Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
09 Ago 10
Mateo 17, 22-27
Lo matarán pero resucitará. Los hijos están exentos de impuestos
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: “El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres: lo matarán y al tercer día resucitará”. Y ellos quedaron muy apenados.
Al volver a Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los que cobran el impuesto para el Templo. Le preguntaron: «El maestro de ustedes, ¿no paga el impuesto?» Pedro respondió: «Claro que sí». Y se fue a casa.
Cuando entraba, se anticipó Jesús y le dijo: «Dame tu parecer, Simón. ¿Quiénes son los que pagan impuestos o tributos a los reyes de la tierra: sus hijos o los que no son de la familia?»
Pedro contestó: «Los que no son de la familia.» Y Jesús le dijo: «Entonces los hijos no pagan. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, vete a la playa y echa el anzuelo. Al primer pez que pesques ábrele la boca, y hallarás en ella una moneda de plata. Tómala y paga por mí y por ti.»
Después de elegir este trozo descubrí que ya había sido comentado, hace casi un año, por el más joven de nuestro grupo de reflexión evangélica semanal y virtual, y que el enfoque de Luíto había sido muy bello y diáfano mientras yo, que puedo ser su abuela, me siento bastante complicada porque, francamente, este texto me resulta muy misterioso. En el comentario anterior, que ustedes pueden encontrar en el blog Caminandojuntos.cl, Luis Cristóbal centró muy bellamente su reflexión en la fe que lo vino a buscar sin necesidad de pedirla; su fe en Jesús que se hizo hombre y fue tentado, que anunció el Reino de Dios y fue crucificado, pero antes entregó a Pedro las llaves del Reino y la administración de su iglesia. Inesperadamente, en el blog surgió un debate interesante entre quienes apoyaron la afirmación de que la Iglesia Católica había sido fundada por Jesús y quienes opinaron que Jesús no fundó la Iglesia como institución, sino que son las iglesias cristianas las que nacen de Jesús.
Aunque el tema de la Iglesia, santa y pecadora, está en el centro del debate actualmente, yo he optado por quedarme en el modo como Jesús soluciona el dilema entre pagar o no pagar el tributo, enviando a Pedro a pescar. Más que un milagro, encontrar la moneda en la boca de un pez me parece un símbolo muy potente y lleno de matices. Desde el punto de vista histórico, no hay que confundir el impuesto que se pagaba al César de Roma con el tributo mencionado en este pasaje del evangelio, un impuesto que todo judío entregaba una vez al año, desde tiempos del Éxodo, para sostener el templo. En su conversación con Pedro, Jesús ha reconocido que el pago no es pertinente en su caso, puesto que toda relación filial es gratuita. Todos nosotros, hijos del mismo Padre, accedemos a sus dones gratuitamente.
Sin embargo, no es del ánimo de Jesús escandalizar a esa gente y por eso envía a Pedro, pescador de Cafarnaún – igual que Andrés, Santiago y Juan – a pescar. ¿Acaso Jesús necesita un subterfugio, o un milagro, porque no tiene con qué pagar ese tributo? ¿Está diciéndole a Pedro que el dinero para pagar los impuestos debe ganarse legítimamente, con el trabajo del hombre?
Pero, ¿porqué un pez? Para mí, la simbología del pez va mucho más allá del oficio de pescar y del alimento que se prodiga a multitudes hambrientas. Para los primeros cristianos fue un símbolo con el que se reconocían, ya que “pez” en griego se escribe ICHTUS, letras que pueden interpretarse como un anagrama de Jesús Cristo Hijo de Dios Salvador. Profundizando un poco más y volviendo al Antiguo Testamento, el pez estaría sugiriendo la señal de Jonás, un relato, parábola o fábula que es una joya de la tradición profética y evangélica. El profeta Jonás ha querido escapar a su responsabilidad de convertir a un pueblo impío huyendo en una barca que hace agua, por lo que los marineros lo echan por la borda y es tragado por un pez enorme; pero, al tercer día, Jonás es vomitado a tierra para que vaya a cumplir su misión. En la cultura semita tan llena de símbolos, este relato fue considerado precursor de la muerte y resurrección de Jesús al tercer día, cosa que él acaba de anunciar a sus apóstoles precisamente en el inicio de este trozo. Tal vez ésta sea la clave para comprender este episodio. Los judíos de Jerusalén, a quienes estaba dirigido el evangelio de Mateo, seguramente lo encontraron mucho menos enigmático que esta humilde comentarista.
Amigos
Super interesante y acertada la reflexión de María Marta. El pagar da derechos, adquiere el privilegio de «entrar» al espectáculo del Reino y Jesús paga por El y por Pedro, su Iglesia. El pez representa esa gratuidad de obtener la riqueza por parte de cualquiera que quiera, de verdad, darse el esfuezo de ir a buscar «la entrada para el Reino». Los pecados de nuestra Iglesia de hoy, están pagados por Jesús, pero los de cada uno, hay que ir a pescarlos…..
Un abrazo
Miguel Rivas