Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
25 Jun 12
Mateo 16,13-19
«Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los cielos»
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará… Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».
El texto de Mateo 16, 13 – 19 nos pone delante de la narración de un hecho como la comunidad lo ha comprendido y vivido. Se trata de identificar el ser de la persona de Jesús, no de un ser transcendente y misterioso, El pueblo que ha acompañado la actividad de Jesús lo considera un enviado muy especial de Dios para preparar la era mesiánica. Y Jesús se preocupa con la continuación de su misión – el anuncio del Reino –en este mundo cuando vuelva al Padre.
Es interesante fijarnos un momento en el pre-texto, vv. 1-12 que demuestra esa gran preocupación de Jesús con sus discípulos, o sea, su preocupación en que ellos comprendan y sientan verdaderamente quién es Él y que no se dejen llevar por enseñanzas falsas y tramposas de los fariseos y saduceos.
De ahí que Jesús les pregunta al inicio de manera sutil quién es él, lo que dicen de él los demás. Simón, hijo por la carne de Jonás, hace la declaración decisiva; Jesús es el Mesías aguardado y Jesús lo confirma, con la afirmación de que la confesión de Simón procede de revelación del Padre, lo que le confiere una gracia especial.
Por ello su nombre, que para los judíos confirmaba la identidad, es cambiado para Pedro, piedra fundamental en su nueva función específica: la roca donde se asentará la nueva comunidad, o mejor, la roca es siempre Jesucristo, pero la roca terrenal, el liderazgo de la nueva asamblea (ekklesía) que se forma para seguir al Maestro.
Les confieso que siempre me ha molestado la declaración de que Pedro será el juez todo-poderoso para quienes entran o no en los cielos. Más que todo estará siempre la misericordia de Dios y nuestro abogado Espíritu Santo y nuestro Salvador que nos recibirá. Hay que entender que la comunidad mateana siente que Pedro recibe una autoridad especial, tiene el liderazgo natural para llevar adelante misión difícil, llena de problemas, cuestiones, disputas, etc. Y esa autoridad debe ser respetada por el grupo para que “vayan y anuncien el Reino de Dios y bauticen por todo el mundo”.
Siempre digo que la “Palabra” es entendida por cada persona de distinta manera, según sean sus propias vivencias, capacidades, e incluso etapa de la vida en la cual se vive. Porque la Palabra es viva, es actual, es siempre vigente y para todos. Hecha esta aclaración, me atrevo a decir lo que dice para mí esta parte del evangelio. Jesús estará siempre en quienes como Pedro lo reconocen como el Mesías prometido en las Antiguas Escrituras, el Hijo de Dios; el Espíritu Santo alumbró a Pedro, como toca las puertas de la vida de cada uno de los que creen en Él.
En las palabras que siguen Jesús entrega las llaves del Reino al que ”lo reconoce”, a pesar de ser Pedro algo torpe, vulnerable, un tanto cobarde, alguien quien lo niega, y sin embargo es capaz de arrepentirse, porque lo ama entrañablemente, y ve en Él, al hijo de Dios. A mi modo de ver Pedro representa la humanidad susceptible al pecado, como todos los que conformamos su Iglesia, y cuando esta humanidad no te permite reconocer al Mesías, permanecerás bajo sus límites caducos; pero la eternidad se presentará cuando sueltes las ataduras humanas y terrenales.
Todos los que creemos en Cristo conformamos su Iglesia, y todos somos nuestros propios jueces y dirimimos el veredicto, sobre cuál será nuestro “eterno destino”. Es una opción de vida.
Nuestra Iglesia siempre está sometida a errores, dolores, crisis, e incluso pecados; pero en esta parte del Evangelio, encontramos palabras que nos regalan una infinita esperanza, “el poder del infierno no la derrotará”.
Es un pasaje clave de la escritura.
Jesus no quiso convencer a sus dicipulos de quien era él, los dejó que pensaran libremente hasta que les «fue revelado».
El que se acerca a Jesus, ya sea del punto de vista historico, o politico, o lo que sea, tarde o temprano se encuentra con EL.
A la inversa mucha gente como los discipulos siguiendo a Jesus por motivos religiosos (3 años) o aparentemente por motivos piadosos, NO LE CONOCEN.
El Jesus REVELADO debe ser nuestra meta a buscar independientemente de cuanto tiempo llevemos en tal o cual congegacion.
La consecuencia de ello, Pedro es ascendido con responsabilidades «terrenales», el no va a «filtrar» quien entra o sale en el cielo, Jesus le dice lo que atares AQUI sera atado arriba y lo que desatares en la TIERRA a su vez sera desatado en el cielo. La Responsabilidad y «cargo» de Pedro es temporal, mientras está en esta tierra. (a lo mucho Pedro sería «el portero»).