo este tiempo, Herodes era dueño absoluto de todo, no daba cuenta a nadie, hacía lo que le pasaba por la cabeza. ¡Prepotencia, falta de ética, poder absoluto, sin control por parte de la gente!
Esta escena retratada por Marcos es verdaderamente horrible. Nos muestra un rey, Herodes, completamente corrupto, que por una codicia egoísta se ve acorralado y accede a quitarle la vida a un hombre a quien admiraba. En contraste, Marcos relata la humildad de los discípulos de Juan, quienes cuidaron del cuerpo de Juan y lo honraron con su entierro, aportando algo de humanidad a esta escena horrorosa. En suma, Juan fue decapitado porque habló con la verdad al poderoso, pero fue ejecutado por el capricho de un gobernante corrupto.
Aunque nos parezca algo que ocurrió en el pasado, nos sorprende enterarnos que hoy, en pleno siglo XXI, hay hombres y mujeres perseguidos, e incluso asesinados por comunicar su fe y no puedo dejar de preguntarme ¿esto me trae a la mente alguna situación que yo conozco?
El texto nos puede servir para examinar nuestras coherencias. A pesar de que nos confesamos cristianos bautizados, ¿alguna vez lo hemos escondido?, ¿nos da vergüenza manifestarlo en un lugar en que se nos rechaza, nos enfrentamos a la burla, el desprecio u otras situaciones adversas?
Este pasaje nos pone de frente a uno de los problemas que tenemos que afrontar hoy, en el mundo nos que ha tocado vivir: la fidelidad. Por un lado, tenemos a Juan Bautista, que sin temor denuncia con valentía el mal proceder de Herodes y por otro lado, tenemos a Herodes, el rey, que prefiere matar a un hombre inocente, que retractarse, simplemente por el “qué dirán “. Uno ofrece su vida sin importarle su muerte defendiendo su causa que considera justa, el otro acobarda delante de una sociedad corrompida.
Pienso que este caso nos invita a reflexionar y a tomar partido. Es decir, no podemos quedarnos en “zona neutral”. Es necesario hacer una opción que nos va a conducir a reaccionar, tomando partido por la justicia, la paz y el amor; o, seremos unos cobardes que nos escondemos detrás de la ley, de las políticas, para que no se vean afectados nuestros intereses.
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