Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
17 Mar 09
Mateo 18, 21-35
Si cada cual no perdona de corazón a su hermano, tampoco el Padre os perdonará
Entonces Pedro se acercó y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces debo perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contestó: «No digas siete veces, sino hasta setenta y siete veces”.
Por eso sucede en, el reino de los cielos lo mismo que pasó con un rey que resolvió arreglar cuentas con sus empleados. Cuando estaba empezando a hacerlo, le trajeron a uno que debía diez millones de monedas de oro. Como el hombre no tenía para pagar, el rey dispuso que fuera vendido como esclavo junto con su mujer y sus hijos y todas sus cosas para pagarse de la deuda.
El empleado se arrojó a los pies del rey suplicándole: «Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.» El rey se compadeció, y no sólo lo dejó libre, sino que además le perdonó la deuda.
Pero, apenas salió el empleado de la presencia del rey, se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas; lo agarró del cuello y casi lo ahogaba gritándole: «Págalo que me debes.» El compañero se echó a sus pies y le rogaba: «Ten un poco de paciencia conmigo, yo te pagaré todo.» Pero él otro no le aceptó. Al contrario, lo mando a la cárcel hasta que pagara toda la deuda.
Los compañeros, testigos de esta escena, quedaron muy molestos y fueron a contarle todo a su patrón. Entonces el patrón lo hizo llamar y le dijo: «Siervo malo, todo lo que me debías te lo perdoné en cuanto me lo suplicaste. ¿No debías haberte compadecido de tu compañero como yo me compadecí de ti?” Y estaba tan enojado el patrón que lo entregó a la justicia, hasta que pagara toda su deuda.
Y Jesús terminó con estas palabras: “así hará mi Padre Celestial con ustedes si no perdona de corazón a sus hermanos».
Dad gracias a Yahvé porque es bueno, porque es eterna su misericordia (Salmo 107(106).
Aún queda gente que le reza, llena de temor, a un Dios castigador. Ese Dios que, tal vez por la enseñanza de nuestros mayores, se adueño de nuestras conciencias y que en infinidad de casos no ha servido más que para alejar a muchos de la religión.
Aquel, era un Dios justo, castigador y poco misericordioso. Nos daba lo que en conciencia merecíamos, un castigo. Pero, ese no es el Dios que conocemos y predicamos. Felizmente, se nos está mostrando al Dios de Jesucristo, El tiene otro carisma, uno diametralmente distinto. Ya no es aquel del antiguo Testamento, ese del «Ojo por ojo», «Diente por diente». Es un Dios humano y amoroso, cercano a nosotros, que atiende a nuestras súplicas y oye nuestras oraciones, que sentimos muy cercano, está siempre con nosotros.
Estoy seguro que así como El es misericordioso a pesar de nuestro errático comportamiento, sabemos que nos perdona. Siempre lo hace. Es más, está claro que vino a salvarnos a todos. Nos corresponde a nosotros hacer lo mismo con nuestros semejantes. Perdonarlos. Cristo en la oración que nos dejó así nos lo dice.
Tal vez pensemos que como no le hemos hecho nada malo a nadie, no tenemos de qué pedir perdón. Pero, ¿hemos considerado que nuestra falta más grande no es hacer el mal sino que el dejar de hacer el bien o simplemente no hacer nada? Ese “no estar ni ahí” con nuestros semejantes.
Pensemos, qué hemos hecho por :
– Las migraciones de africanos a Europa, que buscando un mejor destino cruzan el mediterráneo en botes o «chalupas».Que, si logran llegar a Europa son devueltos a sus países como animales. Otras veces, como Europa requiere mano de obra barata, los reciben pero sin beneficios, ni leyes sociales y solo a ellos. No a sus familias.
– Los peruanos en Chile con todo lo que ello conlleva. .
– El excesivo valor de los medicamentos.
El gran problema es no hacer nada porque, tal vez pensamos :
¿Qué tenemos que ver nosotros con estos problemas?
¿Qué podemos hacer nosotros por esa gente, estando a miles de kilómetros (en el caso de Europa)?
En mi juventud fui Boy Scout. Recuerdo que diariamente, al levantarnos debíamos hacernos un nudo en nuestro pañolín. Lo podíamos desatar si hacíamos una obra de bien para los demás. ¿Podremos nosotros acaso desatar a diario el nudo de nuestro pañolín?
Está claro que, como personas individuales, tal vez, no podamos hacer mucho por esa gente pero, si nos uniéramos, primero en nuestro país luego en el continente y en fin con el mundo entero podríamos formar una gran corriente de opinión que sí pese en la sociedad.
Les propongo algo, pongámonos en los zapatos de los demás. Así tal vez entendamos a lo que me refiero.
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