Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
04 Jul 20
Mareo 8, 28-34
Has venido a atormentar
a los demonios antes de tiempo
« Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?» Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos.» El les dijo: «Vayan.» Saliendo ellos, se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron, y al llegar a la ciudad lo contaron todo y también lo de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, viéndole, le rogaron que se retirase de su territorio.»
¡¡Cuantos símbolos tiene esta lectura de Mateo!!!, podemos ver como Jesús triunfa sobre el mal sin dificultad, podemos ver como el mal va a caer a algo tan impuro como son los cerdos en el mundo judío y como luego estos cerdos se desbarrancan hacia una fuente de agua, sinónimo de limpieza. Una metáfora de cómo será el fin de los tiempos donde el bien vencerá al mal. Toda una enseñanza teológica…y con ello podría finalizar mi reflexión de este día, pero lo que me llama la atención en esta ocasión son las preguntas que los demonios le hacen a Jesus, además de reconocerlo como Hijo de Dios.
En mi niñez me decían que no bastaba creer en Jesús, porque hasta los demonios creen en El, que lo verdaderamente importante era SEGUIR a Jesús, que por lo demás es lo más difícil. En este pasaje, de mucha intención teológica, los demonios interpelan al maestro “¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?”
Cuantos interpelan a Dios hoy, preguntando porque envía esta pandemia, porque fallecen tantas personas, porque tantas sufren. ¿Por qué nos atormentas así? podrían decir estos incrédulos, e incluso los creyentes. Los primeros corresponden a quienes aún tienen la visión de un Dios castigador, que no se ha borrado de aquellos que se han desilusionado, de los que ya no creen en la Iglesia, o han perdido la fe. Los segundos, los que se dicen creyentes, pero en verdad son los que saben de Dios, pero no lo siguen, puede que incluso le teman, se engañen cumpliendo con los ritos, pero que no aman, salvo a ellos y sus cercanos.
A esas ovejas perdidas, que están inmersas en el mundo que muchos ya no queremos, en un mundo donde priman la frivolidad, el egoísmo, el ansia de hacer negocios, aunque sea perjudicando a muchos, donde el dinero es más importante que las personas, son a esos a los que debemos llegar los creyentes, debemos dar testimonio de cuanto confiamos y nos entregamos a este Dios que vence el mal, pero lo vence por nuestra fe, a través de nosotros.
Debemos gritar el mensaje del reino de Dios, que nos amó tanto que vino a vencer por nosotros al príncipe de las tinieblas. No seamos como los de aquella ciudad que le dio la espalda a Jesús, sino por el contrario salgamos a enfrentar el desamor y la injusticia, con palabras de amor y acciones de misericordia y generosidad.
Jesús no dudo en enfrentarse a los demonios, aunque ellos no lo estuvieran “molestando”, no dudo en enfrentarse y vencerlos. Debemos ser así, valientes, llenos de amor, pero claros en lo que vemos y como actuamos.
Muchos hemos visto como el mal ha actuado en este triste periodo, como se han dejado a su suerte a los pobres, a los desamparados, a los inmigrantes. Hemos visto como los gobiernos han preferido levantar ciudades de consumo en vez de hospitales, han preferido comprar armas en vez de equipos médicos o de protección y se ha preferido pagarles millones a futbolistas y sueldos miserables a los que luchan por las vidas cuando estamos enfermos. Jesús no ha estado presente en los corazones que decidieron esto, y no lo estará sino peleamos nosotros contra esos demonios y sembramos el amor, pero también la justicia y la misericordia. Cada uno de nosotros debe ser una voz que le diga a los demonios que salgan, una voz que viva, ore y proclame el mensaje de Nuestro Señor, que nos impulsa a amar a los otros como a nosotros mismos. Solo a través de nuestra acción podremos dejar que lo malo salga y se limpie nuestra sociedad. Porque el eliminar el mal nunca se hace antes de tiempo, sino muy por el contrario, siempre existe la urgencia de hacerlo.
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