Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
01 Ago 15
Mateo 14, 13-21
“Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos;
los discípulos se lo dieron a la gente”
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer. Jesús les replicó: No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer. Ellos le replicaron: Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces. Les dijo: «Traédmelos». Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente: Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Confieso que con una primera lectura del pasaje que me ha correspondido comentar, me pregunté qué tiene que ver la primera frase con el cuerpo del texto. Al volver a leerlo comprendí que la línea central del pasaje revela una de las características más apasionantes de Jesús… su compasión.
No es el único texto que nos muestra a Jesús dolido. La personalidad de Jesús que nos muestran los Evangelios es la de un hombre tierno, afectuoso y de intensos sentimientos. Exteriorizó una amplia gama de emociones: ternura por un leproso (Marcos 1:40, 41); lástima por la gente que no respondía (Lucas 19:41, 42); justa indignación ante los cambistas codiciosos (Juan 2:13-17); y derramó lágrimas cuando su querido amigo Lázaro murió. Sus sentimientos se hicieron patentes en especial por su manera de ver y tratar a otras personas. En la multiplicación de los panes y los peces lo vemos preocupados por satisfacer las necesidades de la multitud que lo seguía.
La Compasión es mucho más que un sentimiento. Compadecerse es salir de uno mismo llevando consigo lo que uno tiene, por poco que sea, para compartirlo con el que no lo tiene y que por eso mismo sufre.
Los evangelios nos dicen que mientras Jesús llevó adelante Su ministerio terrenal, frecuentemente fue seguido por grandes multitudes… ¿Qué querían? ¿Por qué lo seguían? Las razones pueden ser muchas; se admiraban de sus enseñanzas; les atraían sus milagros; unos pocos lo siguieron porque querían ser sus discípulos; pero en el pasaje que comentamos no lo buscaban por los milagros sino porque comieron y fueron saciados. Mucha gente sigue al Señor por la misma razón, porque “comieron y fueron saciados”.
El evangelista nos recuerda hoy, que la misión de todo cristiano es compartir, dar, ofrecer. Simplemente porque cuando se comparte, por poco que tengamos, todos tienen, todos sacian su hambre y al final sobra.
Tendemos a pensar, y es cierto, que la prioridad la tiene el pobre. Pero no se trata de exigir que lo solucionen sus familiares, que los ricos les den, que para eso tienen más, que lo arreglen los gobiernos, sino que es competencia de todos, cada uno según su poder, pero todos, todos sin excepción, podemos contribuir para que el mundo sea cada vez más equitativo, más solidario y sobre todo no haya estas diferencias tan enorme: mientras algunos tiramos la comida a los basureros, otros mueren porque no tienen nada que llevarse a la boca.
Y está muy bien preocuparnos de ellos, así nos lo piden tanto el Papa Juan Pablo II como Francisco cuando nos dicen: «Los pobres no pueden esperar”, pero no es la única.
No hay más que ver cómo nos agolpamos a comprar antes que se agote cuando vemos las palabras OFERTA, SALE (como anuncian ahora las tiendas) o VENTA DE GARAGE (cuando nos queremos deshacer de lo que no nos sirve). Vemos en esto la “insatisfacción” de los que no sufren precisamente de falta de dinero, alimento, abrigo, cobijo. Me refiero al que teniéndolo todo no para de ansiar cosas, el último modelo, lo plus ultra, o vive ávido de la última noticia. Me atrevo a decir que esta “insatisfacción” es un “signo de los tiempos”.
Tampoco la necesidad física es la única. Es de primera prioridad también satisfacer la soledad, la tristeza, la depresión, incluso de nuestros más cercanos. Para ello no necesitamos tener dinero, basta con la oportuna e indicada palabra, un gesto de cariño o una simple sonrisa.
Hoy en día estamos viviendo en tiempos donde las personas poco a poco se están alejando cada vez más de Dios. Muchos solo están viendo al Creador del universo como un “suplidor de necesidades o de deseos. Me gustaría hacerte una pregunta: ¿Qué esperas tú y qué quieres de Jesús?
Isabel Margarita Garcés de Wallis
Isabel Margarita ,tan cierta tu reflexión, que no haré otro comentario.
Tú haces una pregunta y la deseo responder, solo espero que nunca suelte mi mano, porque con Él, tengo mi vida plena, me ha dado todo, sin El no soy nada, trato de vivir como El nos enseña. Me ha dado mas de lo que merezco y con he sido capaz de enfrentar las penas que a veces la vida te presenta. Como dice : Yo soy el camino , la verdad y la vida
EL comentario me suena bien, porque me pasa algo parecido, al decir que los pobres no pueden esperar, se me imaginaban los paupérrimos, que habitualmente no veo, que no son parte de mis ambientes, pero, compartir una sonrisa, un gesto amable con los pobres que tienen de todo, con los pobres de espíritu o cuando ellos comparten esos mismos gestos conmigo, me hace comprender que cuando hacemos o recibimos esos gestos cariñosos, el Señor anda por ahí repartiendo lo suyo, que es, desear el bien y hacer al bien, pues de El todo bien proviene
Hermosa reflexión de Isabel Margarita.
Se usa la expresión le siguen «por los panes y los peces», o sea por interés. Alimento 15.000 si contamos mujeres y niños, por lo bajo.
Una persona seguida por 15 mil, por interés de suplir necesidades básica. Demuestra necesidad real, pero mal enfoque. Jesús quería que lo siguieran por los motivos correctos. No porque «me va a prosperar».
Por eso pregunta a los discípulos, «que dice la gente de mi», y por eso pregunta a sus discípulos después «que dicen ustedes de mi».
Atender a los pobres, si por que son necesidades reales y urgentes, «dar nuestro pan», y el lo multiplicara en su alcance y beneficios.
Esta reflexión dominical, es un pan entregado con amor. En las manos e Dios se multiplicara en alcance y en vidas aun muchos años después. La palabra escrita queda, y esta aveces queda escrita en el corazón del hombre hambriento. Seguidores o discípulos?, tras qué vamos cuando seguimos a Jesús?
Nos corresponde responderle a Él