Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
21 Jul 18
Mateo 12, 14-21
Les mandó que no los descubrieran, para que se cumpliera lo que dijo el profeta
En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él. Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías: «Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su nombre».
Hay muchos que levantan las voces con preguntas como ¿Y dónde está Dios ante esto? o ¿Qué hizo Dios ante esa gran injusticia? …y así muchas más…pero Dios hace en el silencio, sana sin alardes, cuando se lo pides, obra sin aspavientos, no grita, no discute…
Muchos dirán que entonces no existe, y ahí entra la fe y el amor al prójimo, el que decimos tener tú, yo, aquellos…Eso que es estar cerca de Él, aunque pareciera estar alejado, estar cerca de Él, aunque la Iglesia que dice seguirlo cae a pedazos por culpa de los “altos dignatarios” que olvidaron su misión, estar cerca de Él, aunque seas perseguido y condenado por amarlo y esperarlo.
Dios “parece” guardar silencio y, según esta lectura, también quiere que nosotros guardemos silencio. Tal vez es porque más que palabras, que muchos han dicho en demasía, Dios nos pide dar testimonio de vida de su amor. Que manifestemos al mundo como lo amamos, y como, siguiendo su enseñanza, amamos a los demás.
Creo firmemente, y aquí tal vez se alcen muchas voces, que a los católicos nos falta orar y amar más en silencio y nos sobra vociferar en público. He visto cómo se rasgan vestiduras con la ley de aborto, la ideología de género, los jóvenes drogadictos, feminismo, etc., etc., etc., pero veo poco amor, tolerancia, comprensión, acogida, colaboración con el que sufre o el pecador.
Si acogemos a esas niñas embarazadas, las apadrinamos, logramos un entorno bonito para ellas y sus bebes, les demostramos que las amamos por ser tan infinitamente desvalidas, tal vez logremos que alguna niña no aborte.
Si abrazamos, con nuestros propios brazos, a quien ha sido abusada o violentada, y entendemos su sufrimiento, tal vez logremos mayor dignidad para las mujeres.
Pero si por el contrario elevas voces, o escribes sin descanso en las redes sociales, por prohibir una ley – que en la práctica es una realidad que hoy sucede en oscuras e insalubres cuartos de carniceros sin escrúpulos – solo quedaras como un fanático doble estándar que dice luchar por la vida, pero duerme tranquilo en las noches sin pensar en los niños huérfanos o desvalidos, que son abusados en instituciones que deberían resguardarlos.
¡¡¡¡¡Pregúntate¡¡¡¡ ¿cuándo has abrazado por unos cuantos minutos a una futura mamita de algún hogar de adolescentes embarazadas?, ¿cuándo has luchado para que se contrate a una mama con hijos pequeños?, ¿cuándo has apadrinado (o adoptado) a un niño desvalido? ¿Cuándo has ido a un hospital a consolar a una mujer agredida o violada? ¿Cuándo has realizado una acción concreta y constante por proteger una vida humana ya nacida? Si tu respuesta es nunca (no sirve la moneda que diste para la colecta de lo que sea, que no te costó, ni te hizo más pobre) nadie creerá tu discurso salvavidas….Cristo no necesitó gritar, ni pelear, ni discutir, sino que amo, amo, amo y volvió a amar y acoger…como tantos Cristos que vemos cada día: el cura que se hizo obrero, el profesor que compra cuadernos y zapatos para sus niños, la futbolista que regala su tiempo para enseñarle lo que sabe a futuros Vidal, Sánchez o Ronaldos, el hombre bueno que entretiene cada sábado a mamás con sus hijos en una parroquia en Renca, y así un sinfín de historias…
No regalemos palabras o alegatos en las redes sociales, o discusiones vanas en salones resguardados y abrigados, sino que donemos tiempo, acciones o aportes concretos a hacer la vida mejor de alguien a quien veas, conozcas su nombre y sepas sus sufrimientos… ayúdalo y dile que no lo haces por ti, sino porque sigues al más Misericordioso y al que verdaderamente amo: Jesucristo… y veras como crece el amor en el mundo…. es el momento de actuar más que gritar, porque en la multitud de gritos de una sociedad egoísta, violenta y ciega, solo el amor que se entrega en cercanía y con generosidad es lo que siembra más amor y fe.
Callando, pero actuando con amor, tal vez podremos ver como “las naciones pondrán la esperanza en Su nombre” y seamos felices en el silencio con Dios y en Dios.
Me parece extraordinaria la visión que nos entrega Elizabeth esta semana. No tiene una sola silaba de integrismo. Y eso se agradece porque hoy más que nunca necesitamos abrir los ojos ante la realidad que nos toca enfrentar, colocarnos en el lugar del otro y asumir en plenitud las enseñanzas de Jesús y de nuestro Papa Francisco.
Dicen que en otro mundo, la comida de las personas será amor, amor por Cristo y el uno por el otro. Una persona contemplará a otra y de este sentir en el alma un verdadero paraíso.
Hay quienes no tienen verdadera alegría y pueden permitirse planes y sueños: «Haré esto y lo otro, iré allí, iré aquí»; pueden ser honrados, disfrutar del entretenimiento y experimentar alegría; pero esta alegría no saciará su alma.
Esta alegría es material, mundana, y la alegría mundana no satura el alma, y el hombre permanece con un vacío en su corazón.
La alegría mundana da algo temporal, que es agradable solo en este momento, no da lo que da alegría espiritual.