Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
15 Jul 08
Mateo 11, 20-24
«El día del juicio le será más llevadero a Tiro y Sidón y a Sodoma que a ustedes»
En aquel tiempo se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».
¿En qué estado de espíritu me encontraba yo para elegir este texto? Rebeldía, indignación me motivaban? Perpleja me encontré cuando me puse a preparar la reflexión. Esta sensación ya nos dice como entre la Biblia y nosotros/as hay un intercambio de “lecturas”, mi vida de cada día “lee” la Biblia de una forma y la Biblia me ilumina mi forma de ver la vida de cada día, cada momento.
El texto de Mateo 11, 20-24 nos deja oír la voz de Jesús, indignada al inicio, desilusionada y triste al final. Se siente también la gran influencia de la espiritualidad profética en la mente/corazón/espíritu de Jesús. Nos dice el comentario de Luis Alonso Schökel, en su “Biblia del peregrino”, que ese trozo pertenece al género profético de oráculos contra naciones paganas, con su exclamación ‘¡Ay de ti!’. Concretamente se debe leer ese juicio comparativo sobre la tela de fondo de Ezequiel 16, 46-48, que compara Judá con Samaría y Sodoma. También son símbolo de otras ciudades como señala la cita hiperbólica de Isaías 14, 13-15. Así Corazín y Cafarnaún representan a las ciudades que han rechazado la ocasión ofrecida de arrepentirse y prepararse para cobijar el anuncio evangélico.
Aquí, Jesús se valea de una metáfora muy común en el Antiguo Testamento: la ciudad que representa al pueblo, la parte infiel de la Alianza. Muchas veces, incluso, la ciudad es tratada como una mujer, parte infiel de la pareja, en contrapunto a la fidelidad de Yahvé.
La desilusión y la tristeza de Jesús tienen un fondo de amor, compasión y misericordia. Perderán aquéllos que no se convierten, a los que no escuchan la voz de Dios, de Su profeta, de Su elegido, ungido, del Mesías, el Cristo. Se le entristece el corazón a Jesús cuando no escuchan la Buena Nueva del Reino, razón de ser de su prédica, de sus gestos por toda la vida: hacer la voluntad del Padre, anunciar el Reino de Dios por su vida, pasión y muerte, Reino cuya presencia ya entre nosotros es confirmada por la Resurrección y Pentecostés.
¿Qué diría Jesús de Rio de Janeiro, Santiago de Chile, Asunción de Paraguay, Buenos Aires, ciudad de México? ¿Cómo se sentiría Jesús con relación a Washington, a Toquio, a Beijing. a Zurich, a Roma? ¿Con qué sentimientos miraría Jesús a África, a Afganistán? ¿Por quiénes y por qué le saldrían lágrimas a los ojos?
¿Y qué podemos decir nosotros? ¿Hemos aceptado en profundidad y en densidad el anuncio de la Buena Nueva? ¿Hemos reconocido las señales de la presencia de Dios en nuestra vida? ¿Somos “evangelio” vivo para quiénes no creen aún? ¿Somos “evangelio” vivo para quiénes no conocen el Evangelio de Jesús? ¿Nuestros gestos y palabras son testigos del amor de Dios por toda Su creación?
Recemos y entreguemos nuestro cuerpo y alma para que el Espíritu nos ilumine a actuar en nuestras ciudades para que se transformen en ciudades santas, anticipaciones de “la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo”. (Ap, 21, 2). Amén.
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