Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
28 Jul 18
Mateo 13, 24-30
Déjalos crecer juntos hasta la siega
Jesús les contó otra parábola: “El reino de los cielos puede compararse a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando el trigo brotó y produjo grano, entonces apareció también la cizaña. Y los siervos del dueño fueron y le dijeron: ‘Señor, ¿no sembró usted buena semilla en su campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?’ Él les dijo: ‘Un enemigo ha hecho esto.’ Y los siervos le dijeron: ‘¿Quiere, usted, que vayamos y la recojamos?’ Pero él dijo: ‘No, no sea que al recoger la cizaña, arranquen el trigo junto con ella. Dejen que ambos crezcan juntos hasta la cosecha; y al tiempo de la cosecha diré a los segadores: “Recojan primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, pero el trigo recójanlo en mi granero.”
La parábola que nos presenta el Evangelio de hoy pertenece al ciclo de las parábolas del Reino. Jesús usaba parábolas, con ejemplos tomados de la vida diaria, para transmitir sus enseñanzas y sus oyentes conocían muy bien el trigo y la cizaña. El trigo se cultiva casi en todo el mundo y su grano sirve para hacer el alimento más básico: el pan. La cizaña es una especie de trigo silvestre, conocido también como “falso trigo” y también produce un grano, pero éste puede ser tóxico para el consumo humano. Por eso es importante no confundir ambas plantas, que se parecen mucho cuando están creciendo. Con su ejemplo, Jesús quiere dar a entender que buenos y malos, trigo y cizaña, se encuentran juntos y mezclados en este mundo… y también el bien y el mal conviven en cada uno de nosotros.
Incluso la Iglesia es una organización donde se mezclan semillas de trigo bueno con maleza destructiva. Puede haber discípulos que en la superficie parecen “buenos”, pero de hecho no lo son. Espiritualmente hablando, unos son hijos de Dios y los otros del maligno. Somos una comunidad santa y pecadora…
De todos es conocido que la Iglesia en Chile está pasando por una profunda crisis. Algunos de sus pastores, que se suponía tenían que cuidar del rebaño, han abusado de su poder. Esto ha hecho que mucha gente se sienta desilusionada de la institución y uno escuche comentarios como “los curas son unos abusadores”… este tipo de comentarios produce mucho dolor a la comunidad cristiana y, sobre todo, a los sacerdotes que no lo son.
Una de las razones de la poca asistencia a los actos masivos en torno a la venida del Papa puede haber sido desilusión de la gente. Después de su visita, el Papa ha reconocido que se ha equivocado y, en una acción nunca vista, ha pedido perdón a las víctimas y ha comenzado a hacer cambios en la jerarquía chilena… está separando la cizaña del trigo limpio.
Es probable que el escándalo que se ha destapado en Chile se repita en muchos otros países. Y tal vez este mismo escándalo nos impide ver que junto a los que han abusado de su situación de poder, hay muchos otros sacerdotes que entregan todo su tiempo y sus energías al servicio de los más necesitados. Estos son los que siguen el ejemplo del Buen Pastor y no abusan de su autoridad. También nosotros estamos llamados a saber separar el trigo de la cizaña y no poner a todos los sacerdotes en un mismo saco.
Esperando la cosecha…
«Cuando el hombre vive la vida terrenal no puede saber del todo en qué medida su espíritu es esclavo de otro espíritu, porque tiene voluntad, según la cual actúa cómo y cuándo quiere. Pero cuando tras la muerte se le prive de voluntad, el alma verá a qué poderes está sometida. El Espíritu de Dios lleva a los justos a las moradas eternas, y los ilumina y deifica. Del mismo modo, las almas que estén en contacto con el diablo, serán poseídas por él».
Si actuamos a la ligera, si actuamos contra la voz de la consciencia, si nos abandonamos al pecado, entonces sembraremos las semillas del mal en nuestra alma y allí recolectaremos para la eternidad los frutos más amargos y los sufrimientos más crueles.
El cristianismo, como religión del amor, pide esforzarse por vivir según la consciencia y la verdad. No pecar y vivir con fidelidad a la Fe, en todo.
El alma es inmortal, la persona debe prepararse para entrar con dignidad a la Vida Eterna. Los cristianos que lo saben, ya son felices aquí durante su vida terrenal, y saben cómo pueden prepararse para disfrutar de un dichoso tesoro celestial.