Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
14 Jul 13
Mateo 11, 28-30
“Soy manso y humilde de corazón”.
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Venid a mí los que están fatigados y sobrecargados y yo os daré descanso. Cuando Jesús pronuncia estas palabras ¿quizás pensaba en la liberación de los que le rodeaban, para quienes lo religioso en lugar de ser fuente de liberación resultaba fuente de esclavitud?
Son palabras muy oportunas para el hoy, en donde también hoy existe una religiosidad pesada y deprimente. Nos sucede cuando lo humano ocupa el centro de lo religioso: el pecado, las virtudes, el legalismo, el moralismo y eso porque este Dios o ese Dios no tiene que ver nada con el Dios de Jesús. Pongamos atención a los adjetivos SUAVE y LIGERA, que no suprimen las otras dos YUGO y CARGA, porque esta frase de Jesús está unida a aquella otra: El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mi (Mt 10, 38).
Es cuestión de agarrarse fuerte con las dos manos a la cruz. Y seguir con fe aunque sea de noche. Al que dijo que No es más el siervo que su amo (Jn. 13,16), también Él sintió el dolor de la ausencia del Padre.
Él no me dice que eliminará mis problemas, me dice que me aliviará porque la cruz nunca desaparecerá de mis hombros. No es lo mismo un sufrimiento sin sentido como un dolor con sentido. El sufrimiento con sentido se hace más llevadero, se entiende y se vive como necesario, es lo que Jesús está tratando de darme a entender, es su experiencia pascual de muerte en cruz y resurrección, y cuando me toque sufrir, que será de muchas maneras, lo haré contemplándole en su entrega al Padre y que esta sea la referencia de mi vida.
En el siglo XVI Santa Teresa de Jesús, escritora y religiosa española, nos reforzaba en la virtud de la mansedumbre al escribir: «Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta».
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