Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
18 Ago 18
Mateo 19, 13-15
No impidas a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los cielos
Entonces trajeron algunos niños a Jesús para que pusiera las manos sobre ellos y orara; y los discípulos los reprendieron. Pero Jesús dijo: “Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a Mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos.” Y después de poner El las manos sobre ellos, se fue de allí.
Un pequeño párrafo con un gran mensaje. Hay quien incluso escribe un libro completo sobre estas pocas líneas (Asdrubal Fabricio Muñoz Chávez, Hacerse como niños condición para entrar en el reino de Dios: intencionalidad pedagógica de Jesús). Y es que el sujeto de este pasaje son los pequeños niños, aquellos que a muchos nos molestan con sus gritos, llantos o travesuras… y a quienes tratamos de mantener alejados para que no molesten en reuniones o actvidades sociales o protocolares.
Recuerdo incluso de aquel curita que interrumpió de golpe su sermón en la Iglesia, con el grito de ¡saquen a los niños y a ese perro de la Iglesia!… Parece que olvidó que el Señor dijo “dejen que los niños vengan a mí”.
Como que ya de viejos nos ponemos necios y todo nos molesta. Nos creemos el “hoyo del queque” como dicen por ahí y muy superiores a esos chavalos. Los mandoneamos, los reñimos, los castigamos y los callamos. Y en verdad, en verdad nos dijo el Señor que nos hagamos como ellos, inocentes y alegres, sin tantas vueltas y suspicacias y hasta llenos de malicia para conseguir nuestros deseos. Pero, para alcanzar el Reino de los Cielos ¡hay que hacerse como niños! Y ese Reino es el que todos buscamos, solidaridad y justicia para con todos.
Y cuando se dice “los niños” parece que también se implica a los más débiles, a los olvidados y marginados, a sus preferidos. Así que ojo a cómo los tratamos.
Viene al caso también ahora, la difícil situación por la que pasa nuestra Iglesia ante tantas denuncias de curas que abusan de los niños que tienen a su cargo. Recordemos aquel otro pasaje que nos dice “Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar” (Mc 9, 42). Así que prestemos más atención a nuestros niños y hermanos más débiles apoyando la consrucción del Reino de Dios.
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