Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
20 Feb 08
Mateo 20, 17 – 28
Lo condenarán a muerte
Mientras iban subiendo a Jerusalén, Jesús tomó aparte a los Doce y les dijo por el camino: «Ya estamos subiendo a Jerusalén; el Hijo del Hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley, que lo condenarán a muerte. Ellos lo entregarán a los extranjeros, que se burlarán de él, lo azotarán y lo crucificarán. Pero resucitará al tercer día.» Entonces la madre de Santiago y Juan se acercó con sus hijos a Jesús y se arrodilló para pedirle un favor. Jesús le dijo: «¿Qué quieres?» Y ella respondió: «Aquí tienes a mis dos hijos. Asegúrame que, cuando estés en tu reino, se sentarán uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús dijo a los hermanos: «No saben lo que piden. ¿Pueden ustedes beber la copa que yo tengo que beber?» Ellos respondieron: «Podemos.» Jesús replicó: «Ustedes sí beberán mi copa, pero no me corresponde a mí el concederles que se sienten a mi derecha y a mi izquierda. Eso será para quienes el Padre lo haya dispuesto.» Los otros diez se enojaron con los dos hermanos al oír esto. Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de las naciones actúan como dictadores y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el de ustedes que quiera ser grande, que se haga el servidor de ustedes, y si alguno de ustedes quiere ser el primero entre ustedes, que se haga el esclavo de todos; hagan como el Hijo del Hombre, que no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre.»
Jesús camina con sus apóstoles a Jerusalén donde sabe lo espera el injusto juicio humano. Es necesario que así sea para que se cumpla el Plan de Dios para su Resurrección al tercer día. A pesar de la trascendencia del mensaje, sus amigos no entienden su significado. La madre de Santiago y Juan pide a Jesús un puesto de privilegio en el Reino para sus hijos, con la molestia natural del resto de la comunidad. ¡Que desacierto tan grande en un instante tan simbólico! ¿Qué le habrá hecho actuar así a esta mujer, impulsada por sus hijos? Tal vez la ansiedad de adelantarse sin meditar la importancia del momento. ¿Cuántas veces hemos actuado impulsados por la ansiedad? San Francisco de Sales, Doctor místico de la Iglesia nos dice claramente: “No permitas que la ansiedad sabotee tu búsqueda de Dios. La ansiedad es enemiga de la paz del alma. Imposible que proceda de Dios”. No hemos venido a ser o líderes para buscar los primeros puestos, sino para servir. La búsqueda equivocada de la jerarquía genera soledad, envidia, rencor. Jesús nos enseñó el modo de ser líderes en el servicio, poniéndonos siempre a disposición de nuestros hermanos controlando nuestro propio ego.
En el mundo han pasado hombres poderosos, notables personalidades, genios de su tiempo pero se han convertido en polvo y recuerdos; el único que no ha pasado y se ha quedado con nosotros ha sido Jesús, que con bajo perfil, sin el esplendor de los medios ni la opulencia del poder, vive en nosotros, con su palabra inacabada, dándonos clase de servicio público… como dice el canto: “Cielo y tierra pasarán mas su palabra no pasará”. Qué sordera profunda del hombre hay en las oficinas, en los Hospitales, en los Congresos, en los líderes de opinión, en los medios comunicacionales, al no escuchar el mensaje de Jesús.
En este tiempo de calma vacacional, en que la ciudad se mueve con más tranquilidad, meditemos sobre el tipo de servicio que estamos dando al mundo y controlemos nuestra ansiedad. Si podemos hacer nuevos propósitos para el futuro hagámoslos. Nunca es tarde para enmendar caminos … mañana puede comenzar lo mejor del resto de nuestras vidas…solo está en mirar en lo invisible al compañero de ruta que nunca nos abandona y que nos encamina a la casa del Padre.
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