Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
25 Jul 15
Mateo 13, 31-35
«El grano de mostaza se hace un arbusto, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas»
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»
Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.» Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.
Siendo el grano de mostaza una de las semillas más pequeñas, luego de sembrarla va transformándose, poco a poco, hasta que llega a convertirse en ese tremendo árbol, de tupido follaje y grandes ramas en el que se cobijan toda clase de aves. Allí se instalan y construyen sus nidos infinidad de pájaros.
Recuerdo que cuando niños en el colegio, en la clase de ciencias naturales, se nos hacía el experimento de hacer germinar un poroto en un secante húmedo e íbamos viendo cómo ésta semilla iba, poco a poco, brotando. Primero era una protuberancia, que luego se transformaba en tallo, luego las hojitas y así sucesivamente hasta convertirse en una plantita. Hacíamos una verdadera competencia en quien lograba tener la primera planta.
También nosotros recibimos al nacer una pequeña semilla, que es la fe y que luego, en el transcurso de nuestra vida, debiera ir acrecentándose hasta transformarnos en personas que estén dispuestos a acoger, acompañar y proteger al prójimo y a toda persona que requiera de nuestra ayuda
Jesús siempre hablaba en parábolas, al hacerlo da la oportunidad a aquel que escucha, de encontrar en sus narraciones toda clase de significados y de hecho sus palabras son siempre claras y aún siguen vigentes.
Cristo eligió a doce pescadores, todas personas rudas y de poca cultura. Ellos fueron transformándose en los cimientos de esta institución que llamamos Iglesia y que ha perdurado por siglos y siglos hasta nuestros días. Esta iglesia, de la cual formamos parte, requiere de gente comprometida, dispuesta a dar todo de sí para lograr no solo mantenerla, sino, en lo posible, acrecentarla y hacerla más cercana a la gente. Debemos salir de nuestras “capillitas piadosas” y presentarnos ante las demás personas dispuestos a defender, si fuera necesario, la doctrina de la iglesia y sus enseñanzas.
Para lograr llegar a un mayor número de personas, es requisito indispensable ser acogedores y serviciales en lo posible con todos, sin hacer distingos de ninguna especie.
Tendríamos que pensar seriamente en que está en nuestras manos el futuro de nuestra iglesia. Tal vez, por la falta de vocaciones sacerdotales la iglesia, seguramente requiere de nuestros servicios para así alivianarle, en parte la dura labor que tienen los párrocos. Podríamos reflexionar en actuar y no esperar que nos llamen. Sencillamente presentarnos ante nuestro párroco y ponernos a su disposición. Estoy seguro que nuestra oferta será bienvenida- .
Preguntémonos, si estaríamos dispuestos a ayudar. Existen infinidad de labores en las que podríamos cooperar.
Percy:
efectivamente tenemos que animarnos a salir de nuestras capillitas, no solo para proclamar, sino para crecer y aprender, debemos leer la Biblia y dejarnos aconsejar por la bendita Palabra, debemos estudiar (como lo hacen otras religiones), reflexionar y crecer en torno a ella. No hay otro mejor consejero y guía que la Palabra y la oración.
El salir de nuestras capillitas, para mí es salir hacia los hermanos y sembrar ese granito de mostaza, que se traduce en amor ,servicio que implique sacrificios. Debemos ser como los pescadores que eligió JESÜS, humildes, sencillos, dejar el yo que me impide compartir con los que nos necesitan, ahora ya, nunca se sabe cuando caduca tu permiso terrenal, no olvidar que el Reino lo construímos aquí
En nuestra vida diaria, en el trabajo, en la oficina, en lo cotidiano, ahí constituinos en modelo de nuestra fe. Nada desilusiona más que la inconsecuencia. Dentro y fuera del templo, ¡abrazar el amor de Cristo!.