Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
10 Jul 21
Mateo 10, 16-23
No serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre el que hablará en ustedes
«Miren que los envío como ovejas en medio de lobos: sean, pues, precavidos como la serpiente, pero sencillos como la paloma. ¡Cuídense de los hombres! A ustedes los arrastrarán ante sus consejos, y los azotarán en sus sinagogas. Ustedes incluso serán llevados ante gobernantes y reyes por causa mía, y tendrán que dar testimonio ante ellos y los pueblos paganos. Cuando sean arrestados, no se preocupen por lo que van a decir, ni cómo han de hablar. Llegado ese momento, se les comunicará lo que tengan que decir. Pues no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre el que hablará en ustedes. Un hermano denunciará a su hermano para que lo maten, y el padre a su hijo, y los hijos se sublevarán contra sus padres y los matarán. Ustedes serán odiados por todos por causa mía, pero el que se mantenga firme hasta el fin, ése se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. En verdad les digo: no terminarán de recorrer todas las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del Hombre».
Hablar de Cristo y su Palabra es difícil en estos tiempos, por un lado están los que piensan que los cristianos son aquellos seres conservadores, que rasgan vestiduras ante las nuevas formas de amar o se escandalizan por como las mujeres buscan mejores condiciones dentro de la sociedad y en la iglesia, y por otro lado están los que creen que aquellos que predican el Evangelio entre pobres y con los pobres (u oprimidos o abusados) no deberían estar al alero de una Iglesia que ha oprimido y matado en tantos momentos de la historia.
Jesús en este evangelio que comento hoy nos advierte claramente de las injusticias, de las tristezas, de las “guerras fraternas” a las que a veces nos someteremos por ser seguidores de Él.
No es nada nuevo que los seres humanos nos persigamos y nos dañemos mutuamente, no es nada nuevo que nos enfrasquemos en odiosas y crueles contiendas, antes fueron las guerras y los asedios, hoy son los medios de comunicación, la televisión, las redes sociales.
¿Qué nos queda entonces para seguir creyendo y viviendo el Evangelio? Pues seguir adelante, sabiendo que no estamos solas y solos.
Si creemos en Cristo, pero verdaderamente creemos en Él, confiaremos. Confiaremos en la Ruah, antiguo nombre para denominar al Espíritu Santo y que, como mujer, feminista y católica, me encanta mencionar así a esta tercera persona de la Trinidad.
Confiaremos en la Ruah porque será ella la que ponga palabras en nuestra boca si debemos anunciar a Cristo, fortaleza en nuestra alma si debemos resistir, sabiduría si debemos discernir, piedad si debemos amar a nuestro enemigo, consejo para encontrar lo que Dios nos quiere comunicar, inteligencia para escudriñar lo que la Palabra nos quiere decir, y confianza en que no podemos sin Él, pero podemos todo con Él.
No es fácil amar a Cristo, porque su enseñanza nos expone a decisiones cruciales en nuestra vida: ¿debemos preferir lo material a lo espiritual?, ¿busco el éxito y el placer mundano o protejo a los menos afortunados, con todo lo que Dios me ha regalado en privilegios? ¿le creo a los hermosos, a los exitosos o a los que sufren y son perseguidos? ¿amo a todo ser humano por igual o uso criterios que descartan a algunos por no parecerse a mí? Difíciles preguntas para una difícil pero inefable misión.
Para responder a ellas solo nos queda volver a mirar lo que Jesús dice, como los pasajes de este Evangelio: no se preocupen por lo que van a decir, ni cómo han de hablar. Llegado ese momento, se les comunicará lo que tengan que decir. Pues no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre el que hablará en ustedes.
En mi fe, pienso que no soy yo la que escribe estas líneas, sino la Ruah a la que le he pedido compañía. Los y las invito a confiar, siguiendo las enseñanzas del Cristo, a continuar esparciendo las semillas de amor que nos dió, a resistir y comunicar, porque la misión es intensa pero NUNCA estamos solas.
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