Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
18 Jul 20
Mateo 11,25-27
Has escondido estas cosas a los sabios, y se las has revelado a gente sencilla.
En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Hacerse pequeño. Una vez más el evangelio nos habla de humildad, de sencillez, de ignorancia, de hacerse niño. Es decir, con la actitud de los niños, no tanto por sus condiciones morales, sino por su inocencia y simplicidad.
Recordemos que los fariseos, se creían con derecho al Reino, pero este privilegio se da, no como exigencia, sino como don gratuito de Dios. El niño es un ser débil y humilde, que no posee nada, no tiene ambición, no conoce la envidia, no busca puesto privilegiados, no tiene nada que decir en la codicia de los adultos, el niño tiene conocimiento de su pequeñez y su debilidad.
El niño al igual que el pobre recibe con alegría lo que se le entrega cuando su necesidad depende de los demás. Ese es el sentido de ese “hacerse como los niños”, hacerse humilde y sencillo de corazón, empequeñecido en la sociedad respecto a los puestos de jerarquía, esa es condición de Jesús para seguirlo, porque el que no renuncie a sí mismo, no puede ser su discípulo.
Ser como niños, es suprimir en el corazón la ambición y muchas veces esa envidia por querer un puesto mayor. Pero la humildad no resulta fácil para muchos de nosotros, porque ello implica renunciar a ciertos deseos de poder, de dominar lo que erráticamente creemos necesitar. Muy contraria a la humildad como manifestación pura que tiene la infancia al estar exento de poder, pero si necesitados de un cuidado amoroso.
Los pequeños de los que hablamos son los sencillos, los humildes, los que no tienen gran relevancia. Muchos hombres de condición humildes, como consecuencia de no poder conseguir sus necesidades, se equivocan y optan por el camino equivocado. Son a estos hombres a los que debemos prestar nuestro auxilio. A estos hombres son a los que debemos hacerles sentir que tengan confianza en la profundad y gran misericordia de Dios.
Hay muchos esposos que creen saber mucho, porque saben de política, de negocios, de moda, de estética, de arte, de la vida… pero no son felices. Hay otra sabiduría que es la que orienta hacia la felicidad, el proyecto de Dios, y tenemos la experiencia de encontrarla a veces en personas muy sencillas, incultas… Es un don, que no se entrega a los que se creen sabios. El don de sabiduría nos va transformando gradualmente y se va participando de esa paz.
La Palabra de este trozo del evangelio de Mateo nos presenta a Jesús alabando al Padre. ¿No es lindo imaginarnos al Señor orando? Hoy vemos a Jesús que se llena de gozo y se estremece de alegría por el Espíritu Santo y alaba al Padre por su manera de revelar la Buena Noticia de la salvación, no a los sabios y prudente, sino a los pequeños. Creo que en este tiempo, más que nunca, tenemos que hacer el esfuerzo de encarnar esta imagen en nuestras vidas. Meditemos algunos puntos:
En primer lugar, vivir en la alegría.
En segundo lugar, crecer en la fidelidad.
Por último, déjate levantar por Dios.
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