Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
09 Feb 14
Marcos 8, 34-9,1
«Tomar la cruz y seguir a Jesús»
Jesús llamó a sus discípulos y a toda la gente y les dijo: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga». … Jesús les dijo: «En verdad se lo digo: algunos de los que están aquí presentes no conocerán la muerte sin que ya hayan visto el Reino de Dios viniendo con poder.»
Una y otra vez hemos escuchado este llamado de Jesús, no sólo a ser sus discípulos, sino abierto a todo a quien le llegue su llamado: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga.» – nos dice. Ciertamente en el papel, en la lectura de una misa, incluso en retiros espirituales, ello nos suena magnifico. Nos llega, pero solamente por unos instantes. No queda grabado en nuestro corazón, no obstante, que Jesús, agrega a continuación: «no conocerán la muerte sin que ya hayan visto el Reino de Dios viniendo con poder». Es decir, que es Dios quien nos llama.
Lo anterior es lo que sabemos, proclamamos aceptarlo y lo dejamos guardo en algún recóndito lugar de nuestra memoria, no lo dejamos grabado y vivo en nuestra conciencia. La vida sigue, nuestras actividades diarias y afanes se ocupan de dejar ese llamado sumergido, adormilado hasta que lo volvamos a leer y oír. Pasan los días, las semanas, los años, algunos teniendo mucho éxito y disfrutando de la felicidad terrenal, ciertamente un regalo de Dios; otros, no tan afortunados, con menos éxitos y muchos problemas, algunos muy dolorosos, pero la vida transcurre y el Reino de Dios no lo construimos, nada cambia, el mundo gira y gira igual.
Ciertamente, a lo que nos invita Jesús, si lo tomamos literalmente y sin considerar el contexto y circunstancias de la época y que se trata de Emmanuel anunciado cinco siglos antes por el profeta Isaías (“Dios con nosotros” Is. 7, 14), es un llamada que implica plena entrega, abandono y una fe imposible. Por mi mala formación religiosa, desde mi niñez -algo que es extensivo a muchos católicos- ese llamado lo sentí una carga muy pesada, imposible de llevar y muy ajena al mundo en que vivía; no entraba en mi juicio que, para ser feliz acá en la tierra, debía renunciar precisamente a todo lo que vida terrena me ofrecía.
Pero, no puedo quedarme ahí, pues quien llama a mi puerta es Dios que ha venido en la persona de Jesús y a convocarme a ser su colaborador en la construcción del nuevo Reino. Es por ello, que la transfiguración de Jesús está aquí finalmente expuesta en el Evangelio de Marcos y es uno de los hechos más importantes del Nuevo Testamento: Es Dios quien nos convoca. Si somos hijos creyentes del Padre común que quiere lo mejor para todos sus hijos y nos orienta a crear un nuevo etilo de vida a la luz de las enseñanzas de su hijo Jesús, debo detenerme un momento y reflexionar para comprender lo que me está pidiendo.
Estoy en este mundo por algo. No estoy demás. Mi Padre me ha dado la vida y a ella, un sentido. Me ha dado los talentos para construirla. Debo descubrir ese sentido y los talentos que me ha dado. Lo que Él quiere, a lo cual Él me llama, es a estar a su lado para ser parte de la construcción de su Reino. ¿Qué Reino es ese? ¿El de la riqueza y el disfrute sin medida ni trabajo? ¡No! … Es un nuevo mundo. Un mundo de hermanos en que el amor fraterno esté sobre todo lo demás. En palabras de hoy, es una sociedad humanizada que busca vivir en comunidad como hermanos unido en la paz que nace de la verdad, la justicia y la solidaridad.
Nuestra cruz, no es la del sacrificio y calvario que padeció Jesús. Es tener predispuesta nuestra razón y sentimientos para cambiar el estilo de vida y rumbo equivocado que lleva nuestra sociedad actual, en los tiempos “modernos”, en el hoy, en nuestro hogar, familia, amistades, trabajo y en todo el entablado de la vida social, que ha dejado a un lado al hombre y ha puesto en primer lugar el mercantilismo, el egoísmo, la hipocresía, la injusticia social, el utilitarismo, transformando nuestro mundo en un vivir sin Dios. Hay otros cientos de dioses que despriorizan el amor fraterno.
Debemos aprender y a enseñar a ver la verdad, no como meros estudiosos u observadores, sino como actores de la trama social. Jamás callar, mirar a otro lado, eludir responsabilidades, sino llegar a donde falta la presencia de Dios, y allí, proclamarlo, con palabras sencillas, humildes, propia de una conversación entre amigos que está dichoso de contarle una buena noticia. Testimoniarlo con un actuar coherente, reflejar alegría de ser portador de esa buena nueva, motivar a caminar juntos, apoyados unos a otros como amigos y hermanos.
El filosofo hispano-latino Lucio Séneca, contemporáneo de Jesús, en su obra “Cartas morales a Lucilio” escribió: «Es menester que nos propongamos el bien supremo como fin hacia el cual nos esforzamos, hacia el cual se orientan todos nuestros actos y todas nuestras palabras; como los navegantes que tiene que dirigir la ruta hacia un estrella. Vivir sin una finalidad es vivir al azar. Y si es menester que nos propongamos una, entonces, para ello los principios nos son indispensables».
Hoy, el Evangelio nos habla. No dejemos pasar la oportunidad. Aceptemos el llamado mirado bajo la perspectiva que he intentado explicar con humilde visión de un simple laico comprometido de los tiempos de hoy, teniendo presente la absoluta fe de que Emmanuel, Dios está con nosotros (Jesús) que nos señaló: “Mi yugo es suave y mi carga liviana” (Mt. 11).
Muchas gracias Patricio por la reflexión de esta semana del texto de San Marcos tantas veces leído y que no he sabido comprender: “Tomar la cruz y seguir a Jesús”.
Ahora lo he comprendido bajo tu perspectiva. JESÚS nos llama a vivir como él lo hizo, con humildad, inmenso amor, con su ejemplo diario, hablándole a todos sin diferencia, perdonando y auxiliando.
Por mucho tiempo mucho, nosotros aprendimos que seguirlo era difícil y quizás por eso nos hemos demorado en vivir como Él dice.
Me parece que esta reflexión bajo la perspectiva realista, actualizada a los tiempos de hoy, que le has dado, es una oportunidad que no debemos dejar pasar sin revisarla y conversarla en grupo. Es una invitación a compartir y caminar juntos con una nueva perspectiva.
Gracias por esta reflexión que me ha llegado en un momento muy oportuno y ha venido a dejarme claro que estamos viviendo equivocados. Cuando pienso que todavía me queda tiempo por delante, deseo caminar como ÉL lo pide sabiendo que su yugo es suave y su carga liviana.
María Isabel Fuenzalida
Leo las reflexiones de ustedes por sugerencia de una amiga de oficina. Lo hago todos los lunes al empezar la semana. Quiero agradecer esta reflexión que me ha sido muy clarificadora. Mi eucación religiosa en un hogar muy conservador seguido a unas clases de religión en un colegio de monjas también a la antigua, me marcaron con una religiosidad del misterio, del ser cristiana por el temor, de ir a misa por obligación y luego seguir por el temor. ¿Seguir a Cristo? ni loca. Seguir siendo cristiana y católica por tradición, pero dejé de la asistencia dominical a misa. Pero sigo creyendo en Dios y en su hijo y trato de hacer el bien. Esta lectura me ha hecho pensar lo equivocada que estaba, ahora me siento libre y encanta saber que como soy, haciendo el bien, estoy siguiendo a Jesús. ¡Qué maravilla!. Ahora trataré de hacerlo mejor y con alegría. Muchas gracias. Que Dios los bendiga en tan valiosa obra que ustedes hacen. Esa es la Iglesia que muchas queremos. Con el Papa Francisca se están dando los primeros pasos. Ustedes ya habían partido antes.
Wowww, discúlpenme mi exclamación, pero que difícil es llevar la cruz de Cristo en estos días, símbolo del amor incondicional para con todos los hombres. Así es amigos, tal como lo explica tan didácticamente Patricio, cargar esta cruz es llenarse de este amor universal, para todos y con todos, en un mundo actual lleno de egoísmos, violencias, ambiciones, abusos, mercantilismo, injusticias; cargar la “Cruz”, es sumergirte en la bondad y pagar las consecuencias con las que esta sociedad pueda castigarte, haciéndote pasar por tonto, al no tener el afán de actuar contra el otro por una mejor retribución económica, por ejemplo.
Seguir a Cristo, estimada Mónica no es actuar como muchas veces, los que nos llamamos católicos lo hacemos, un riguroso apego a las normas impuestas por nuestra Iglesia, sin tener muchas veces presente, el gran lazo que nos une como cristianos y nos convoca , que es el Amor del Padre.
La “Cruz de Cristo”, la encontraremos en la generosidad, en la bondad, en el cariño genuino, en la honestidad, en la alegría, en la risa, en la ternura, para nuestros hijos, nuestros padres y hermanos, para nuestros amigos, para todos nuestros semejantes, también para con nuestros hermanos menores los animales y la naturaleza………a pesar del dolor, o sufrimiento que nos pueda tocar en la vida.
Créeme somos muchos los que hemos sido formados, en una religión impuesta, llena de normas rígidas; y no han sido pocos los que nos hemos revelado…,más, Jesús en su infinita bondad, busca la manera de volvernos a llamar.
Difícil, por supuesto lo es, contestar con humildad cuando son agresivos con uno, no dejarse arrastrar por el consumo sin límites, ponderar exactamente que es lo justo, ……..y otras tantas tareas que conlleva “cargar la cruz”, ¡¡¡Claro que es muy difícil!!!