Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
07 Jul 13
Mateo 10, 7-15
«Lo que has recibido gratis, dalo gratis»
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Vayan y proclamen que el reino de los cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen demonios. Lo que hayan recibido gratis, dalo gratis.
No lleven en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entren en un pueblo o aldea, averigüen quién hay allí de confianza y quédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar en una casa saluden; si la casa se lo merece, la paz que le deseen vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a ustedes. Si alguno no los recibe o no les escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudan el polvo de los pies. Les aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.»
Mientras leía este pasaje del evangelio, presente casi al pie de la letra en los tres sinópticos (Mateo, Lucas y Marcos), me pregunté cuáles serían, hoy, las recomendaciones de Jesús a los cristianos encargados de difundir la Buena Nueva. Si Jesús estuviera entre nosotros, ¿hablaría en otros términos a sus enviados?
Creemos que, en lo esencial, nada ha cambiado: lo primordial para Jesús fue su opción por los excluidos de su tiempo, las viudas, los enfermos, los impuros, los pobres en general. En este trozo en particular, esa opción está explicitada en los gestos, las actitudes, el despojamiento, la humildad. Estas recomendaciones nos están diciendo, además, que el centro de la espiritualidad cristiana no está en las prácticas piadosas, en la cantidad de personas que se acercan a recibir sacramentos, sino en la vida, en el amor entregado y en la compasión de un Dios capaz de acampar en la condición humana. Evangelizar con la brújula puesta en lo cualitativo y no en lo cuantitativo, es decir, en la masividad característica de nuestra época triunfalista, amante de los números.
Por el lado cuantitativo podríamos interrogarnos sobre el uso que estamos haciendo de la informática en nuestro movimiento: con sitios web a nivel internacional, latinoamericano y chileno, precisamente en la propagación de la cartilla semanal vía correo electrónico y en este blog, “Caminando Juntos”. En la práctica, si nos vamos a guiar por los comentarios valiosísimos porque nos retroalimentan, los resultados a nivel evangelizador son aleatorios. Si Jesús estuviera entre nosotros, ¿habría apoyado el uso de la informática por parte de sus enviados?
«Un cristiano, si no es revolucionario en estos tiempos, ¡no es cristiano!» son palabras del papa Francisco a los jóvenes. Según los expertos, los medios de comunicación son extensiones o prótesis de alguna facultad mental o física del ser humano. Twitter vendría a ser una extensión del cerebro. Encarnado en el siglo XXI, Jesús seguramente habría apoyado el uso de los medios de comunicación actuales para la misión. Sin embargo, en el mismo encuentro ocurrido en Roma, el Papa añadió: “ninguno ha tenido la fuerza de la revolución de Jesús, que transformó la historia y cambió el corazón del hombre”.
La tecnología sí, pero en su justa medida. Un solo ejemplo tomado de la vida diaria: en el ejercicio de la medicina, ¿tiene sentido poner metas de tantos pacientes por hora en los consultorios? ¿Es legítimo priorizar la especialización, la eficiencia a toda costa, dejando afuera la dimensión holística del ser humano, sus sentimientos, sus afectos profundos, sus dudas? Igualmente, en la vivencia del cristianismo, nada puede remplazar la experiencia personal, el cara a cara, el compartir grupal. Allí, cuando dos o más se juntan se hace presente Jesús, gozosamente. Porque el centro de la espiritualidad cristiana no está en la renuncia a lo bueno y lo placentero, sino en la plenitud del amor, en la dignidad de la persona y en el disfrute de la vida.
Por último, detengámonos brevemente en el detalle cultural que nos acerca a un Jesús inmerso en el pueblo donde se encarnó: “Sacudirse el polvo de los pies”. Traducido a nuestro tiempo significa aceptar la libertad del otro de rechazar la Buena Nueva, y para el misionero, no quedarse pegados en el afán de ser más, arriesgando el nivel de la calidad evangélica de los métodos evangelizadores. Por eso nos exhorta a sacudirnos de lo negativo para partir en busca de nuevos horizontes.
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