Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
10 Dic 12
Mateo 11, 16-19
«No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre»
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: «Hemos tocado la flauta, y no han bailado; hemos cantado lamentaciones, y no han llorado.» Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: «Tiene un demonio.» Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Ahí tienen a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores.» Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios».
Tal como acontecía en tiempos de Cristo, al pueblo difícilmente se le puede dar en el gusto. Por ejemplo, los gobiernos tratan de dar facilidades para que más gente participe en la creación de políticas públicas que vayan en ayuda del país, pero el pueblo no las toma en serio. Por ejemplo en nuestro país, Chile, para que todos pudieran votar, se creó un sistema por medio del cual cada individuo, por el solo hecho de nacer, queda inmediatamente registrado como ciudadano e inscrito para que, cuando, cumpliendo la edad correspondiente, tenga derecho a sufragar. Así se creó el sistema que, sin necesidad de inscribirse previamente, con la consiguiente pérdida de tiempo y trámites engorrosos, todos puedan votar, pero no siendo obligatorio, siendo una opción de voto voluntario ejercerla cuando lo desee.
Pero, ¿qué ocurrió? Gran parte de la juventud, aquella que decía no sentirse interpretada por la política actual, aquella que reclamaba no ser tomada en cuenta, esa no se presentó a las urnas y no votó. Parece un contrasentido. Esta era la oportunidad de decir lo que querían. Pero, paradoja, resultó que más del 60% de los ciudadanos del país no votó. Desgraciadamente, así ocurre con infinidad de cuestiones que tienen al mundo así, como está, sumido en el desconcierto.
Muchas veces nos preguntamos ¿por qué no se hace tal cosa o porqué se responde en esa forma, cuando lo que correspondía era hacerlo asá?, o ¿por qué se sigue actuando de tal manera?, cuando la idea, lo que correspondía hacer era diametralmente lo contrario. ¿Qué pasa, a dónde vamos?
Ocurre que tenemos que darnos cuenta que somos nosotros los finalmente culpables de lo que está ocurriendo en el mundo. Si permanecemos, como hasta ahora lo hemos hecho, cómodamente sentados, como simples espectadores de la situación, observando la catástrofe que se nos viene encima; si continuamos recriminando a los políticos y estudiantes y no hacemos nada de nuestra parte para mejorar la situación, ciertamente el mundo se vendrá abajo y entonces tal vez nos recriminaremos y diremos: Si veíamos que esto se precipitaba, ¿por qué no dijimos nada?
Seguramente cuando esto ocurra, rasgaremos vestiduras y recriminaremos a tal o cual, a fulano, zutano o merengano, pero, ya será muy tarde para echar marcha atrás.
Entonces, tal vez se haya pasado la oportunidad. Ocurre que, simplemente, no detuvimos el alud a tiempo y, ya no habrá nada que hacer. Seremos culpables del descalabro.
Debemos darnos cuenta que, si queremos que el mundo gire de acuerdo a nuestros principios, si queremos que nuestras ideas sean escuchadas; si queremos tal o cual cuestión, debemos hablar. Porque para que escuchen los demás, tenemos que reaccionar. Si nos quedamos mudos como hasta ahora lo hemos hecho, ya no habrá caso. Tenemos que hablar fuerte y claro. No podemos, ni debemos permanecer tranquilos esperando que otros hagan lo que nos corresponde hacer a nosotros. Tenemos que ser valientes y actuar. Por otro lado, no se trata de que todos seamos políticos o pertenezcamos a algún partido. Sencillamente se trata de no ser tan dóciles y aceptar lo que se les venga a la cabeza, simplemente se trata de hacernos escuchar. Demostrar que, no siendo políticos, nuestras ideas no sólo son factibles sino que necesarias para hacer de nuestras naciones ejemplos de países en los que se puede vivir en paz, justicia y fraternidad, en una comunidad que desarrolla su diario quehacer en un ambiente de felicidad.
Deja una respuesta