Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
24 Dic 12
Mateo 2, 13-18
Herodes mandó matar a todos los niños de Belén
“Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo de diga. Porque Herodes ya a buscar al niño para matarle’. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo (Os, 11, 1).
Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: ‘Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento; es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen’ (Jr 31, 15).
Aunque las narrativas de la niñez hayan sido las últimas escritas en los evangelios de Mateo y Lucas, como un marco para todo lo que sucede después, debemos pensar en un sustrato histórico. Los judíos esperaban al Mesías que, según su tradición, sería Rey de Israel y su liberador de todo yugo extranjero. Herodes era cómplice de los romanos, lo que le interesaba muchísimo.
Hay, sin duda un sustrato literario, tal vez los textos más bellos y poéticos de los evangelios, pese el episodio de extrema violencia. Y para nosotros nos toca el significado religioso/teológico cuando la ambición y los intereses propios y creados se tornan enemigos de la vida, fuerzas de la muerte que representa la anti-Creación. No termina con la matanza de los inocentes hace más de dos mil años.
En Rio de Janeiro, Brasil, el 23 de julio del 1993 ocurre lo que se conoce como la “Masacre de la Candelaria”. Delante de la hermosa iglesia de N. Sra. de la Candelaria dormía siempre un grupo de niños peligrosos, de ésos que roban, asustan a la gente. Niños, el mayor que cuidaba a los demás tenía 14 años, sin hogar, sin escuela, dejados de la mano de Dios como dice el refrán. Los comerciantes, gente de banco y otros decidieron terminar con el problema. Muy fácil. Han contratado a algunos policías militares conocidos como “caballos corredores”, “matadores profesionales” para resolver la situación.
Una noche, ya muy tarde, madrugada, los niños dormían en el patio delante de la iglesia cuando llegan los asesinos disparando sus armas pesadas matando a muchos, matando a todos los que dormían. Algunos, unos dos o tres, que dormían del otro lado de la iglesia, escucharon los tiros y consiguieron llamar por teléfono a una señora de organización para niños infractores. Uno que lo vio todo porque dormía sobre un banco más alejado llevó un tiro pero corriendo mucho huyó y hoy vive en Suiza porque hasta ahora está amenazado de muerte para no reconocer a los asesinos.
Mucha gente, especialmente de las clases más beneficiadas, aplaudió la acción de los policías: matar a sangre fría a niños durmiendo. Eran malhechores, decían. Sí, eran, pero la acción de la sociedad ¿cuál debería ser? ¿Qué hubiera hecho Jesús en ese entonces?
Lamentablemente, la masacre de la Candelaria no es un hecho aislado. Son varias masacres diarias de niños por el hambre, enfermedades, drogadicción, etc… ¿Qué hacer? ¿Cómo vivir el seguimiento a Cristo delante de tales tragedias? Es de difícil solución, nadie lo niega, pero es posible si verdaderamente hubiera voluntad política de gobernantes y ciudadanos, Iglesias, ONG’s… África, por ejemplo, es un continente en agonía.
Nos emocionamos cuando vemos fotos de niños en Sudán y otros lugares y nos olvidamos de la codicia de grandes empresas, grupos industriales, bancos, incluso poderosos de los mismos países miserables, etc. Gracias a Dios, hay todavía quienes se ocupan de los pequeñitos como el niño que nace hoy. Gracias te damos Señor porque has encontrado a personas que se ocupan de tus hijos más frágiles y desamparados como los inocentes que mató Herodes.
Por esos días el mundo se conmovió hasta los huesos con los sucesos en Connecticut en EUA. No cabe duda que no es sólo obra de una mente enfermiza, o sea, es toda la sociedad que está enferma. Que esta Navidad nos traiga algo de la pureza de muertos inocentes.
Te rogamos Señor que nos ilumine, que nos dé fuerzas y energías para que sigamos con fe, esperanza y caridad; para que sigamos creyendo que otro mundo es posible y actuando para ello. Que esta Navidad nos llene de la alegría que viene del niño Jesús que vive y rescata la Vida para siempre.
Davina
Tu relato, extraordinariamente bien escrito, es estremecedor. Creo que es importante que en esta navidad, en que tantos mensajes edulcorados con velas y angelitos nos llegan por internet, en que tantas banalidades nos toca escuchar en algunas prédicas de Misa del Gallo, el sentido profundo del Dios-hecho-hombre, niño frágil y pequeño, nos haga reflexionar sobre todo el sufrimiento que nosotros, nuestra sociedad, nuestro estilo de vida, permite que le suceda a tantos pequeños inocentes en todo el mundo, y también a nuestro lado.
Voy a añadir otro comentario mío, aunque no sea común, propio o ético. Leyendo las hermosas palabras de María Marta me di cuenta de que, sin intención, lancé culpa a todos nosotros, clases medias cristianas.
Yo soy nacida, creada en Rio de Janeiro, donde todavía vivo. Por ello con honda cicatriz por la Masacre de la Candelaria y el rostro deforme de Wagner, exiliado en Suiza para no morir como testigo que ha sido.
Quiero recordar que comidas sabrosas y exquisitas son anticipo del Reino de Dios, la metáfora preferida de Jesús para el Reino de su Padre era el banquete. Y los regalos no son consumo, son símbolos de amor y cariño.
No nos sintamos culpables o responsables por las tragedias de los niños sufrientes. Sí tenemos la vocación y el don de Dios para seguir al Dios hecho carne y sangre humanas, para anunciar la Buena Nueva.
Celebremos la alegría del llamado y la conciencia de que tenemos fe esperanza y caridad, de que anhelamos cambiar el mundo como empezó Jesús de Nazaré.
Navidad es un grito a la Esperanza, es un momento de la vida compleja y difícil en que vivimos aplastados por una sociedad cada más individualista, materialista y carente de amor fraterno. En una vida angustiante que es una lucha entre los más fuertes, que son pocos, y los más débiles, que son los más, necesitamos darle paz a nuestros corazones, volver a ser niños y soñar en grande en un mundo hermanado y feliz tal como es el mensaje que Dios nos mandó con el sacrificio de su hijo Jesús.
Los cristianos, debemos seguir con mucha Fé en la construcción del nuevo Reino, no obstantes los fracasos, sordera, ceguera y la lucha despiadada de quienes rechazan una sociedad de hermanos.
Es difícil encontrar respuestas y soluciones. En mi caso, no las tengo, pero he sido y seguiré hasta el fin de mi vida terrena luchando por un mundo mejor y en cada Navidad, revalido mi compromiso con la llegada de la Esperanza que nos trae el niño Jesús.
este dialogo resultò enriquecedor.gracias a Davina a que despertò y levanto este tema…pese a todo celebramos esta fecha renovando nuestro compromiso con el amor de Dios encarnado en cada uno de nsostros.