Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
10 Sep 18
Mateo 1, 1-16.18-23.
La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón.Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías. Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías. Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”.
Jesús vino a nosotros como todo hombre o mujer ha venido a este mundo, a través de una mujer…el mismo Dios se hizo carne para venir a mostrarnos el Camino, la Verdad y la Vida. Cuidó que una larga genealogía validara su estirpe, pero sin embargo fue concebido en una humilde joven judía. Seria ella quien le llevaría en su vientre, le daría a luz, lo amamantaría y lo cuidaría amorosamente por todos los días de su vida, hasta ese último en el que lloro a los pies de su cruz.
María resuena en este Evangelio, siendo defendida, en sueños por el Ángel del Señor…es protegida y defendida por el Señor de los Cielos. Ella, en su infinita bondad asegura el lado humano de Jesús Dios, en el gran misterio de la concepción. Y lo continúo asegurando, al cuidar amorosamente de este niño que seguramente sorprendía a todo el que lo viera.
Recalco este aspecto de Jesús, para recalcar la gran maravilla de Dios hecho hombre, con una herencia, es decir con la suma de historia y vidas de cada uno de los que conformaban su estirpe. Por ello el Hijo no solo observa al hombre, sino que lo experimenta, para poder sentir lo que cada uno de nosotros siente cada día de nuestras vidas.
En muchos de nosotros nos implantaron la imagen de un Dios omnipotente, que está sentado en los cielos, mirando a la raza humana como un espectador, amañados, pero sin “involucrarse”, tan lejano que ni siquiera pensábamos en sentirlo como uno de nosotros. Sin embargo, podemos dar fe que eso no es así. Nuestro Dios es tan cercano a nosotros que se hizo como nosotros. Y nos dio su vida para el perdón de nuestros pecados.
Este Dios con nosotros, este Emanuel, nos asegura una comprensión ya no tan solo divina, sino humana de nuestros dolores y necesidades. Jesús puede ser tu amigo, porque tuvo amigos; Jesús puede consolarte porque también lloró; Jesús puede responder a tus peticiones, porque supo lo que era necesitar algo.
Muchas veces escucho a las personas decir que no saben orar, no saben cómo entablar un dialogo con Dios. Esa dificultad viene de sentir a Dios tan lejano que creemos que debemos cumplir ciertos requisitos para llegar a El…pero no es así…El Hijo se hizo hombre, por lo tanto, puede ser tan amigo tuyo (y seguramente más) que aquel amigo de infancia que siempre tienes a tu lado. Él está ahí, con su naturaleza humana y su naturaleza divina, para entenderte incluso entre los balbuceos de tu fe quizás aun infantil o en la contemplación que se logra luego de muchos años de conexión con Dios.
Si crees que no puedes comunicarte con Dios, ya sea para agradecer, para pedir, para clamar, entonces solo piensa que hablaras con ese hombre maravilloso, nacido de María, que vino a estar “con nosotros”.
Que no te intimide la naturaleza divina de Cristo, sino que déjate acompañar con El. Y recíbelo como un verdadero amigo, entablando la relación de cercanía que debe existir entre dos seres que se conocen y se aman. Y si aún no lo amas, no te preocupes, Él te ama, desde antes incluso de tu propio nacimiento. Aprende a conocerlo, porque “solo lo que se conoce se ama”, y háblale, háblale, háblale. Al entablar la amistad, podrás entonces ver la divinidad de Dios, en los frutos de esa nueva relación. Porque lo hermoso de la conexión de Dios y el ser humano es que es una relación en dos sentidos, desde y hacia Dios; y desde y hacia el hombre. Y quien verdaderamente se beneficia somos los más pequeños, sus hijos.
“A mí me conocen y saben de dónde vengo. Yo no vengo por mi cuenta, sino que me envió el que dice la verdad. Ustedes no lo conocen; yo lo conozco porque vengo de él y él me envió” Juan 7, 28-29
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