Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
28 Jun 14
Mateo 11, 25-30
Soy manso y humilde de corazón
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.«
Si, Padre así te ha parecido mejor.
Le ha parecido mejor al Padre manifestarse a la gente sencilla; no a sabios y entendidos. Le ha parecido mejor lo pobre que lo rico. Le ha parecido mejor la cruz que el glamour. Le ha parecido mejor el fracaso que el éxito.
Jesús se muestra decepcionado por la mezquindad que su persona había tenido entre personas importante y se muestra encantado por la cordial acogida entre la gente más común y corriente. Los sencillos. Los que no pueden alardear de grandes conocimientos ni de experiencias religiosas profundas, ellos son los que con mayor profundidad absorben las palabras de Jesús, le basta la sencillez de las personas que piensan que no son nada del otro mundo. La pobreza es vivir en continua actitud de agradecimiento, saber disfrutar de las cosas buenas de la vida, aprendiendo a soportar con paciencia las contrariedades o pequeñeces de la existencia. Vivir sabiendo que no soy nada, ni puedo nada, estoy en las mejores manos.
Teresita de Lisiaux dice “Basta reconocer la propia nada y abandonarse como un niño en los brazos de Dios, solo los niños y los que se hacen como ellos serán admitidos al banquete celestial, como una madre acaricia a su hijo así os consolare yo, ante un lenguaje como este sólo cabe callar y llorar de agradecimiento de amor”
Las palabras del Papa Francisco nos aclaran el concepto cuando dice: “para comunicar al hombre su amor tierno de Padre, Dios necesita que el hombre se haga pequeño. No espera si no que da, no habla sino que actúa; no hay un resto de pasividad en el modo en el que el Creador entiende el amor hacia las criaturas”
“Hay dos aspectos en el amor: en primer lugar, el amor está más en el dar que en el recibir; el segundo aspecto: el amor está más en las obras que en las palabras”, explica. “Cuando decimos que está más en el dar que en el recibir, es el amor que se comunica: siempre”, dice. “Y cuando decimos que está más en las obras que en las palabras, el amor siempre da vida, hace crecer
“Pero para “entender el amor de Dios”, el hombre necesita buscar una dimensión inmensamente proporcional a la inmensidad: es la pequeñez, dijo el Papa, “la pequeñez de corazón”.
“Y estas dos cosas pueden ayudarnos a entender este misterio del amor de Dios con nosotros –añade-. “Para expresarse necesita de nuestra pequeñez, de nuestro abajamiento. Y, también, necesita de nuestra sorpresa cuando lo buscamos y lo encontramos allí, esperándonos”. (Fuente: Radio Vaticano).
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