Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
25 Jul 21
Mateo 13:18-23
El que escucha la palabra y la entiende, ese dará frutos
Jesús dijo a sus discípulos: «Escuchen ahora la parábola del sembrador: Cuando uno oye la palabra del Reino y no la interioriza, viene el Maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Ahí tienen lo que cayó a lo largo del camino. La semilla que cayó en terreno pedregoso, es aquel que oye la Palabra y en seguida la recibe con alegría. En él, sin embargo, no hay raíces, y no dura más que una temporada. Apenas sobreviene alguna contrariedad o persecución por causa de la Palabra, inmediatamente se viene abajo. La semilla que cayó entre cardos, es aquel que oye la Palabra, pero luego las preocupaciones de esta vida y los encantos de las riquezas ahogan esta palabra, y al final no produce fruto. La semilla que cayó en tierra buena, es aquel que oye la Palabra y la comprende. Este ciertamente dará fruto y producirá cien, sesenta o treinta veces más».
Si hay algo que conocemos de los evangelios son las parábolas con las que Jesús enseñaba a sus discípulos. Nos acostumbramos tanto a oír las parábolas de Jesús que podemos dejar de apreciar lo llenas de sabiduría que están, una sabiduría que está bellamente expresada en un lenguaje que todos podemos comprender. Es posible que pensemos que están un poco “pasadas de moda”. Pero al leer lentamente este pasaje, al menos yo, descubro que en estos momentos tengo las cuatro reacciones que Jesús describe en la parábola.
Hoy, que nos aqueja la peor pandemia que nuestra generación ha conocido, a través de esta parábola Jesús nos asegura que la perseverancia a menudo gana: -el hombre mencionado al final ciertamente puede ser persuadido a levantarse y hacer la buena acción solicitada por su amigo y finalmente se rindió ante las súplicas insistentes por justicia de la viuda perjudicada-. Sin embargo, cualquier elemento de perseverancia depende de la relación de confianza entre los involucrados, en otras palabras, lo que, en nuestra situación, la traduzco como que “nuestro Padre realmente se preocupa por nosotros”.
La parábola del sembrador explica cómo es recibida la Palabra de Dios. Jesús sabe que hay diferentes niveles entre los que reciben la Palabra, permitiéndoles florecer y dar fruto, o no poner la suficiente atención, y no poder dar el fruto deseado. Me atrevo a pensar que la “comprensión” es esencial para que la palabra se enraíce en mí y sea efectiva en mi vida porque una escucha, reflexiva y sin apuro, me permite hablar a mi corazón. Uno de los grandes peligros para no escuchar ni comprender la Palabra de Dios es un corazón indiferente y endurecido. Hoy, es momento que nos preguntémonos: ¿Tengo un corazón acogedor y disponible, dócil para llegar a una comprensión plena de lo que estamos viviendo?, o ¿qué si mi estilo de vida me lleva a una comprensión profunda y transformadora de la situación que viven miles de familias aquejadas por esta larga pandemia, es aparente?
Termino esta reflexión con las sabias palabra de nuestro Papa Francisco “Lo verdaderamente asombroso es que la inmensa mayoría de las personas no luchan por “ser” alguien, sino por “tener” algo; no se apasionan por llenar sus almas, sino por ocupar un sillón; no se preguntan qué tienen por dentro, sino qué van a ponerse por fuera. Tal vez sea ésta la razón por la que en el mundo hay tantos y tantas marionetas y tan pocas, tan poquitas personas. Sí, hay que amar la lucha. Creer en algo muy serio. Luchar por ello. Seguir luchando cuando nos cansemos. Seguir adelante cuando nos cansemos de caminar.
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